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miércoles, 19 de enero de 2022

Tres sindicalistas rumanos en las Brigadas Internacionales: Constantin Doncea, Dumitru Petrescu y Gheorghe Vasilichi.

El 15 de febrero de 1933 los militantes comunistas de los sindicatos ferroviarios organizan una impresionante huelga obrera contra las políticas de recortes de salarios aplicada por el gobierno reaccionario con la excusa de la crisis económica mundial.
Algunos huelguistas detenidos en la cárcel de Craiova. Entre ellos: Gheorghiu-Dej,
Chivu Stoica, Gheroghe Vasilichi, Constantin Doncea, y Dumitru Petrescu 

La huelga de Grivița (nombre de los talleres ferroviarios donde se inició) se extendió como la pólvora por todo el país, uniéndose a ella mineros y trabajadores petrolíferos, ante lo cual el gobierno del rey Carlos II, dirigido por el terrorista de alta burguesía rumana Alexandru Vaida Voevod, ordena a la policia y al ejército abrir fuego contra los huelguistas, asesinando a decenas de ellos.

Los tres principales líderes del movimiento, Constantin Doncea,  Gheorghe Vasilichi y Dumitru Petrescu, son detenidos y condenados a trabajos forzados y encerrados en la cárcel de Craiova, aunque dos años después los tres logran huir tras una impresionante evasión organizada por el Partido Comunista. Tras su huida, continuarán luchando por los trabajadores en diferentes frentes, incluyendo las Brigadas Internacionales en España, la Resistencia Francesa o los movimientos partisanos antinazis.

Tras su fuga en 1935, los tres heroes rumanos emigraron a la Union Soviética, poniéndose allí al servicio de la organización de los comunistas rumanos en Moscú. Constantin Doncea y Gheoghe Vasilichi no dudaron en alistarse en las filas de las Brigadas Internacionales organizadas por el Komitern, y lucharon durante toda la Guerra Civil Española contra los ejércitos fascistas. Tras la derrota, fueron encerrados como tantos miles de refugiados republicanos en campos de concentración franceses.

El primero de ellos, Constantin Doncea, nació en 1904 en la comuna Cocu, en la provincia de Arges. Trabajará como fundidor en la empresa de ferrocarriles rumanos (CFR), y en 1931 se afilió al Partido Comunista. Después la citada huelga de Grivita y de la matanza de obreros por parte de las fuerzas del orden rumanas, huirá de la carcel de Craiova, se pone al servicio del Komitern y del Partido Comunista de Rumania.

Tras formar parte de la resistencia francesa, llegará durante la Segunda Guerra Mundial de nuevo a Moscú, donde, siendo considerado por el lider del Komitern, el bulgaro Jorge Dimitrov, como el más importante de los comunistas rumanos en el exilio, es reclutado por el NKVD. Participará en diferentes acciones militares y guerrilleras del Ejército Rojo. Entre otras, fue lanzado en paracaidas en Crimea para formar parte de las tropas partisanas antifascistas.

El 19 de agosto de 1944, tres dias antes del golpe de timón en el que los comunistas forzarían al rey Mihai a romper su alianza con Hitler y a ordenar al ejército rumano a volver sus armas contra los alemanes, Doncea es lanzado en paracaidas por el Ejército Rojo en Rumanía, para tomar contacto con la dirección del PCR.
Constantin Doncea

Tras la constitución del primer gobierno comunista, en marzo de 1945, dirigido por Petru Groza, Doncea fue miembro del Comité Central del Partido de los Trabajadores Rumanos (nombre asumido por el PCR tras su alianza con otras fuerzas democráticas en 1945) y vicealcalde de Bucarest (noviembre de 1947-febrero de 1948), y en 1950 hasta 1953 ocuparia la función de jefe de la defensa antiaerea de Rumania. Durante el gobierno de Chivu Stoica (1956-1957) sería nombrado Ministro de las Cosechas.

El 13 de junio de 1958 sería expulsado de la dirección del P.M.R., tras la entrada en desgracia del grupo de los comunistas internacionalistas posterior a la muerte de Stalin en 1953, y el reforzamiento del grupo nacionalista-revisionista, dirigido por Dej.

Dumitru Petrescu nació en mayo de 1906 en Bucarest. De profesión tornero, trabajó desde 1920 en CFR. Entre 1927 y 1928 militó en el Partido Social Demócrata, y en 1930 en el Partido Socialista de los Trabajadores, hasta que en 1932 se integraría en el Partido Comunista de Rumanía.

Desde dentro del PCR,  Petrescu dirigirá con Doncea el sindicato de los talleres ferroviarios de Grivita, y en 1933 era Secretario del Consejo Sindical de Bucarest. Tras su huida de la cárcel de Craiova en 1935, llegará a la capital de la Unión Soviética, donde frecuentará los estudios de la Escuela Superior de Leninismo.  En 1936 formaba parte de la dirección de la Internacional Comunista, organizando el llamamiento a formar las Brigadas Internacionales para apoyar a la República Española contra el fascismo y el reclutamiento en Rumania y Rusia.  Durante la Segunda Guerra Mundial  se encargó del reclutamiento de las divisiones de voluntarios rumanos organizadas en territorio soviético, con el objetivo de integrarlas en el Ejército Rojo para enfrentarse a la armada fascista rumana, aliado hasta agosto de 1944 de la Alemania nazi. Las divisiones rumanas organizadas en la URSS, "Tudor Vladimirescu" y "Horia, Closca, Crisan", entrarían en Bucarest encabezando el ejército libertador a finales del mes de agosto de ese año.

Petrescu regresaría a Rumanía en septiembre de 1944, contribuyendo a la reforma del ejército rumano, para adaptarlo a una sociedad socialista. Ocupó el puesto de Inspector General del Ejército para la Educación, Cultura y Propaganda, y después el de Jefe de la Dirección Superior de la Policía Militar (organismo que tenía entre sus misiones formar en la ideología marxista a los soldados y oficiales).

Petrescu fue durante tres años Ministro de Finanzas y vicepresidente del Consejo de Ministros, entre octubre de 1955 y mayo de 1956. En ese mismo año, sería expulsado del partido por las mismas razones que sus compañeros: la venganza contra los marxistas-leninistas tras la muerte de Stalin en la mayoría de los países socialistas tras el triunfo del revisionismo con la llegada de Jruschev al poder en la URSS.  
Gh. Vasilichi

El tercero de los protagonistas de esta entrada, de los tres evadidos en 1935 de la carcel de Craiova, es  Gheorghe Vasilichi. Nació el 7 de septiembre de 1902 en la comuna Cetate, en la provincia de Dolj. Trabajaba como chapista en los talleres ferroviarios Grivita, actuando tanto en el movimiento político comunista como en los sindicatos proletarios. Fue miembro desde 1924 del sindicato Fermetal, participando como tal en el Congreso Internacional de Sindicatos de Moscu, en 1929.  Formó parte del Bloque Obrero-Campesino (fachada electoral del Partido Comunista durante su prohibición), y de la dirección de la Union de Jóvenes Comunistas y del mismo PCR, en el que entró a militar en 1927.

Durante la huelga de Grivita de 1933 fue el lider del movimiento en la provincia de Prahova, dirigiendo a los trabajadores petroleros. Tras la espectacular huida de la carcel de Craiova, marchó a Moscú, donde a las órdenes del Komitern se encargaría de enrolar a otros comunistas para integrar las Brigadas Internacionales en la Guerra Civil Española. Tras luchar en España, haria lo propio en Francia, donde formaria parte de un regimiento checoslovaco que lucharía contra la agresión nazi hasta la capitulación, el 10 de junio de 1940.

Tras la capitulación, entraria a formar parte de la resistencia francesa, hasta su arresto en marzo de 1943, tras el cual seria encerrado en una carcel del sur de Francia. Allí organizaría una fuga que, en esta ocasión acabaria en fracaso, tras el cual, y como castigo, seria enviado al campo de concentración nazi de Dachau, donde estaria hasta el final de la guerra.

Tras su vuelta al pais,  Vasilichi fue nombrado ministro en diferentes ocasiones entre 1947 y 1951. en primer lugar, Ministro de Educación, y entre 1949 y 1951 Ministro de Minas y Petroleo. Desde su regreso al pais en 1945 hasta 1952 fue permanentemente miembro del Comite Central y de su Oficina Política, y tras la muerte de Stalin, como sus dos camaradas de fuga, caería en desgracia, expulsado de sus cargos y del partido por el grupo de revisionistas que seguirian la estela de Jruchov, Brevnev y el resto de oportunistas que en la Union Sovietica acabarian con la lucha de clases e impondrian una falsa sociedad sin clases en la que la elite la ocuparian poco a poco los miebros de la direccion del partido y los intelectuales.

