Reflexiones sobre la cultura rumana y los veinte años de saqueo capitalista
jueves, 11 de septiembre de 2008
Detalles de Bucarest
Como habéis visto en las fotografías anteriores, la arquitectura de Bucurest no tiene nada que envidiar a la de otras ciudades europeas. Solamente hay un problema: el rumano es un pasota. Mira con indolencia como su ciudad se hunde y le da igual todo. En todo caso se queja un poco suspirando pero agacha las orejas aceptando las cosas tal y como son. Si no, no es posible entender como en Hungría o la mismísima Bulgaria las ciudades, la estética, lo bello se cuida de una manera u otra y, sin embargo aquí, todo se derrumba sobre nuestras narices y nadie hace nada. Los políticos prometen cambios pero lo único que cambia es su nivel de vida. Esto pasa en todos los lugares del mundo, pero aquí no hay ningún tapujo ni pudor en mostrarlo sin miedo. ¿Qué pasará ahora que llegan los europeos con sus dineros todopoderosos? Pues o los rumanos espabilan o los europeos se llevaran todo el beneficio, y el patrimonio artístico que oculta Bucarest en cada esquina será derruido y en su lugar aparecerán bloques de oficinas o pisos que, aunque sean igual de horribles, no serán llamados bloques comunistas con desprecio, sino seguramente viviendas modernas.
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