El Parlamento Moldavo, controlado por la coalición de los partidos minoritarios de la derecha anticomunista, aunque el partido mas respaldado electoralmente por los ciudadanos fue con gran diferencia el Partido Comunista de República Moldova, votó a finales del pasado año prohibir "la utilización en el territorio de República Moldova con objetivos políticos o propagandísticos de los símbolos comunistas (como la hoz y el martillo o cualquier soporte con estos simbolos) y la promoción de las ideologías totalitarias".
Además, se consideraba ilegal que en los lugares públicos los veteranos de guerra soviéticos porten sus medallas, a pesar, o quizás por eso mismo, de que fueron ganadas en la lucha contra el fascismo y la defensa de la soberania del pueblo moldavo.
El intento de ilegalización de los símbolos comunistas y de la memoria histórica forma parte del constante terror de los mafiosos capitalistas y de los miembros de la oligarquia parasitaria a perder sus privilegios y ser forzados a ganarse la vida con su trabajo si los trabajadores vuelven a organizarse para construir una sociedad socialista y dirigirse hacia el comunismo.
La persecución del comunismo tiene lugar en otros paises de Europa, como Chequia, donde el Partido Comunista cambio la hoz y el martillo por unas cerezas rojas, o se intentara prohibir a las juventudes comunistas por su renuncia a someterse a la ley.
También en Polonia se intentó dejar fuera de la ley al partido de los trabajadores y sus símbolos, pero en aquel caso el Tribunal Constitucional polaco decidió considerar aquella decisión anticonstitucional.
Los fascistas tendrán que esperar a otra ocasión para acabar con lo que ha representado la lucha comunista en la historia y tendrán que seguir con la angustia constante de que en el futuro sus privilegios y su vida parasita a costa del trabajo de la mayoria llegue a su fin algún dia.
Curiosamente, ahora parecen ser los rumanos los que tienen la intención de prohibir la simbología comunista, en un proyecto de ley que se debatirá en abril. Y es que el miedo de la clase explotadora a la organización de la clase obrera es universal.
Por cierto que los sociologos afirman, según el diario Publika.md tras las últimas encuestas realizadas en República Moldova, tras los constantes escándalos y el desastre de la gestión neoliberal del gobierno reaccionario de Chisinau, que si se celebraran actualmente elecciones anticipadas, el PCRM, el partido comunista, doblaria su electorado. Es decir, si hasta ahora eran votados por un 25% de los electores (rozando el 50% de los escaños) podrian conseguir el 50% de los votos y rozar el 70% de representanción en el parlamento.
Y es que, no hay mejor propaganda para el comunismo moldavo, (que, sin embargo, recordémoslo, en sus diez años de gobierno realizó politicas socialdemocratas, al estilo occidental, en vez de empezar a reconstruir el socialismo), que un gobierno, siempre desastroso para los trabajadores, neoliberal.
1 comentario:
Forneo, estoy de acuerdo contigo en que la decisión de prohibir los simbolos comunistas es aberrante y sectaria, y ello sin hablar de la persecución de los brigadistas polacos...Claro que supongo que usted condenará con la misma rotundidad los intentos de prohibir los simbolos franquistas en España por izquierdistas, hijos en muchos casos de gerifaltes franruistas, el furor del converso...Ya se sabe que uno de los marcos que distinguen al mundo es el de dividir no sólo a los vivos sino también a los muertos; no todos los muertos, y mucho menos todos los mártires, son iguales; están los que deben ser venerados y recordados y los que hay que olvidar. Ya se sabe que en este mundo no todos los muertos son iguales: los hay «excelentes» y otros omisibles. Así, el fascismo exaltó a sus mártires y lanzó a la oscuridad de la memoria a los caídos por el otro bando. Una vez invertida la situación política, también se invirtió el objeto de aquel culto necrófilo a los caídos por el propio bando, culto que es parte importante del poder.
Es interesante señalar, por otro lado, que este género de cultos políticos no sabe de ecumenismos: es una liturgia que expulsa implacablemente a las demás y relega a las catacumbas políticas la memoria de los muertos de los otros credos políticos. (Hace unos años se produjo en Milán un escándalo cuando un cronista descubrió que durante la rigurosa depuración del callejero se habían olvidado de una calle dedicada a un fascista. ¡No se la había rebautizado con el nombre de un mártir de la Resistencia! Se calificó de sacrilegio, y con toda la razón, ya que realmente se trata de un culto en el que los muertos se seleccionan para legitimar a los poderosos del momento.)
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