terratenientes. El director comunista húngaro Miklós Jancsó nos habla del trabajo y del cansancio, del trigo y de la sangre, de la humillación y de la rabia. Las primeras tentativas de la revuelta fallan, pero el espíritu revolucionario pronto volverá a estallar…
Se trata de una obra lírica y épica ala vez, que emplea la desnudez, la del cuerpo como la de la injusticia social, como símbolo del enfrentamiento entre la libertad y la represión.
Ambientada a finales del siglo XIX, cuando un grupo de campesinos reclamaron sus derechos al dueño de sus tierras, Salmo rojo tiene menos de 30 planos, cada uno con una intrincada coreografía de cámara, paisaje y cuerpos. La muy arriesgada fusión de forma y contenido, de política con poesía, iguala las innovaciones de la “nouvelle vague” de los años 60 y 70. La música se compone de canciones populares revolucionarias y el color es extraordinario.
Salmo Rojo es una de los films más conocidos del gran director húngaro, que le valió la Palma de Oro en el Festival de Cannes. La bellísima fotografía y la magistral realización subliman el retrato de los dignos y campesinos y campesinas en lucha por su libertad y registran en nuestra memoria la melodía infatigable y emotiva de los coros revolucionarios.
La película de Jancsó muestra también el contraste continuo entre la superstición religiosa, instrumento de dominación social, con la nueva conciencia del hombre en su capacidad de liberación de toda opresión, contradicción con la que los socialistas siguen enfrentándo todavía. Una de las mejores escenas de la película, de mayor profundidad, es la de la muerte de uno de los miembros de la colectividad, al que se le realizan los ritos tradicionales pero que, al final, es honrado por los revolucionarios con una oración cargada de significado, un salmo rojo:
"Socialismo, venga a nosotros tu reino,
aquí y en el mundo entero.
Pueblo, hágase tu voluntad.
y que por la reducción de impuestos
nuestra existencia sea mas llevadera.
Pueblo, líbrate de los opresores de los derechos humanos
y no perdones las ofensas de nuestros tiranos
porque merecen su castigo
por ahogar el derecho y la igualdad.
Dinero, no nos dejes caer en la tentación
porque por ti muchos se venden,
y se convierten en esclavos de nuestros opresores.
Que la luz de la ciencia nos guíe
para cumplir esta sagrada misión.
Amén.
!Hermanos obreros!
!Nuestra hora ha llegado!
!Aquel que no trabaje no comera nuestro pan!
!La tierra no es de nadie, pero sus frutos son de todos!
Visto en Cultura Proletaria
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