Dumitru Petrescu
Los tres comunistas rumanos protagonistas de esta entrada forman parte de un periodo de la historia en el que el movimiento comunista y obrero, de la mano de los trabajadores soviéticos y de la URSS de Lenin y Stalin, estaban dispuestos  y convencidos de la inminente llegada del triunfo de la clase trabajadora en sus respectivos paises, acabando de una vez con todas con esa peste que convierte al hombre en una bestia: la explotación de unos hombres sobre otros. Fue una epoca en la que cualquier trabajador consciente de serlo estaba dispuesto a luchar por un camarada cualquiera fuera su nacionalidad, y de combatir por la emancipación de la clase trabajadora allí donde fuera necesario, en las filas de las Brigadas Internacionales en España, integrados en la resistencia francesa, o en el Ejercito Rojo contra las tropas fascistas de su propio pais: una epoca de internacionalismo proletario y fe en la victoria en la lucha de clases contra los parásitos capitalistas, pensamientos que, lamentablemente, hoy son meros recuerdos del pasado de la desmovilizada y desideoligizada clase obrera.

Desgraciadamente, la muerte de Stalin en 1953 representó el inicio del fin de esa época de ilusiones y convencimiento de la necesidad de acabar con la peste burguesa capitalista y fascista, y provocó que en la mayoria de los paises socialistas, salvo entonces en Albania y China, se hicieran con el poder un grupo de oportunistas y revisionistas que acabarian, con los años, destruyendo la unidad de la clase trabajadora con el Partido, convirtiendo a los líderes de este en una élite autoconvencida de serlo que fueron poniendo, las bases que, en definitiva, llevarían de regreso al capitalismo en los años 90.

miércoles, 17 de marzo de 2021

"La España de Franco, una mancha negra en Europa" (Folleto editado por la Asociacion de Voluntarios Rumanos en las Brigadas Internacionales)

Compartimos en esta entrada la traducción de un pequeño folleto que, como un nuevo hallazgo, encontramos en un anticuario de Bucarest, en el cual se transcribe el discurso del general Kozovski, ministro de la Guerra del gobierno de la democracia popular búlgara y antiguo luchador en las Brigadas Internacionales en la Guerra Civil Española, del dia 3 de febrero de 1946, realizado con motivo del encuentro del Comité Nacional para la Defensa del Pueblo y la Democracia Española, celebrado en Sofia.

El folleto tiene como título „La España de Franco, una mancha negra en Europa”, y está editado, en lengua rumana, por la Asociación de Antiguos Volutarios Rumanos del Ejercito Republicano Español, en Bucarest, 1946.

Hay que recordar que más de 500 comunistas rumanos marcharon voluntarios a España para combatir al fascismo y defender a la República Española, tras el golpe de estado dirigido por el general Franco y el apoyo recibido por las tropas de Hitler y Mussolini, que usarían a España, con la colaboración de su oligarquía, la misma que sigue saqueándola hoy día, como campo de pruebas y preparación de la Segunda Guerra Mundial, y con la complicidad de las potencias occidentales que, después, también entregarían Checoslovaquia a los nazis.

Tras el final de la II Guerra Mundial, los paises socialistas fueron los únicos que continuaron apoyando al pueblo español contra la tiranía franquista, mientras que Inglaterra, Francia y Estados Unidos darán a esta cada vez un mayor apoyo, a la vez que van recogiendo el testigo del nazismo alemán contra las democracias populares del este de Europa.

El siguiente folleto de la Asociación de Antiguos Voluntarios Rumanos del Ejército Republicano Español, formada por todos los héroes rumanos que sobrevivieron en los campos de España para defender la libertad tanto de los españoles como de su propio pueblo, y en realidad de todos los pueblos del mundo amenazados por el fascismo, es solo una muestra más del apoyo que los estados socialistas siguieron brindando a los españoles tras la Segunda Guerra Mundial, en especial hasta el triunfo del revisionismo en la Unión Soviética y el resto de democracias populares tras la muerte de Stalin.
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LA ESPAÑA DE FRANCO: UNA MANCHA NEGRA EN EUROPA

Palabras del dia 3 de febrero de 1946 en el gran encuentro de protesta organizado por el Comité Nacional para la defensa del pueblo y la democracia española.

En este encuentro tomó parte el presidente de honor del Comité, el héroe de Leipzig –Gheorghe Dimitrov-, presencia que provocó grandes ovaciones de parte de los miles de ciudadanos presentes.

„Ciudadanos y ciudadanas,

Nuestro encuentro, dedicado a la defensa del pueblo y la República de España, coincide con el aniversario de una de las más grandes batallas que ha conocido jamás la historia militar, lucha que ha decidido la suerte de la última guerra mundial.

Me refiero a la batalla de Stalingrado. Exactamente hace tres años -2 de febrero de 1943- el Ejército Rojo liquidó al 6ª Ejercito alemán del Mariscal Paulus, y, desde aquel momento, comenzó el hundimiento de la Alemania hitlerista. Y también desde entonces empezaría la retirada ininterrumpida de los ejércitos alemanes que encontraron su final vergonzoso bajo las ruinas de su propia guarida, el centro de las maquinaciones del fascismo internacional contra la paz y la civilización del mundo entero, Berlin.

El general Kozovski
En realidad, si bajo los muros de Moscú fue enterrado el invierno de 1941 el mito y la leyenda de el invencible ejército aleman, después, bajo los muros de Stalingrado, se rompería la fiera fascista sus garras.

Stalingrado significó el final de la potencia militar fascista. La ciudad heróica ha quedado en la conciencia de los pueblos como una fortaleza de la democracia y de la cultura mundial, en la cual se rompieron las olas rabiosas y turbulentas de las hordas fascistas.

He recordado Stalingrado no solo en relación con el tercer aniversario de este acontecimiento destacable, no solo como recuerdo de cuánto deben las culturas y los pueblos del mundo a los pueblos soviéticos y a su Ejército Rojo que les ha salvado de la tormenta fascista, sino porque quiero evocar el rostro de otra ciudad heróica que hace 10 años se convirtió igualmente en un símbolo y un bastión de la democracia mundial, de la consciencia y del honor progresita: el rostro del Madrid legendario.

Madrid es sinónimo de la Republica Española, que fue la primera que tuvo que enfrentarse a la agresión fascista.

El hecho es que el destino de las ciudades de Madrid y Stalingrado –que han sido el apoyo a la democracia mundial en tiempos diferentes- tuvieron también destinos diferentes. Stalingrado resistió, porque bajo sus ruinas latía el gran corazón del heróico pueblo ruso y de los pueblos sovieticos, y ardía, con las mismas gigantescas llamas, el amor a la patria y el odio a los invasores extranjeros.

Stalingrado resistió, porque a sus espaldas estaba la mejor y más poderosa armada del mundo: el Ejército Rojo.

Por supuesto que a las espaldas de Madrid, es decir de la República Española, estaba la España democrática, luchadora, valiente, sincera. Y bajo las ruinas de la Ciudad Universitaria y de los barrios del oeste de Madrid, en Extremadura, Teruel, Bilbao y Oviedo, dieron la vida miles de héroes, murieron miles de corazones bravos. Y, sin embargo, Madrid cayó.

Madrid cayó porque en el frente, a las espaldas de los combatientes, existía la traición, que no tardó en clavar, en el momento adecuado, en la espalda de la República su cuchillo cobarde..

Madrid cayó porque la República Española no consiguió formar un ejército unido, instruido y equipado como el que defendió Stalingrado.

Pero incluso en aquellas condiciones, Madrid resistió, y puede que el destino de la humanidad habria sido hoy otro si no hubiera existido la traición de los aliados. La así llamada política de no intervención entregó la República Española a las garras de Franco y sus patronos, Hitler y Mussolini. Los pacifistas de Munich, como Chamberlein, Daladier y Blum, es decir, todos aquellos que también entregarían Austria y Checoslovaquia para que fueran repartidas, dieron alas y bendicieron la cruzada en el este de Hitler; todos estos, bajo la máscara del denominado "acuerdo de no intervención", ayudaron a Franco, organizando un cordón en torno a la República Española, condenando con él al combatiente pueblo español a una muerte por hambre y a la imposibilidad de que el ejército se aprovisionara con armamento para la lucha contra las hordas franquistas, armadas hasta los dientes por Hitler y Mussolini.

Madrid, y junto con él, toda la España republicana, cumpliría hasta el final el deber hacia su propio pueblo y frente a la humanidad. Madrid cayó, pero cayó con hombría y honestidad, resistiendo hasta el último cartucho.

