El nuevo primer ministro |
Nada más llegar y ocupar el puesto, el nuevo Primer Ministro, Ludovic Orban, curiosamente del mismo nombre el presidente húngaro, ha anunciado lo que espera a los ciudadanos de Rumania, especialmente a los trabajadores, repitiendo el mantra neoliberal de"no hay dinero para pensiones ni para sanidad", acusando, por supuesto, al viejo gobierno de la situación, a pesar de que se trate de una estrategia generalizada y dictada en todo el mundo occidental por el gran capital. En este caso, las grandes fortunas y corporaciones de Rumania están encantadas con el cambio de circunstancias en el país.
No obstante, ya explicó certeramente el premio Nobel portugués, José Saramago, que los políticos actuales, defensores con uñas y dientes de la democracia burguesa, no son más que "comisarios políticos de los intereses del gran capital" y, por ello, el nuevo gobierno, dirigido por el Partido Nacional Liberal, (que a pesar del nombre, forman parte del grupo conservador de la Unión Europea, no del liberal, aunque en realidad tanto dé uno que otro), se dispone raudo y decidido a aplicar sus órdenes.
El PSD, en teoría socialdemócrata, tampoco ha destacado por favorecer los intereses de los currantes frente a los que de ellos viven, pero al menos ha defendido una legislación laboral un poco más proteccionista de los derechos del trabajador, sin aceptar reformas laborales más liberalizadoras y, por otro lado, siguiendo una política de crecimiento del salario mínimo y de las pensiones, muy criticada por la derecha.
Paradójicamente, o no tanto, el PSD ha estado en el gobierno en los últimos años con el apoyo de los liberales de ALDE (que le han impuesto políticas tan reaccionarias y favorables a las grandes fortunas y empresas, como el impuesto único, impidiendo cualquier noción de renta progresiva).
El valedor del nuevo gobierno conservador: el presidente Klaus Iohannis |
No obstante, el PSD (con sus diferentes fórmulas partidistas) ha ganado todas las elecciones legislativas en Rumania desde el golpe de estado de 1990, aunque no siempre hay podido formar gobierno debido a las alianzas postelectorales de la derecha, por lo que es probable que este nuevo gobierno solo dure hasta las próximas elecciones, que parece se celebrarán cuanto antes.
El próximo domingo se celebraran, por cierto, las elecciones presidenciales, en los que el presidente actual Klaus Iohannis, radical defensor del desmantelamiento de derechos sociales y de la flexibilización del mercado de trabajo, es el favorito en el primer turno, a pesar de las acusaciones que pesan sobre él de controlar la justicia y dirigir la supuesta lucha contra la corrupcción en base a sus intereses políticos (es decir, los de las grandes corporaciones económicas). Desde su llegada al a presidencia, ha dirigido una guerra continua contra el freno que, supuestamente, significa el Partido Socialdemócrata para continuar con el demantelamiento de derechos y de los servicios públicos (mediante el control de la justicia y de los medios de propaganda) y frente a sus, por otro lado, moderadas y, a todas luces, insuficientes, políticas sociales.
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