"¡El pueblo chino se ha puesto en pie!". Con estas palabras, Mao Tsetung anunció el establecimiento de la República Popular China el 1º de octubre de 1949 desde la Plaza de Tienanmen en el corazón de Beijing.
Expulsados de las ciudades por la contrarrevolución en 1927, los comunistas de China, con sus filas enormemente reducidas por las masacres desatadas por los reaccionarios del Kuomintang (KMT), llevaron la revolución al vasto campo de China y comenzaron un proceso de lucha que duraría más de dos décadas, con tres guerras distintas (la Revolución Agraria, la Guerra contra el Japón y finalmente la Guerra Civil contra la clase dominante del KMT).
En el transcurso de la revolución, Mao y el Partido Comunista de China asombraron al mundo con la Gran Marcha y otras hazañas de heroísmo sin igual.
La victoria en 1949 abrió un nuevo capítulo en la revolución proletaria mundial, avivando la lucha de los pueblos oprimidos de Asia, África y América Latina contra el imperialismo y abriendo la puerta a una experiencia totalmente nueva en el desarrollo de la revolución socialista.
Más tarde, la República Popular China liderada por Mao demostró su fidelidad al marxismo-leninismo enfrentándose al golpe de estado de los revisionistas soviéticos encarnados por Jruchev, Brezhnev y sus seguidores, defendiendo el legado de Stalin tras su muerte, y denunciando el peligro de la extensión y, como sucedió finalmente, triunfo final del capitalismo en la Unión Soviética.
No obstante, el ejemplo de la República Popular China, en especial tras su aportación de la Revolución Cultural como paso necesario, aunque como se demostraría finalmente, no totalmente suficiente, para intentar evitar el triunfo del revisionismo en un país socialista, sigue siendo una enseñanza de gran importancia para que los comunistas aprendamos que jamás se puede bajar la guardia contra la burguesía, y que la dictadura del proletariado y la lucha de clases son dos armas irrenunciables para acabar con la barbarie capitalista.
En 1949 los comunistas y el pueblo rumano celebraron la independencia de China y el
triunfo de su Revolución como la suya propia. Un ejemplo es la portada de la Revista Urzica, al principio de esta entrada, , donde se ilustra el puño de la nueva Republica
Popular China golpeando al imperialismo norteamericano y a sus títeres del
Kuomitang.
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