La España republicana ofreció, en el curso de los tres años de lucha colosal, la pérdida de un millon de sus hijos e hijas como sacrificio en la lucha contra las fuerzas aliadas del fascismo, en la defensa de la patria y de la democracia. Por tres años, la España republicana, hambrienta y ensangrentada, mantuvo a raya a las fuerzas fascistas agresoras, retrasando así el comienzo de la guerra mundial y dando tiempo a los estados democráticos a prepararse mejor contra la agresión fascista que les amenazaba.

Este es el primer gran mérito de la España republicana en defensa de la humanidad.

La España republicana dio a todos los pueblos un ejemplo de heroismo, valentía, sacrificio, un ejemplo de como se debe defender la libertad y la independencia de un pueblo y una patría, de como se defiende la causa de la democracia en contra de la agresión fascista. Este es el segundo mérito, igual de grande que el primero, de la República espanola para los pueblos amantes de la libertad.

Cuando en los días más negros de su lucha el pueblo español se dirigió a los hombres progresistas gritando: „!Escuchadnos, hermanos!”, decenas de miles de luchadores de todas las partes del mundo, de todos los colores y razas, respondieron con una sola voz: „!Escuchamos!”. Y dejando todo, la patría, el amor, la casa, la mujer, la madre y los hijos, se reunieron bajo la bandera de las Brigadas Internacionales, para dar a la España luchadora „su sangre y su vida, esperanzas e ilusiones, a cambio de un solo pago: recibir un puesto en el frente de la batalla”.

Más de 28.000 de estos inflamados luchadores combatirían en las filas de las Brigadas Internacionales.

Al menos 12.000 de ellos dieron, sin dudarlo, su vida para abrir un nuevo capítulo luminoso de la historia de España.

Iguamente, a travás de las gloriosas Brigadas Internacionales, se expresó la solidaridad de la lucha de las fuerzas democráticas del mundo entero en la defensa de la República Española, que esbozó la alianza de las fuerzas democráticas en la futura coalición antihitleriana, sin la cual la coalición y la unidad del fascismo habría destrozado cualquier fibra de humanidad en el mundo, girando la manilla del reloj de la historia varios siglos atrás.

Este es el tercer gran mérito moral de la República Española combatiente, ante el mundo civilizado.

Muchos de los futuros comandantes de similares movimientos de resistencia en los países europeos invadidos por Hitler tuvieron su bautismo de fueoa contra el fascismo en los campos de batalla de España.

Muchos de los dirigentes de los movimientos de resistencia de Francia, por ejemplo, de la insurrección de Paris, fueron antiguos combatientes del batallón „André Marty” y de la brigada „Comuna de París”.

Entre los patriotas polacos que se opusieron en el frente de batalla ante la invasión alemana estuvieron los miembros de la brigada „Dombrovschi”. Los rumanos de la unidad „Ana Pauker” son también hoy prominentes figuras de las acciones democráticas de Rumania. En la conducción del movimiento partisano de Checolosvaquia hubo antiguos luchadores de los batallones „Masarik” y „Gheorghe Dimitrov”. La base del ejército de partisanos que liberó Italia del norte la constituían los viejos garibaldistas del frente que estuvieron al lado dal comisario de la Brigadas Internacionales Luigi Gallo*.

El más destacado comandante del Ejército Popular de Liberación Yugoslavo, Tito, y casi todos sus
Voluntarios rumanos en España 
comandantes (Dacevici, Costa Nadici, Cocea Popovici y otros ), se ganaron su prestigio en los campos de Castilla, Aragon y Cataluña.

Muchos de los que cayeron en la lucha por la liberación de Bulgaria fueron antes combatientes en España. Algunos cayeron en su lucha partisana contra el fascismo, otros fusilados por los fascistas: el general popular Vlado Tricicov, el lengendario coronel Zveatco Radicov, Tabacov, Popov, Uzunov, Naplatanov, Carcengiev, Chischinov, Ivan, Sterev, Iancov, Sabi Dimitrov, capitan Rac, Strogov, Kuncev, Palauzov y muchos otros. Y la gran parte, si no todos, de los antiguos voluntarios brigadistas que aún sobreviven, forman parte activa en la creación de la nueva Bulgaria, la Bulgaria del Frente Patriótico y su nuevo Ejército Popular.

Este es el cuarto mérito, igual de enorme que los anteriores, de la inmortal República Española, ante los pueblos y naciones amantes de la libertad.

Pero hoy, cuando la principal fiera fascista ha sido derrotada y el mundo resopla tras la gran y larga pesadilla de la invasión y sangría hitleriana, hoy, cuando todos los pueblos celebran la alegría de la victoria, la primera sacrificada ante el fascismo, España, que contribuyó con tanta sangre, sufrimiento y heroismo en la victoria ante el nazismo, sigue gimiendo bajo el talón del heredero de Hitler, el sanguinario y sádico Franco. Todavía más: la orgía sangrienta fascista continua todavía más salvaje en la tierra española. Más de 250 mil españoles, hombres y mujeres, están sometidos a desconocidos sufrimientos y torturas en las cárceles franquistas. Mas de 200 mil de españoles viven exiliados porque Franco les ha condenado a muerte. „Toda la España franquista”, se dice en la memoria presentada por la Confederación General del Trabajo de España en la Conferencia Internacional de Sindicatos, „está hoy transformada en una cárcel, en campos de concentración o exterminio”.

Para ilustrar lo anterior, es bastante con recordar que en la región de Logroño, que cuenta con 200 mil habitantes, fueron fusilados 14.000 ciudadanos. Y a tres kilómetros de Logroño se encuentra una fosa común en la cual yacen 4000 víctimas. En una noticia llegada desde España se explica que solo en una cárcel franquista, de las muchas que existen, se encuentran encerrados 6.000 antifascistas condenados a muerte, y cada noche son ejecutados decenas y decenas de ellos.

En una palabra, la inquisición y su tempestad sangrienta continua hoy con la misma intensidad en España.

Y esto, a la vista del mundo entero, y en un momento en el cual en el banquillo de los acusados de Nuremberg se sientan aquellos que llevaron a Franco al poder, y cuyos crímenes hielan la sangre de las venas de cualquiera; ahí están Goering, Rosenberg y otros criminales, que han cubierto el mundo de heridas y de sangre, derrumbaron, convirtiendo en ruinas y cenizas, ciudades y regiones antes florecientes, destruyeron monumentos y tesoros culturales de siglos de humanidad, ensuciaron el honor y el orgullo del ser humano, cualquier virtud y sentimento noble, extendieron el dolor sobre millones de casas, asesinaron la alegría de decenas de generaciones jóvenes, machacaron y mancharon el alma de su propio pueblo, han elevado a la pirateria, al sadismo, al hecho de estar fuera de la ley y a la traición al nivel de un culto. Están los jefes de la Gestapo que han marchitado la flor de los pueblos arrodillados por el fascismo. Están los "héroes" de las cámaras de gas y de las fábricas de muertos de Maidaneck, Lublin, Buchenwald, Dachau y de otros cientos de mataderos de seres humanos. Están aquellos obscurantistas que han usado la piel de los hombres para editar la pobre literatura fascista y la pornografia de los poetas nazis, echando al mismo tiempo a las llamas en toda Europa las obras de las mentes más luminosas de la humanidad. Están los vándalos que han trasnformado miles de teatros y museos en prostíbulos, las bibliotecas, escuelas y universidades en porquerizas y casas públicas. Están los jefes del estado mayor alemán a las órdenes de los que las divisiones nazis transformaron en ruinas los territorios ocupados. Están los que tras sus pasos solamente dejaron huellas de maldición. Están los amos de los ladrones y gansters fascistas que organizaron el saqueo y la esquilmación planificada de toda Europa, obligando a los pueblos saqueados a comer bellotas y desechos, y a los niños a morir de hambre.

Pero del banco de los acusados está ausente alguien. Aquel que ofreció España como campo de experimentos para los ejércitos nazis: falta Franco. Porque, para quien no sepa que antes de la destrucción de ciudades como Rotterdam, Belgrado o Minks y otras tantas ciudades históricas, la aviación de Hitler ya lo hizo con Guernica, Madrid, Tortosa o Barcelona, al igual que el asesinato en masa en los campos de concentración. La Gestapo fue precedida también por los crímenes masivos en las plazas de toros, como la de Bodonos, Salamanca u otras decenas de ciudades españolas.

Además, Franco fue participante directo y aliado de Hitler y de Mussolini en la última guerra criminal contra los amantes de la libertad. El transformó España en una fortificación militar y económica de Alemania en la lucha contra la coalición democrática.

