El nuevo premier rumano, el derechista Dacian Ciolos |
La consigna repetida hasta la saciedad, y puesta en boca del pueblo cuando interesa, como ahora, es que "la calle" no quiere un gobierno político, debido a la corrupción y a la situación caótica (provocadas ambas, por otra parte, aunque eso no lo dicen, por 25 años de capitalismo), y que un "tecnócrata" dirigirá el gobierno como una empresa, en base a criterios de eficacia, rentabilidad, etc..
Sin embargo, estas premisas son de principio falsas, pues, en primer lugar, los llamados "tecnócratas" no son realmente apolíticos, además de que aceptarlos como solución implica, en esencia, negar que la elección democrática de los representantes organizados en opciones políticas, sea la máxima expresión de la libertad en una sociedad capitalista, como la clase dominante ha vendido hasta ahora a los sometidos
En realidad un tecnócrata es, igual que un miembro de partido, político, y sigue en su actividad unos objetivos políticos que, en este caso, son los del Partido Popular Europeo de Angela Merkel, Mariano Rajoy, Klaus Iohannis y Dacian Ciolos: profundizar la Europa de los mercaderes, austeridad para trabajadores y dispendio para sus parásitos, aumentar la privatización de los servicios públicos y reducir las limitaciones para el comercio y para las multinacionales. Porque un tecnócrata es, ni más ni menos, que un aplicador eficaz de las políticas diseñadas y beneficiosas para la clase dominante. De hecho, también en la URSS se puede decir que había tecnócratas, miembros de la burocracia del partido que no estudiaban ya, ni por supuesto entendían, a Marx, Lenin o, ni mucho menos, al criminalizado Stalin, y simplemente se dedicaban a aplicar los principios económico-políticos establecidos de la forma más eficiente posible.
Por eso mismo, ya en 1970, en la Conferencia de Lushan, Mao Tse Tung llamaba a los comunistas chinos a leer más a Lenin y Marx y alertaba de que incluso muchos miembros del Comité Central no sabián qué era el marxismo, sino que simplemente recitaban sus dogmas de memoria: también el gobierno chino ya entonces empezaba a estar lleno de "tecnócratas" que pensaban más en la eficacia económica para el beneficio de su clase que en la liberación de los oprimidos y el empoderamiento de las masas. De aquellos chispas, surgió, lógicamente, el incendio de la reinstauración del capitalismo en la República Popular China ¿no es claramente política la labor de un tecnócrata?
En este sentido, Dacian Cocos no es un hombre apolítico, ni mucho menos, como demuestra su servicio constante al Partido de la Austeridad de la U.E., y su definición como tecnócrata es una forma de hacer pensar a esa "calle" que pide cambios que ha merecido la pena echar al partido que votó la mayoría porque el "tecnócrata" no va a defender los intereses de ningún partido, sino los de "la gente". Otra vez la contradicción: pero, ¿los intereses del pueblo no habían sido votados ya en las últimas elecciones, ese sacrosanto acto que expresa y define la libertad en la democracia burguesa capitalista?
Un tecnócrata, en definitiva, no es, en ningún caso, tal cosa. Lo llaman tecnocracia y no lo es. En esta ocasión, el nuevo primer ministro de Rumania tiene como función defender determinadas políticas con más rotundidad y fidelidad que el gobierno anterior: los intereses marcados por la Unión Europea, es decir, de su clase dominante, que en este caso son la austeridad para esa "calle" que supuestamente pide tecnocrátas en el gobierno, garantizar el sometimiento a los intereses imperialistas de la metrópolis, EE.UU., y seguir desmontando y recortando todo lo público, lo social y, por supuesto, los derechos de los trabajadores, tan incómodos para que los que marcan esa política sigan aumentando sus beneficios.
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