El Centro Internacional Oscar Niemeyer en Avilés |
Entre su multitud de grandes obras, destaca la capital de su pais, Brasil, diseñada y construida bajo su dirección entre 1957 y 1963, y que sería declarada por la UNESCO Patrimonio Histórico de la Humanidad.
Todos los medios de propaganda capitalistas han hecho reseñas sobre su muerte, destacando que su obra estuvo marcada por la sensualidad de las curvas y una gran imaginación práctica, pero pocos, por supuesto, destacaron, como suele suceder en estos casos, que jamás abandono sus profundas ideas comunistas y sus rotundos principios militantes hasta el momento de su muerte.
La Catedral de Brasilia |
Fue un histórico militante desde la clandestinidad del Partido Comunista de Brasil, y no renegó nunca de sus convicciones.
“Nunca me callaré la boca. Nunca esconderé mis convicciones comunistas. Y quien me contrata como arquitecto conoce mis concepciones ideológicas”, insistió Niemeyer hasta el final de sus días. El arquitecto brasileño decía haber “comprendido inmediatamente que hay que cambiar las cosas”. “Entré al partido y me quedé (…) Hay que conocer ante todo la vida de los hombres, su miseria, su sufrimiento para hacer arquitectura de verdad”.
Al respecto de su construcción de Brasilia, Niemeyer afirmaba que "construir una ciudad ha sido fantástico. Pero luego el sueño se acabó, precisamente en el día de la inauguración. No subí al palco de las autoridades: me quedé abajo, con los peones que habían trabajado para construir una ciudad donde no podrían vivir. El mundo soñado era imposible. Dejábamos de ser iguales".
Por su
abierta militancia comunista, al igual que muchos brasileños artistas e
intelectuales de izquierda, Niemeyer vivió en Francia durante sus años
de exilio durante la dictadura militar (1964-1985).
Siempre fue sincero y jamás dejó de admirar a los grandes constructores del comunismo, a pesar de su criminalización por los medios:
"Stalin fue un sujeto fantástico" dijo en una de sus últimas entrevistas, en la que calificó a la extinta URSS como "sesenta años de gloria para la Humanidad".
Seria en sus inicios como arquitecto discipulo de Le Corbusier, y en 1963 recibió el Premio Lenin de la Paz. En su haber se encuentran decenas de espectaculares obras arquitectónicas.
En España construyó el Centro Cultural de Avilés que lleva su nombre, y su última obra fue inaugurada en abril en pasado en Brasilia. Es la Torre Digital, un cilindro de 180 metros de altura con pétalos de concreto que de lejos se parece a una flor propia de las llanuras centrales de Brasil.
En su libro Espejos. Una historia casi universal,
Eduardo Galeano nos narra en
su cuentito “Ananá” la semejanza de la Catedral de Brasilia con una
fruta tran tropical como la piña o ananá:
“El ananá, o abacaxi… los españoles lo llamaron piña… Aunque venía de América, este manjar de alta finura fue cultivada en los invernaderos del rey de Inglaterra y del rey de Francia, y fue celebrado por todas las bocas que tuvieron el privilegio de probarlo. Y siglos después, cuando ya las máquinas lo despojaban de su penacho y lo desnudaban y le arrancaban los ojos y el corazón y lo despedazaban para meterlo en latas a un ritmo de cien frutas por minuto, Oscar Niemeyer le ofreció, en Brasilia, el homenaje que merecía. El ananá se convirtió en catedral”.
Como hemos dicho, y a pesar de la inmortal importancia de su obra arquitectonica, el mismo reconocía que su principal objetivo y sueño era político, y antes que arquitecto se sentía, y jamás lo ocultó, comunista:
“No quiero cambiar la arquitectura lo que quiero cambiar es esta sociedad de mierda”.
“Nunca me callaré la boca. Nunca esconderé mis convicciones comunistas. Y quien me contrata como arquitecto conoce mis concepciones ideológicas”, insistió Niemeyer hasta el final de sus días. El arquitecto brasileño decía haber “comprendido inmediatamente que hay que cambiar las cosas”. “Entré al partido y me quedé (…) Hay que conocer ante todo la vida de los hombres, su miseria, su sufrimiento para hacer arquitectura de verdad”.
Dibujo de Niemeyer en el interior de su Teatro Popular de Niteroi |
Al respecto de su construcción de Brasilia, Niemeyer afirmaba que "construir una ciudad ha sido fantástico. Pero luego el sueño se acabó, precisamente en el día de la inauguración. No subí al palco de las autoridades: me quedé abajo, con los peones que habían trabajado para construir una ciudad donde no podrían vivir. El mundo soñado era imposible. Dejábamos de ser iguales".
La torre digital de Brasilia |
Siempre fue sincero y jamás dejó de admirar a los grandes constructores del comunismo, a pesar de su criminalización por los medios:
"Stalin fue un sujeto fantástico" dijo en una de sus últimas entrevistas, en la que calificó a la extinta URSS como "sesenta años de gloria para la Humanidad".
Seria en sus inicios como arquitecto discipulo de Le Corbusier, y en 1963 recibió el Premio Lenin de la Paz. En su haber se encuentran decenas de espectaculares obras arquitectónicas.
En España construyó el Centro Cultural de Avilés que lleva su nombre, y su última obra fue inaugurada en abril en pasado en Brasilia. Es la Torre Digital, un cilindro de 180 metros de altura con pétalos de concreto que de lejos se parece a una flor propia de las llanuras centrales de Brasil.
La mano Niemeyer, del Memorial de América Latina |
“El ananá, o abacaxi… los españoles lo llamaron piña… Aunque venía de América, este manjar de alta finura fue cultivada en los invernaderos del rey de Inglaterra y del rey de Francia, y fue celebrado por todas las bocas que tuvieron el privilegio de probarlo. Y siglos después, cuando ya las máquinas lo despojaban de su penacho y lo desnudaban y le arrancaban los ojos y el corazón y lo despedazaban para meterlo en latas a un ritmo de cien frutas por minuto, Oscar Niemeyer le ofreció, en Brasilia, el homenaje que merecía. El ananá se convirtió en catedral”.
Como hemos dicho, y a pesar de la inmortal importancia de su obra arquitectonica, el mismo reconocía que su principal objetivo y sueño era político, y antes que arquitecto se sentía, y jamás lo ocultó, comunista:
“No quiero cambiar la arquitectura lo que quiero cambiar es esta sociedad de mierda”.
1 comentario:
El Museo de Arte Contemporáneo de Niterói es un ejemplo de la genialidad de Niemeyer: en armonía perfecta con la naturaleza de Río de Janeiro. O la Universidad de Constantina en Argelia, con un gran espacio entre los edificios, con una paz indescriptible.
Es que los arquitectos con criterio social, como Niemeyer, piensan en la armonía de las ciudades con el hombre trabajador y no en los palacetes o los lujos anárquicos del régimen capitalista.
Es muy importante, así, rescatar al Niemeyer militante. Porque su militancia hasta en la arquitectura se ha visto reflejada. Porque puso de lo suyo para cambiar esta sociedad de mierda.
Saludos socialistas.
Publicar un comentario