Es bien sabido que el 50% de las 5.000 sociedades comerciales e industriales registradas en España en 1944 estaban bajo el control directo o indirecto de los alemanes, que controlaban las más importantes sectores industriales del país, como la industria química, electrotécnica, metalúrgica, los astilleros y otras. No hay que olvidar hablar tampoco del ejército de Franco, denominado „División Azul”, que tomó parte en el frente oriental junto a los ejércitos nazis contra la Union Soviética.

Franco declara cínicamente que él, !fijaos bien!, „está dispuesto a democratizarse”.. Esto, por supuesto, en el sentido en que están dispuestos los lobos a hacerse vegetarianos, o los criminales y verdugos franquistas de toda Europa a ser monjitas de caridad.

Franco no solamente continua ahogando y ensangrentando España, sino que la ha transformado en un foco de resistencia contemporánea del fascismo. En la España franquista han encontrado protección decenas de miles de fascistas, criminales y asesinos de toda Europa, que lograron escapar temporalmente de las manos de los pueblos de sus patrias.

En la España franquista ha encontrado refugio gran parte del ejercito aleman, en torno a 140.000 hombres, hombres de la Gestapo, armados y equipados. Alli se encuentran igualmente grupos de fascistas franceses o belgas, que todavía siguen teniendo en su cabeza a Degrelle, italianos junto al antiguo Jefe de Estado Mayor de las fuerzas aéreas italianas en España, el famoso general Roata, que huyó de Roma cuando iba a ser juzgado. En la España franquista existe un poderoso partido nazi alemán, que cuenta con miles de miembros, ayudado y apoyado por Falange Española.

En una palabra, la España franquista se transforma en un gran centro de reunión y refugio de los restos del fascismo europeo y de los estados mayores centrales de los paises fascistas, con vistas a la organización futura de nuevas agresiones en toda Europa. Desde allí se tejen diariamente intrigas contra la democracia y se plantan las semillas de todo tipo de chantajes con el objetivo de romper y destruir la unidad de las potencias democráticas. No es casual que cualquier intento reaccionario, iniciado en cualquier parte del mundo, lleva la resonancia del apoyo de la España de Franco.

Precisamente así  nació la idea que se denomina „Bloque Occidental”. En sus palabras durante la Conferencia Internacional del Trabajo, de octubre de 1945, en Paris, Dolores Ibarruri, „la Pasionaria”, dijo entre otras cosas: „Franco fue y será un fascista, que maniobra ofreciendo todo tipo de ayuda a la reaccion mundial. Franco levanta la bandera caída de manos de Hitler. La reacción fascista europea ha escondido en España a sus hombres de confianza, donde encontraron el apoyo para su salvación, y desde donde pueden continuar organizando la ruptura de las fuerzas democráticas. Algunas informaciones muestran que en España se ha creado una especie de „internacional fascista”, dotada con grandes fondos, con el objetivo de llevar a cabo una política de separación y división que impida la consolidación de las democracias, y por otra parte, la organizacion de sabotajes contra la reconstrucción económica, con el fin de crear un terreno favorable para el resurgimiento de los movimientos fascistas y facilitar la realización de los objetivos hitlerianos y de sus aliados.

Todo lo anterior demuestra que mientras exista la España franquista, está mancha negra en Europa, la lucha contra el fascismo no estará terminada, y la paz y la seguridad de los pueblos no estará asegurada. La España de Franco es un peligro permanente para la paz y la tranquilidad del mundo, para la libertad y la independencia de todos los pueblos y las naciones.

Stalin y Dimitrov
„Tolerar el régimen actual de España, dijo la Pasionaria en el Congreso Internacional de Mujeres de Paris, después de lo decidido en San Francisco y Postdam, y todo lo que sea apoyar a una organización hitlerista, significaría el principio de la capitulación frente al fascismo”.

¿Cuales son estas fuerzas que apoyan hoy a Franco y se oponen a la lucha hasta el final contra los restos de la peste fascista? La respuesta a esta pregunta solo puede ser una: estas fuerzas tienen que ser buscadas fuera de España y entre aquellas que entre 1936-1939 allanaron el camino de Franco hacia el poder. Franco y la Falange llegaron al poder no solo con la ayuda de las bayonetas y los cañones alemanes e italianos, sino con el agradecido apoyo dado por los reaccionarios del mundo entero bajo la máscara de „pacificadores”. El diario soviético „Pravda” tiene toda la razón cuando escribe que „Perdiendo en la persona de Hitler a su viejo jefe, Franco ofrece hoy sus servicios a la reacción internacional y círculos profascistas de todas las naciones, en lucha contra la democracia”. La reacción internacional desea que Franco se mantenga en España, como una fortaleza y una cantera.

Ciudadanos y ciudadanas,

La lucha del pueblo español por la libertad, hoy como hace 10 años, „no es solo una causa nacional, sino que es una causa de toda la humanidad progresista” (Stalin). Manteniéndose fiel a este lema, el pueblo soviético está hoy al frente de los más consecuentes y más insumisos combatientes contra la España franquista.

Ayudar al pueblo español a liberarse de la tiranía franquista significa no solo realizar una obra de justicia histórica y saldar una deuda moral con el pueblo de España, sino que es también un acto de necesidad internacional.

El pueblo español no pide hoy ni aviones ni cañones. Él tiene la suficiente fuerza para terminar por su cuenta con Franco y sus bandas de terroristas, civiles y militares. Por toda España se extiende cada vez más un movimiento partisano de masas: en Extremadura, en Andalucía, Madrid y Asturias, Aragón y Cataluña, en Castilla y Galicia... El pueblo español estará en condiciones, de esto no hay duda alguna, por sí mismo, de cortar la cabeza de Franco. Romper cualquier relación diplomática y económica con la España franquista, su aislamiento completo, es el lema en torno al que se unen hoy las fuerzas democráticas mundiales que apoyan al pueblo español, para liquidar el último reducto del fascismo en Europa, la España franquista.

La Bulgaria democrática, la Bulgaria del Frente Patriótico, no puede más que unir su voz a la del pueblo español y a la de la democracia internacional. Esto nos trae a la memoria a aquellos miles de héroes y heroínas desconocidos que cayeron en la dura lucha contra el fascismo, teniendo la rotunda fe de que los que vinieran detrás de ellos acabarían con sus bayonetas con el último nido fascista.

En la lucha contra los intentos de restauración del fascismo, tanto en nuestro país como internacionalmente, nuestro pueblo sigue el ejemplo de firmeza y valentía con el que ha llevado y sigue llevando hoy la lucha contra el fascismo y la reacción el más grande hijo del pueblo búlgaro, Gheorghe Dimitrov. Nosotros, los búlgaros, estamos orgullosos de que la primera derrota moral del fascismo fue la del proceso de Leipzig. Desde aquella tribuna desenmascaró el camarada Dimitrov el rostro bestial del fascismo y llamó a todos los hombres progresistas y honestos a la lucha contra él.

“El fascismo significa barbarie y guerra”, declaró entonces alto y claro Gh. Dimitrov.

“El fascismo significa barbarie y guerra”, sigue repitiendo hoy el camarada Gh. Dimitrov a toda la humanidad progresista, y por esto apoya con todos sus medios la lucha del heroico pueblo español.

Ciudadanos y ciudadanas,

Me permitiréis terminar con una llamada de una de las más grandes mujeres e hijas de España a todos los que soportaron sobre sus hombros la difícil lucha en la guerra,

“Demostrad al último servidor de Hitler que en la tierra de la devastada Europa, bañada con la sangre de los que lucharon por la democracia, no hay lugar para la maldita semilla fascista".

“!Viva la cercana victoria de la España Republicana!

Enseñad a los enemigos de la libertad y de la democracia que un pueblo que ha demostrado que prefiere morir a vivir arrodillado, un pueblo como este es invencible.

¡Viva la solidaridad de todos los pueblos libres con el heroico pueblo español, amante de libertad!”

Después de los aplausos se vota la siguiente moción:

Los criminales fascistas, Hitler y Franco
No puede ser instaurada una paz duradera y una verdadera democracia mundial mientras que no sea destruida la última madriguera fascista, para evitar las agresiones del futuro. Uno de los más peligrosos nidos del fascismo es la España franquista.

La asamblea hace una llamada a la opinión pública a que dé el mayor de los apoyos al pueblo español en su lucha contra la dictadura franquista para conquistar la libertad y la democracia.

Pide la ruptura de las relaciones diplomáticas y económicas con la España fascista como un medio de acelerar la liberación del pueblo español de las garras de los que le oprimen y roban.

La asamblea se inclina frente a la luminosa memoria de las decenas de miles de patriotas españoles caídos en la lucha por la libertad de su pueblo.

La asamblea envía saludos y ánimos de lucha a los patriotas españoles que combaten por el final del régimen fascista y por una república libre e independiente.

