La excusa que ha servido para justificar lo que supone la via libre para la entrada de los ejércitos de la agresiva organización militar bajo el control de Estados Unidos en Rumania ha sido la existencia de una supuesta amenaza externa ¿Cuál es esa amenaza?
Hace tiempo, cuando Estados Unidos ideo el conocido como escudo antimisiles, que implicaba la instalación sistemas de cohetes de largo y medio alcance en los paises del este de Europa, las razones argumentadas para explicar esa evidente agresión contra Rusia era la protección de un posible ataque nuclear por parte de Irán. Evidentemente, ni los rusos ni nadie que tenga más de dos dedos de frente se tragaron el cuento, pues el sistema estaba diseñado desde el Pentágono contra la Federación Rusa.
Hoy, cuando el golpe de estado perpetrado en Ucrania por los servicios secretos de Washington y de Bruselas provoco la resistencia de las repúblicas del Donbass, y la reacción rusa de la recuperación de la península de Crimea, la siguiente vuelta de tuerca de los yankees es la militarización de las fronteras con Rusia, lo que implica el acuartelamiento (eufemismo para no decir el control militar directo del territorio y, por supuesto, la política y la economía local por el ejército de la OTAN) de soldados dirigidos directamente desde Washington en paises como Rumania.
El negocio es, además, redondo, pues los acuerdos (otro eufemismo para esconder lo que realmente es la imposición de la metrópoli a la colonia) determinan que el estado rumano, es decir, sus trabajadores, pagarán gran parte de los gastos de los militares de la OTAN en Rumania. Los adornos incluidos en el texto intentan suavizar lo que es visto por muchos rumanos como una clara invasión militar (algo, por otro lado, nada extraño. pues Rumania lleva 25 años invadidad y controlada por estados y multinacionales extranjeras), diciendo vagedades que el Ministerio de Defensa monitorizará todo el armamento utilizado o almacenado y que los soldados rumanos formarán parte de los ejércitos formados, de sus maniobras y su instrucción (y, evidentemente, de sus acciones de ataque, si estás tienen lugar).
Sin embargo, el ambiente prebélico en Rumania, por mucho que se empeñan los medios de propaganda en provocarlo, es escaso y, en general, los rumanos no entienden ni apoyan la evidente agresión a Rusia, a la que ni mucho menos consideran un enemigo ni una amenaza. Más bien lo contrario, el continuo aumento de la presencia militar norteamericana, y de otros paises vasallos miembros de organizaciones controladas por ellos como la OTAN, no sienta nada bien a los rumanos, que recuerdan que Rumania estuvo libre de presencia militar extranjera desde finales de los años 50, cuando el Ejército Rojo abandonó el país después de una década desde su liberación de manos del capitalismo fascista.
Sin embargo, desde que los servicios secretos occientales y rusos, apoyados por la élite del Partido Comunista de Rumania, transformada ya en una clase precapitalista privilegiada, dieran el golpe de estado contra los trabajadores rumanos en diciembre de 1989, el país se ha transformado a pasos agigantados en una colonia totalmente dependiente de potencias extranjeras y, en los últimos años, vigilada de cerca por tropas norteamericanas y de la OTAN (perdon por la redundancia) y dispuesta, si los trabajadores no lo evitan, a servir de carne de cañón para los intereses de su clase parásitaria capitalista y de las multinacionales estadounidenses y europeas.
1 comentario:
Pues donde hay tropas norteamericanas,hay violaciones y maltrato a la población.El único peligro que tiene Rumanía son sus propios dirigentes.
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