En el primer movimiento, el compositor intenta expresar el bienestar en el que vivían los trabajadores soviéticos, y como este se ve truncado por la nueva agresión del capitalismo, en aquella ocasión dirigida por las tropas nazis. El desarrollo musicaliza del gran sufrimiento de la guerra se va dramatizando hasta que, en el último movimiento, se transforma en una marcha triunfal que conduce al apoteosis.
Khrennikov visitó diversas veces el frente de batalla, realizando conciertos para los soldados rojos (en aquella época los trabajadores soviéticos eran personas con ansia de cultura que, como buenos comunistas, ansiaban conocer, siguiendo la recomendación de Lenin, "toda la cultura existente hasta el momento", del mismo modo que estudiaban las obras que les daba a conocer el marxismo-leninismo). En el mes de mayo de 1945, Kherennikov entraría en el Berlín conquistado al lado de las tropas del Ejército Rojo, tomando parte en la emisión radiofónica con cantos en honor a la victoria sobre los nazis y el capitalismo.
Kherennikov desde su juventud destacó por su activismo político, en especial en el mundo de la música, y estuvo comprometido como agitador cultural, tal y como se ha podido comprobar también en el párrafo anterior, durante todo el desarrollo de la guerra. En este marco, escribió varias obras, la más conocida la Sinfonía número 2.
En 1947 se afilió definitivamente al Partido Comunista, llegando en 1962 a ser diputado del Soviet Supremo. En 1948 fue nombrado Secretario General de la Unión de Compositores Soviéticos, por su identificación con la concepción del arte al servicio de la clase obrera de la URSS.
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