La asamblea declara que a través de su ayuda en la lucha internacional contra el sangriento fascismo español, y por el triunfo de la democracia, el pueblo búlgaro defiende con aun mas valentía y decisión sus conquistas democráticas del 9 de septiembre contra todos los ataques fascistas y reaccionarios, tanto desde dentro del país como desde fuera”.

* Seudónimo de Luigi Longo

domingo, 2 de febrero de 2020

Entrevista a Andrei Micu, voluntario rumano de las Brigadas Internacionales

Andrei Micu fue un hombre excepcional. Comunista desde su juventud, no dudó en marchar a luchar a tierras lejanas y seguir la llamada del Komitern para enrolarse en las Brigadas Internacionales, con el fin de luchar contra el fascismo en España, con la seguridad de que enfrentarse allí contra el capitalismo enrrabietado era también defender a su país frente a esa peste y combatir para la emancipación de la clase trabajadora rumana y mundial.
Andrei Micu

Micu murió hace ya siete años, pero antes de abandonarnos nos dejó su valioso testimonio sobre la Guerra Civil Española, la lucha contra el fascismo y el capitalismo, dos rostros de la misma moneda envenenada y, especialmente, sobre la Rumania Socialista, desde el triunfo de la Unión Soviética en la Segunda Guerra Mundial hasta su final en diciembre de 1989, haciendo hincapié en el punto de inflexión que provocaría, finalmente, el hundimiento: el triunfo del revisionismo en el movimiento comunista internacional, también en el rumano, tras la muerte de Stalin.

La siguiente entrevista, realizada en 2001 por el comunista rumano Gheorghita Zbaganu, la tradujimos en Un vallekano en Rumania el  año en que el héroe rumano falleció, en 2013.

Ilustración del diario 'Asi si Maine' de voluntarios rumanos.
Ilustración del diario 'Asi si Maine' , de los
brigadistas rumanos.
Ahora la republicamos, repasada y en formato descargable, porque pensamos que su difusión es esencial para comprender no solo el nacimiento, desarrollo y final de la Rumania Socialista, sino también la evolución del movimiento comunista en Europa, además de servir para honrar la memoria de un comunista siempre fiel a sus principios, constantemente entregado a la lucha por la emancipación de la clase trabajadora y que jamás dejó de tener claro, hasta el momento de su muerte, la necesidad de acabar, por todos los medios al alcance de los trabajadores, con la barbarie capitalista, esa Hécate de doble rostro que, aunque flirtee con su máscara democrática como forma de engañar a sus víctimas, siempre oculta, dispuesta a aparecer cuando sea conveniente para mantener la explotación  de la clase obrera, su verdadero rostro fascista:

"He llegado a la conclusión de que en la coyuntura política actual, ningún partido es bueno.  No hacen otra cosa que enfrentar al pueblo. Los partidos de hoy sirven a los intereses de los grandes magnates del dinero y a los multimillonarios del mundo. En primer lugar, a los intereses del imperialismo norteamericano. 

El pueblo trabajador tiene necesidad de un partido de vanguardia con ideología marxista, consciente de su rol. El rol de un partido de vanguardia no puede ser otro que el de coordinar el derrocamiento por el pueblo del sistema capitalista y la construcción del socialismo. De semejante movimiento tenemos necesidad especialmente ahora, cuando, debido a la globalización, la riqueza se concentra en cada vez menos manos y la pobreza se extiende, incluso en los países capitalistas más desarrollados"


jueves, 20 de octubre de 2016

Tres hermanos rumanos en las Brigadas Internacionales

Se puede decir que el caso de los hermanos Minor es el único en la historia de las Brigadas Internacionales, junto con el de los daneses, Herald, Kay y Aage Nielsen, en el que tres hermanos, miembros de una misma familia, lo dejaron todo en su país para marchar a España a combatir el fascismo. Todo un ejemplo de solidaridad internacionalista para la indiferente, desmovilizada e individualista juventud actual por parte de unos jóvenes comunistas que no dudaron en viajar a más de 3000 kilómetros de su familia para luchar contra la amenaza a la humanidad que era y es el fascismo.

Los rumanos Danila, Alexandru y Iosif Minor nacieron en una familia minera, en la zona montañosa de Hunedoara, y desde su juventud tuvieron una actividad sindical y política dentro de los movimientos comunistas.

Su padre, Iosif Minor, fue un minero de la región de Lupeni y Vulcan, y junto a su mujer Iuliana, llevaron una vida difícil llena de privaciones. Tuvieron 8 hijos (siete varones y una niña), y el primero de ellos cayó en los combates de la Primera Guerra Mundial, en la que fueron obligados a participar millones de trabajadores para defender los intereses de las diferentes oligarquías locales.

La infancia de los hermanos se desarrollaría entre vagonetas de carbón que desfilaban continuamente frente a sus ojos curiosos de niño. Allí serían testigos de una de las primeras huelgas masivas de la historia de Rumania: la huelga minera de 1920 de Lupeni, envuelta en el espíritu revolucionario que agitaba a la clase obrera internacional tras el triunfo reciente de la Revolución Bolchevique en Rusia.

En 1925, su padre, después de 30 años de penurias en su trabajo, es obligado a jubilarse debido a una enfermedad, trasladándose la familia al corazón de Transilvania, la ciudad de Targu Mures, con una pensión que apenas la da para sobrevivir a él y su familia. Los hijos se encuadran rápidamente en las filas de diferentes movimientos revolucionarios, participando en las clases clandestinas desarrolladas por las juventudes comunistas o los sindicatos donde se estudia, se debate y se leen las obras fundamentales para la emancipación de los trabajadores.

En Targu Mures, los hermanos participan en las huelgas y otros actos de agitación realizados como respuesta ante la creciente represión al movimiento obrero por las fuerzas de seguridad rumanas, como el ataque a la residencia estudiantil de Timisoara por parte de la policía en 1929. Trabajan en diferentes fábricas de la localidad, y el hermano pequeño, Danila, sería arrestado en dos ocasiones tras convertirse en miembro de la UTC (Unión de Jóvenes Comunistas).

Imagini pentru brigadistas rumanos
Grupo de brigadistas internacionales rumanos
en España
En 1930, los tres hermanos que acabarían jugándose la vida por la libertad del pueblo español contra el fascismo, se trasladan a Bucarest, tras la prohibición en 1929 de los Sindicatos Unidos y perder el trabajo en Targu Mures. Allí se instalan en el barrio obrero de Tonola, donde las condiciones de vida eran insalubres e insanas, como las de todos los trabajadores rumanos hasta la proclamación de la República Popular en 1948.

Tras el golpe de estado fascista contra el gobierno de la República en España, y el estallido de la Guerra Civil, denunciada por el Partido Comunista de Rumania como una "guerra nacional-revolucionaria", llevando a cabo campañas constantes de apoyo y solidaridad con el pueblo español, los tres hermanos Minor intensifican su actividad militante, participando en las organizaciones juveniles comunistas.

Entre 1937 y 1938 los tres manifestarán su interés de viajar a España a luchar contra el fascismo que, como se vio poco más tarde, no era solo un peligro local para los pueblos españoles, sino para toda Europa, también para Rumania (en la que el terror de la Guardia de Hierro estaba ya extendido en el país y el rey Carol II a punto de instaurar una dictadura real con el gobierno del genocida Mariscal Antonescu, pelele, como Franco, de Hitler y Mussolini).

Lo curioso es que ninguno de los tres hermanos supo que los otros dos también iban a ir a luchar a España, hasta que se reencontraron tras su regreso a Rumania, una vez derrotado el gobierno fascista del rey Mihai I y el Mariscal Antonescu e instaurada la República Popular Rumana.

El primero en llegar a España fue Alexandru. Como había realizado, como sus hermanos, el servicio militar en Rumania, todos en batallones disciplinarios por sus actividades dentro del movimiento obrero, fue enviado nada más llegar a París a la primera linea del frente. Durante la primavera de 1938, las fuerzas fascistas asaltaban, con su fiereza propia de bestias, los territorios republicanos del frente de Aragón y Levante.  En este contexto, llegará Alexandru a primera línea, donde participará en la defensa de Lleida, encuadrado en la Brigada XIII, y en los combates del frente de Levante. Allí seria herido y trasladado al hospital de Vich, donde sería atendido por otro voluntario rumano, el doctor Iancu.

