Mientras tanto, en Rumania, concretamente en la zona carpática de Petrila, un grupo de mineros se han reunido alrededor del último vagón cargado de carbón extraído de la más antigua y profunda mina de carbón del país, clausurada el pasado viernes.
La mina de carbón de Petrila, que se inauguró hace 156 años y alcanza los 1.000 metros de profundidad, ha sido clausurada, siguiendo acuerdos internacionales, que declaraban la mina improductiva.
Curiosamente, los grandes grupos empresariales productores de carbón, al igual que los de crudo, han decidido no reducir la explotación a pesar de la menor rentabilidad, con lo cual han expulsado del mercado a los rivales con mayores costes de producción. Se trata de una nueva maniobra del cártel del carbón, formado por las principales productoras, para concentrar un mayor porcentaje del mercado en sus manos. Maniobras que dejaran en la calle a cientos de mineros rumanos, que llevan toda la vida extrayendo carbon de la tierra en uno de los mayores filones de este combustible de Europa.
Como se ve en la imagen adjunta, los principales productores de carbón son las principales potencias económicas actuales, entre ellas China, Estados Unidos o Rusia que, si consideramos la propiedad de las explotaciónes en el mundo, controlan la mayor parte del mercado internacional del carbón.
Hace 25 años el Valle del rio Jiu, en el extremo occidental de los Cárpatos, trabajaban mas de 200.000 mineros, en lo que era una de las principales cuencas carboníferas de toda Europa Centro-Oriental. Ya en el año 2000, la población del valle de Jiu se estimó entre 160-170.000 habitantes, menos que mineros producían diez años antes. Todo ello producto de la destrucción de la riqueza del país tras el golpe de estado del 89 con el fin de transformar el país en una colonia abierta de par en par a los productos de las potencias capitalistas y en manos de sus inversores.
El principal problema es que el cierre de las minas, como sucedio con la gran mayoría de la industria existente en Rumania hace 25 años, condena a los trabajadores al desempleo, a la huida en busca de un trabajo, no siempre digno, y, en general, a la desesperación. La causa del cierre son los intereses económicos de multinacionales y potencias económicas, o de la oligarquía local vendepatrias a su servicio; la consecuencia, la ausencia de futuro para los trabajadores rumanos.
Los mineros, que se saben condenados a langidecer a partir de ahora en el empobrecido y cada vez más aislado Valle del Jiu, han realizado un acto simbólico en torno a la extracción de la última vagoneta de la mina, la última tonelada de carbón. Entre lágrimas y lamentos, han cantado por última vez el himno de los mineros.
Un triste final de abandono y resignación para una vida entera de trabajo de un colectivo que fue bandera y vanguardia de la clase trabajadora durante los años de riqueza colectiva y que, tras el golpe de estado de diciembre de 1989, fue prácticamente el único que intentó oponer resistencia y freno, en las conocidas como "mineriadas", a los desmanes de los adalides del capitalismo, al salvaje saqueo de la riqueza construida, extraida y transformada por el pueblo rumano durante las cuatro décadas de Socialismo.
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