“La historia de cómo el Ejército Rojo salvó a Europa del nazismo se está borrando en los libros de historia occidentales y cada vez es más habitual retratar a los soldados rusos como opresores y ocupantes, en vez de mostrarlos como salvadores”.
Para respaldar la anterior se destaca el caso de Polonia, donde la Cámara Baja del Parlamento ha aprobado una ley para demoler las estatuas de la época soviética, lo que incluye los monumentos dedicados a los soldados del Ejército Rojo. La ley fue propuesta por el Instituto Polaco de Memoria Nacional y uno de sus profesores afirmó: “Puedo afirmar con seguridad que aquí el Ejército Rojo está considerado como un invasor que ocupó nuestras tierras”. En la misma línea, los guías polacos en el campo de concentración de Auschwitz no cuentan que los soldados rusos ayudaron a liberarlo, mientras manipulan la verdad afirmando que la Segunda Guerra Mundial no solo empezó por Hitler sino también por Iósif Stalin.
Aunque no todo el mundo en Polonia está contento con esta nueva ley. “El pueblo polaco obtuvo su independencia y libertad del fascismo alemán gracias a la ayuda del Ejército soviético. Nosotros, la generación posterior a la guerra, no habríamos nacido... si Hitler hubiera ganado a Stalin”, afirma en el documental Tadeusz Kowalczyk, coronel en la reserva polaco.
Soldados soviéticos en la liberación de Auschtwitz |
Peter Sixl, investigador de la sociedad Cruz Negra Austríaca, que se dedica a cuidar las tumbas de los soldados soviéticos, señala la dimensión humana de lo ocurrido hace 70 años. “Los soldados caídos, o aquellos que vivían en cautividad, también tenían madres y familias. No importa la nacionalidad o la religión, el sufrimiento de una madre siempre es igual”.
Estas cuestiones no se destacan en la mayoría de los libros de texto europeos. Del mismo modo que tampoco se suele mencionar el hecho de que en 1934 Polonia fuera el primer país europeo en firmar un pacto de no agresión con Hitler, el conocido como Pacto Pilsudski-Hitler.
Es más, también suele obviarse el hecho de que el Reino Unido y Francia firmaran el Acuerdo de Múnich con Hitler. Esta pacto permitió que Alemania, ayudada por Hungría y Polonia, se anexionara parte de Checoslovaquia en 1939, una agresión militar que puso en marcha la Segunda Guerra Mundial.
Tadeusz Kowalczyk afirma en el documental que “en 50 años los niños polacos pensarán que no fue el Ejército Rojo sino el estadounidense quien liberó Polonia”. Tal y como subrayan los autores, “pocos occidentales saben que, mientras las muertes de estadounidenses en Europa ascendieron a 300.000, la URSS sufrió unas 25 veces ese número. Es más, el Ejército Rojo acabó con cuatro veces más soldados alemanes que EE UU y sus aliados en el frente occidental”.
En el documental también se denuncia cómo han convertido la memoria de los campos de concentración y exterminio nazis y fascistas, aquellos que en realidad fueron sus cómplices del surgimiento y extensión de esta variante del capitalismo, en un parque de atracciones que solamente busca hacer negocio, hacer dinero, dejando en un lugar secundario su papel como recuerdo y aviso de las consecuencias de no luchar contra los privilegios y impunidad de la clase capitalista en su continuo esfuerzo de vivir y enriquecerse a costa de los trabajadores y de los recursos de otros pueblos.
En resumen, el objetivo del documental es combatir la falsificación de la historia que llevan a cabo los que, en definitiva, fueron y son los que recogieron el legado del fascismo tras el final de la guerra, pues, finalmente, este no fue más que un intento del gran capital de apretar las tuercas aún más a la clase trabajadora, aunque gracias a los soviéticos el tiro, nunca mejor dicho, les saliera por la culata en aquella ocasión.
Fuente: Espina Roja
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