El segundo en llegar fue Danila que, después de estar un tiempo trabajando en las instalaciones ferroviarias en Craiova, ciudad del sur de Rumania, volvió a Bucarest para solicitar su envío a España. Allí sería encuadrado, teniendo experiencia con el uso de ametralladoras, en el Batallón Divisionario, y enviado al Delta del Ebro, a la localidad de Tortosa. En los combates Danila caería herido por un obús, y sería enviado urgentemente al hospital donde estaba su hermano Alexandru. El mismo cuenta que: "fue grande mi sorpresa cuando, tras los primeros auxilios, vi a mi hermano en otra camilla cercana, herido en otro frente. Nuestra alegría fue inmensa".

Foto de la familia Minor
El tercer hermano, Iosif Minor, llegaría un poco más tarde a España, y la emergencia de la situación hace que, apenas sin perder tiempo alguno, sea enviado a Sierra Caballs, en el frente del Ebro.  Sin embargo, pronto es reubicado al servicio de vigilancia de los prisioneros fascistas que, como el mismo escribíó, "no solo caían en nuestras manos en los combates, sino que se entregaban hambrientos y harapientos, desmoralizados y presos del terror por los propios actos de los suyos".

Tras la retirada de las Brigadas Internacionales, en octubre de 1938, los dos hermanos Alexandru y Danila fueron evacuados tras abrirse la frontera francesa, donde, como describe triste el segundo, "nos recibieron para ser encerrados en un campo de concentración".

El tercero de los hermanos, Iosif, permanecería en España hasta la derrota final, como muchos otros brigadistas internacionales que se negaron a dejar de luchar contra el fascismo, encuadrándose en el Ejército Republicano. Finalmente, terminó, como sus hermanos, en los campos de concentración que la "democracia" francesa había preparado para los antifascistas que habían luchado en España.

Les esperaba un largo camino para volver a casa. luchando en las filas de la resistencia francesa antifascista, como sucediera con el resto de los brigadistas rumanos que sobrevivieron a la Guerra Civil en España: seguir luchando contra los nazis y los colaboracionistas en Francia o en las filas del Ejército Rojo hasta la liberación de Rumania y la derrota final del fascismo en 1945.

Los datos sobre los hermanos Minor se han extraido del libro "Voluntari romani in Spania" (Voluntarios rumanos en España), editado en Bucarest por el Instituto de Estudios Históricos y Sociopolíticos del Comité Central del Partido Comunista de Rumania, en 1971.

sábado, 10 de septiembre de 2016

Con republicanos españoles en la Resistencia Francesa, Anghel Haralampie

Anghel Haramlapie fue uno de los más de 500 trabajadores rumanos que lucharon contra el fascismo en España como miembros de las Brigadas Internacionales. Como muchos de los brigadistas, después estuvo encerrado en los campos de concentración franceses, teniendo prohibido regresar a su patria si en ella había un gobierno fascista, como en Rumania.

Tras el estallido de la Segunda Guerra Mundial, muchos de los que lucharon en España contra el fascismo no dudaron en formar parte también como voluntarios de los ejércitos que se enfrentaron a Hitler y a Mussolini, o de los movimientos partisanos que se crearon en los países ocupados.

En 1969 se publicó en la República Socialista Rumana, por la Editura Política, el libro Rumanos en la Resistencia Francesa, donde muchos de los que formaron parte de las organizaciones de partisanos franceses escribieron sus experiencias en la lucha contra el fascismo en Francia.

En el artículo que hemos traducido, Con los republicanos españoles en la Resistencia Francesa, Anghel Haralampie, que también fue lucharía como voluntario en las Brigadas Internacionales en España, nos cuenta cómo fue su participación en los grupos guerrilleros franceses y, con más interés si cabe, su experiencia tras el final de la Segunda Guerra Mundial, luchando en los maquis que cruzaron a España desde Francia para combatir al franquismo.

Con republicanos españoles en la Resistencia Francesa, Anghel Haralampie

En septiembre de 1939, cuando estaba recluído en el campo de concentración de Gurs, en el sur de Francia, junto con otros voluntarios de las Brigadas Internacionales, las autoridades nos pidieron que nos uniéramos como voluntarios a los regimientos que se estaban formando para luchar contra las tropas nazis. Junto con un grupo de camaradas rumanos, acepté sin dudar la propuesta. 

Después de una corta instrucción en Barcarès, fuimos enviados al frente del norte, encuadrados en el Regimiento 12 de infantería. Este regimiento estaba formado por hombres de diversas nacionalidades, aunque predominaban los españoles y franceses. 

En la región de Pas-de Calais participaríamos (entre diciembre de 1939 y mayo de 1940) en la famosa "drôle de guerre" (guerra rara[1]). que se terminó con la invasión y ocupación de Francia por el ejército alemán.

En julio de 1940, después del armisticio, fuimos desmovilizados e internados de nuevo en Gurs, pero en esta ocasión aislados del resto de los voluntarios que habían formado parte de las Brigadas Internacionales en España y que se encontraban también en aquel campo.

Poco tiempo después, a causa de que teníamos la cartilla militar de soldados franceses, fuimos liberados del campo, ofreciéndonos la posibilidad de trabajar en las granjas de la región, donde permanecimos unos tres meses, trabajando a cambio de comida. Pero tras aquel periodo, nos presentamos en la prefectura de la ciudad de Pau, que nos concedió un permiso para trasladarnos a Marsella.

Allí nos encontramos con otros rumanos y quedamos entre todos en intentar regresar a Rumania. El consulado rumano[2], al que nos dirigimos, rechazó nuestra vuelta a casa, argumentando que habíamos luchado en un ejército extranjero, perdiendo con ello la ciudadanía.

La necesidad hizo que, junto con Alexandru Bulc e Iosif Balan, nos pusiéramos a trabajar como leñadores en los bosques de Bouches-du-Rhône, después en Vaucluse y, más tarde, durante un tiempo en Drôme.

Se trataba de una región montañosa, donde la humillación sufrida por la derrota de Francia y el saqueo del país por parte de los ocupantes hizo que se prendiera en el ánimo de los franceses una poderosa llama de odio hacia los invasores alemanes. La resistencia política contra los ocupantes y los traidores empezó a hacerse notar en estos lugares alrededor de principios de 1941. Y, hay que decirlo, los más activos animadores de los movimientos por la unidad contra el fascismo eran los comunistas. Pronto se impuso la necesidad de no quedarse atrás con respecto a otras regiones en lo referente a la lucha clandestina contra las fuerzas represivas de los invasores y los colaboracionistas de Vichy.

Los primeros pasos en la preparación de las acciones posteriores consistieron en armar a los hombres disponibles con escopetas de caza y revólveres procedentes del desarme de los gendarmes por el pueblo.

Como he dicho, por aquel entonces me encontraba en el departamento de Drôme. Trabajaba en una carbonera haciendo carbón vegetal, combustible con el que se sustituía la gasolina en los motores, adaptándolo para este menester. Los carboneros estaban entonces muy solicitados y muchos de los que vivían en la clandestinidad escaparon de esta forma a la vigilancia de las autoridades.  Se trabajaba en el corazón de los bosques, en lugares poco accesibles. De hecho, aquí se formaron los primeros núcleos de la resistencia, preparándose para entrar en acción.  Una vasta red de informadores, formada por campesinos de la zona, nos indicaba continuamente si aparecía algún peligro o sobre cualquier movimiento de las fuerzas del orden. En todo caso, raramente se aventuraban los gendarmes por aquellas zonas.

Así se efectuó la preparación militar de los jóvenes maquis, en los llanos de los bosques, protegidos de ojos indiscretos.

La resolución de resistir de la población se concretizaba también mediante la ayuda que daban a los maquis, avisándonos cuando las cartillas alimentarias llegaban al ayuntamiento. Era sabido que los alimentos estaban racionados y distribuidos en cantidades muy pequeñas. Las cartillas eran recuperadas en un simulacro de ataque por los grupos de partisanos, con la complicidad de los patriotas que trabajaban en la alcaldía.

Hacia la mitad del año 1943, el movimiento de la Resistencia se había desarrollado hacia formas más complejas.  Se constituyeron seis batallones de 150 hombres cada uno. Las acciones estaban dirigidas por la comandancia de la región F.T.P.F.[3], al frente de la cual estaba un camarada francés cuyo nombre de guerra era „París”.

Nuestras armas habían sido recuperadas de la guardia movil (gendarmes a caballo), y constaban de carabinas, pistolas automáticas y ametralladoras.

Tras haber sido conquistada también la „zona sur” por la armada de Hitler, una parte de las fuerzas encuadradas en las unidades militares francesas (del „ejército del armisticio”)[4], que estaban destinadas en los departamentos de Drôme, Vaucluse e Isère,  se integraron en los batallones del F.T.P.F., trayendo consigo su armamento (también algunos cañones que habían escondido y puesto a salvo tras la invasión alemana), consiguiéndose liberar después casi toda la región de Drôme.

En un principio, estos militares franceses no participaron en todas las acciones organizadas directamente por el F.T.P.F. Nos entregaban armamento y nosotros, a cambio, les aprovisionábamos con alimentos, pues disponíamos de ellos debido a la colaboración estrecha con la población local.

Teniendo en cuenta todo lo relatado más arriba, era de esperar que las tropas alemanas se lanzaran, tarde o temprano, contra los partisanos. Los primeros ataques fueron dirigidos principalmente contra las fuerzas ubicadas en el monte Venton (entre Vaison y Sault), y se realizaron en combinación con la aviación, que incendiaba grandes superficies de bosque con la intención de hacer arder las posiciones de los maquis.

Imagini pentru gurs
Campo de concentración francés de  Gurs
Los bosques fueron presa de las llamas, pero nosotros teníamos amplias posibilidades de maniobra. Así que continuamos golpeando a los ocupantes con tácticas de guerrilla, con rápidos ataques sorpresa: nuestros principales objetivos eran, en especial, cuarteles y centros de instrucción alemanes. Las operaciones eran llevadas a cabo por grupos de 3 o 4 hombres, tanto con camiones como con bicicletas. Atacábamos barriendo el objetivo con ráfagas de metralleta y lanzando granadas.

En noviembre de 1943 atacamos en Vaison un cuartel ocupado por militares nazis. La operación había sido minuciosamente preparada, participando en ella unos 200 partisanos. Era la primera operación realizada con fuerzas masivas. El ataque duró cuatro horas, causando al enemigo graves pérdidas. Nosotros perdimos 23 hombres. Los alemanes, recuperándose del estupor causado por nuestro raudo ataque, intentaron tomar represalias y destruir un pueblo en el que sospechaban que nos habíamos refugiado, pero su tiro de artillería no fue bien calibrado y todos los obuses cayeron más allá de su objetivo.

Recuerdo otra operación que iba a efectuarse contra una concentración alemana en Séderon.  Desafortunadamente, se saldó con una derrota sangrienta. El enemigo había conseguido, comprándole, la ayuda de un oficial degradado que se encontraba al mando de uno de nuestros batallones. Como el plan de ataque había sido desvelado, los alemanes lograron capturar a 42 compañeros, de los 150 que formaban los efectivos con los que se iba a desarrollar el ataque.

Desarmados y amontonados en camiones, los 42 héroes fueron ejecutados en la plaza de la ciudad, siendo después sus cadáveres arrojados en las aceras. La población fue obligada a asistir, afligida, a aquel sombrío espectáculo nazi.

El resto de nuestras fuerzas, tras lograr refugiarse en los bosques cercanos, se reagruparon. El traidor, finalmente, fue capturado poco tiempo después y ejecutado.

El fracaso de la acción provocó un acerbo ambiente de lucha, intensificando todavía más el odio contra los invasores.

Otra operación digna de ser recordada, en esta ocasión de mayor magnitud, tuvo lugar en el año 1944, tras el desembarco de los aliados en las playas de Normandia, y en la que participé también yo. Se produjo en las circunstancias de la retirada de las tropas nazis del departamento de Drôme.

En su repliegue, y para salvar su piel, los alemanes destruyeron el armamento pesado (tanques, cañones, y otros). Se dirigían hacia Valence, desde donde pensaban continuar su retirada Rodano arriba.  Las unidades de la Resistencia intentaron cortarles el camino de acceso a Valence. Sin embargo, los alemanes contratacaron y nos empujaron hacia las arboladas colinas. Después, como yo no había recibido la orden de retirada, me quedé solo en mi puesto de ametralladora, emplazado entre las rocas a una distancia de cerca de 50 metros del lugar donde los alemanes habían montado mientras tanto un cañón antiaéreo, con el objetivo de proteger la columna en su huida. Permanecí en mi puesto durante tres días y tres noches. Después de que el grueso de las tropas se había retirado y mientras pasaba la última columna de alemanes sobre carros de caballos, seguida de la infantería, por propia iniciativa abrí un fuego intenso sobre ellos. Nuestro batallón de partisanos, siguiendo desde la cumbre lo que sucedía, descendió apresuradamente al valle y capturó a los soldados rezagados de la columna alemana. Cuando  me encontraron, mis compañeros me confesaron que me habían creido muerto.

Todas las unidades partieron después persiguiendo a los alemanes, que tenían prisa en embarcarse en Valence. Allí, sin embargo, fueron sorprendidos por las tropas aliadas, que habían desembarcado en el sur de Francia y junto a las que avanzamos hacia el norte. En la batalla que tuvo lugar en Valence hubo muchas víctimas por ambos lados.

Fue mi última participación en los combates sobre el territorio francés. La, sin embargo, todavía no había terminado para mí.

En aquel final de año de 1944, el clima político generado por la inminente derrota del nazismo por las fuerzas antifascistas aliadas, con la URSS al frente, iba a inflamar el ánimo de los combatientes republicanos españoles, cuya patria sangraba bajo el terror franquista.

En este contexto histórico, los españoles que tanto contribuyeron a la liberación de Francia, en su deseo ferviente de impulsar el movimiento de Resistencia para liberar su propia patria, decidieron reagrupar las fuerzas que habían luchado en las formaciones del F.T.P.F. y continuar la lucha en España. El reagrupamiento tuvo lugar en el mes de noviembre de 1944, en Montélimar, departamento de Drôme. Me uní también yo con entusiasmo a esta acción con la que me sentía tan identificado.

Imagini pentru maquis en españa
Maquis cruzando los Pirineos
Dotados con armamento ligero y contando con algunos medios de transporte, los cerca de 35.000 combatientes marchamos a Toulousse, desde donde teníamos que dirigirnos a la frontera española.  El reagrupamiento duraría unas tres semanas.

Llegamos a la frontera, que cruzamos por un territorio extenso, entre Bayonne y Perpignan. Estando el ataque muy bien coordinado, logramos liberar un territorio español de una extensión aproximada de 35 kilómetros.  Liquidamos la resistencia de los puestos de la Guardia Civil española, manifestando la población local un entusiasmo indescriptible. Pero desasfortunadamente, después de 25 días, las autoridades francesas nos dieron la orden de regresar a territorio francés. En caso contrario, amenazaban con cerrar la frontera a nuestras espaldas.

No voy a dar más explicaciones sobre las causas de esta medida dictada por las autoridades francesas, que se hicieron claras en una fase posterior de la situación política. Al regreso, sin embargo, tuvimos la precaución de esconder una parte de nuestras armas en las montañas.

Pronto nos organizamos de nuevo, y en esta ocasión de modo clandestino, en pequeños grupos de unos 7-10 hombres. Así que en el mes de diciembre de 1944 me encontraba al frente de un grupo de siete combatientes que penetró de nuevo en tierra española.

Después de unos 15 días, durante los que encontramos en nuestro camino a otros grupos de partisanos españoles,  continuamos avanzando hacia el interior de España, siguiendo las cadenas montañosas hacia el sur, donde operaban desde hacia muchos años formaciones guerrilleras. En un pueblo de Andalucía, cerca de Córdoba, atacamos un cuartel de marroquíes. El cuartel fue tomado por sorpresa en plena noche. Éramos casi 300 partisanos. Tras el exitoso ataque, que se saldó con una gran parte de los efectivos franquistas diezmados, se nos ordenó hacer economía de municiones y retirarnos a las montañas, siguiendo un itinerario establecido previamente.

En los montes de Córdoba permanecimos casi 15 días y, después de terminar de reagruparnos, una parte de los combatientes extranjeros volvimos de nuevo a Francia. Nuestro peregrinaje por territorio español, con algunas escaramuzas por el camino, duró seis meses. El 9 de mayo de 1945 me encontraba otra vez en Francia.

Tras la victoria sobre las oscuras fuerzas fascistas el 9 de mayo de 1945, fui desmovilizado, regresando a mi país en diciembre de 1945.

Echando la vista atrás hacia aquellos años, no puedo terminar esta breve retrospectiva sin evocar, lleno de reconocimiento, la satisfacción moral que me aportó el contacto directo con los camaradas de lucha, con la población francesa y española. Aquellas vivencias grabaron profundamente en mi corazón el afecto hacia los pueblos que luchan por defender su independencia, por la humanidad y por la liberación del hombre de toda explotación.

[1] En español se suele conocer como "guerra de broma", a veces también como "la guerra falsa" o "guerra ilusoria", aunque el autor del artículo la traduce en rumano como "ciudate razboi", guerra rara). (Nota del T.)

[2] Rumanía tenía entonces un gobierno fascista dirigido por el Mariscal Antonescu, bajo el reinado del rey Mihai I (Nota del T.)

[3] Francotiradores y Partisanos Franceses (FTPF) (Nota del T.)

[4] Si bien la Wehrmacht no estaba estacionada en la zona libre, la seguridad interna de ésta dependía solamente de las fuerzas policiales del régimen y de un ejército francés (el "ejército del armisticio") reducido a solamente 100.000 hombres en todas sus armas, sin artillería pesada ni tanques (Nota del T.)

jueves, 2 de junio de 2016

Olga Bancic: heroína antifascista rumana

Olga Bancic (Golda), nació un 10 de mayo de 1912 en Chişinău, entonces todavia parte del Imperio Ruso, y que poco despues, en 1917, se convertiría en capital de la República Soviética de Moldavia, experiencia corta (*) pero que marcaría su carácter revolucionario. Así, Olga Balcic fue desde muy joven comunista, y seguiría siéndolo en Francia, donde se convertiría en una heroina a la que todavía se homenajea  por su contribución en la lucha en la Resistencia Francesa contra el fascismo.

Estuvo casada con el también escritor comunista rumano, Alexandru Jar, combatiente de las Brigadas Internacionales en España contra las tropas de Hitler, Mussolini y Franco, y que luego también formaría parte de los maquis franceses.

Olga era de familia muy pobre, y a los 12 años (en 1924) fue arrestada por primera vez en la Chisinau  bajo control rumano, por participar en una huelga en la fábrica de colchones en la cual trabajaba. A pesar de su edad, fue encerrada y maltratada. Sería arrestada por lo menos diez veces por sus actividades clandestinas y a favor del movimiento obrero, hasta que se trasladara a Bucarest.

Placa en Paris en recuerdo a partisanos del Grupo
Manochian: entre ellos Olga Balcic y el español
Celestino Alfonso, teniente del Ejercito Republicano
En la capital rumana, formará parte, desde 1933, de las organizaciones obreras locales y del Partido Comunista, y se casaría con el nombrado Alexandru Jar. En la capital de Rumania vivió en la calle que llevó después su nombre, hasta 1995, aunque, como se verá, la placa que recordaba y glorificaba su lucha antifascista ya haya desaparecido.

En 1938, y tras ser detenida varias veces de nuevo, la persecución de la policia rumana hizo que se trasladara junto a su marido a España, para formar parte de las tropas voluntarias de las Brigadas Internacionales, Sin embargo, el próximo final de la Guerra hace que Olga se mantenga en París como parte de los grupos de apoyo. Allí, se destacará por formar parte de los grupos de transporte de armas al otro lado de la frontera francesa, para apoyar al ejército republicano español. Más tarde, su marido, que sí combatió los ultimos meses de la guerra en España como soldado del Ejercito Popular,  se convertirá en un líder importante de la Resistencia Francesa, creada por el Partido Comunista Francés, de la que también formaron parte tras la victoria fascista en España miles de combatientes republicanos españoles y miembros de las Brigadas Internacionales. Olga,  también fue una activa militante de los grupos partisanos.

En 1939 nace en Francia su hija, a la que llamaran Dolores, en honor a La Pasionaria, la líder comunista española Dolores Ibarruri. Olga se convertirá en una de las más activos luchadores antifascistas de la Resistencia. Uno de los miembros de este movimiento comunista, Arsene  Tchakarian, dice de ella que: “Su nombre en la clandestinidad era Pierretta, no sabiamos que se llamaba Olga, ni que era judia, ni que estaba casada con Alexandru Jar, importante responsable entonces del F.T.P.-M.O.I. (Francotiradores y Partisanos de la Mano de Obra inmigrante), ni siquiera que tenia una hija escondida en el pais. “Pierrette” tenia la responsabilidad principal de transportar armas, pero también de luchar a nuestro lado. Las mujeres que hacian el transporte de armas cumplian una mision mucho mas peligrosa que los luchaban con ellas en la mano, pues ellas no tenian como defenderse. Nuestros luchadores de la Resistencia atacaban las sedes de la Gestapo, sus comandancias, luchaban, disparaban, y despues tiraban las armas y huian. Las mujeres de confianza las recuperaban y las traian de nuevo. Era una de las mas peligrosas misiones".

Artículo de L´humanité en recuerdo de la heroina rumana
Olga transportaba armas y municiones a los partisanos de la Resistencia, repartía folletos antifascistas y, además, participó en numerosos combates  y actividades de sabotaje contra los ocupantes nazis y sus complices franceses. Al final, se integraría en el grupo de maquis de la resistencia dirigido por Manouchian. Cuando tenía tiempo, iba a visitar a su hija Dolores, que ya tenía dos años, y vivía en la casa de una familia campesina simpatizante de la Resistencia.

Si hubiera sobrevivido, habría llegado a ser con seguridad uno de los personajes politicos mas importantes de la Francia postbelica o de la Rumania Socialista. En realidad, se había convertido en la imagen de la Resistencia Francesa. Hablaba cinco idiomas y sus principios políticos eran firmes.

Las acciones represivas de la Gestapo contra el movimiento comunista se intensificaron después de que Olga Bancic y sus camaradas consiguieran acabar con la vida del general de las SS, Julius Richtter, el jefe de la Comandancia alemana para los Campos de Trabajo. En 1943, y debido a una traición, todo el grupo de Manouchian es detenido.

El proceso del grupo Manouchian tuvo lugar el 19 febrero de 1944, siendo todos condenados a muerte.  23 partisanos, (entre ellos el español "Alfonso"), fueron ejecutados en la cárcel de Mont Valerien, en las afueras de París. Olga  Bancic fue condenada a la decapitación en la guillotina, aunque finalmente es trasladada a Alemania, a Stuttgart, pues en Francia no era legal la ejecución de mujeres. El 10 de mayo de 1944, el mismo día de su nacimiento, con 32 años, es decapitada, sorprendiendo a todos a la hora de su ejecución con la misma actitud de dignidad y valentía que tuvo durante toda su vida, tras resistir los golpes y las brutales torturas sin decir nada de lo que sabia a los alemanes. Ni lloró ni pidió perdón a nadie. El único ruego que hizo al comandante de la cárcel donde murió fue que entregara una carta, que había escrito el dia anterior, a su hija, y que decia asi:

Olga con su hija Dolores
Mi pequeña hija amada, pequeña mia!
Tu mama te escribe su ultima carta, pequeña mia! Mañana a las 6, en el 10 de mayo, dejaré de existir. Amor mio, no llores, porque tu mama no ha llorado tampoco. Muero con la consciencia firme y con todo el convencimiento de que mañana tendrás una vida y un futuro mas feliz del que tuvo tu madre. No debes sufrir. Ten orgullo de tu madre, pequeña mia, cariño. Tengo siempre frente a mis ojos tu imagen. Creo que verás pronto a tu padre, y tengo esperanza de que él tendrá un futuro diferente al mio. Dile que pensé siempre en él como en ti. Os amo con todas mis fuerzas. Los dos me sois muy queridos. Mi querida hija, tu padre, es para ti, tambien una madre. Te ama mucho. No vas a sentir mi ausencia. Mi querida hija, termino la carta con la esperanza de que vas a ser feliz toda la vida con tu padre, con todo el mundo. Te beso con todo mi corazón, mucho, mucho, mucho.
Adios mi amor.
Tu mama, Olga
".

En Francia, en el muro del edificio de la 19, Rue au Maire, 3ème, París, existe una placa en recuerdo de los miembros del FTP/MOI, entre los que aparece el nombre de Olga Bancic. En Rumanía existió desde los años 50 una placa en la calle donde Olga y su marido vivieron en Bucarest, y que llevó su nombre hasta 1995. En la placa escribía lo siguiente:

"Olga Bancic, 10 de mayo 1912-10 de mayo 1944. Luchadora antifascista de Rumania decapitada por los nazis en Stuttgart. Su vida, su lucha y su muerte heroica empujá hoy el trabajo del pueblo rumano por el camino dle progreso".

Tras el asesinato del presidente de Rumania, Nicolae Ceausescu, en diciembre de 1989, tras el triunfo del golpe de estado que restauró la barbarie capitalista , los mismos herederos del fascismo contra los que Olga Bancic luchara, arrancaron la placa en su memoria de la pared donde se encontraba, destruyéndola a escondidas.

Y es que si hay algo que hiere a los fascistas (por mucha máscara democratica que se pongan),a  los que hoy gobiernan Rumania y toda Europa, es el recuerdo de aquellos que una vez les derrotaron.

Placa que recordaba en Bucarest a la luchadora antifascista Olga Bancic
Hueco que queda tras la Contrarrevolución de diciembre de 1989, perpetrada
por los mismos contra los que lucharon heroes como Olga
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