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Obama ha dejado claro también que "No iba a pedir perdón", sino que, como se ve en su afirmación de que la bomba prácticamente cayó sola del cielo, no tiene ninguna intención de dejar de llenar la lista de víctimas civiles de los crímenes de guerra de EEUU desde la Segunda Guerra Mundial.
En realidad, los EE.UU. no lanzan bombas atómicas por doquier porque no pueden, no por falta de ganas e intención. La propia prensa militar norteamericana reconocía en 1973, en un texto citado por Roque Dalton en su Un libro rojo para Lenin, que debían haberlo hecho también contra otros paises como Rusia o China cuando estos todavía no podían responder. Ni el gobierno ni el ejército yankee, ni las multinacionales que los dirigen, se arrepienten de nada, salvo de los excesivos sentimientos humanitarios que evitaron hacerlo, y estarían encantados de que la cuenta de víctimas de la bomba nuclear no se hubiera saldado con Hiroshima y Nagasaki:
" En la larga vida del occidente cristiano hemos llegado a una etapa en que democracia y libertad se funden en un modo de vida a defender e imponer. Su expresión más perfecta, aún en desarrollo, es el modo de vida norteamericano.La consolidación del comunismo como potencia mundial en Rusia, China y otros países no cambia ese propósito, pero sí, y muy profundamente, el ritmo de la guerra total y sus énfasis sucesivos. Y, asimismo, su duración en el tiempo. En el fondo es el precio a pagar por los arraigados sentimientos humanistas de nuestra sociedad, que impidieron usar el arma atómica contra el mundo comunista en la oportunidad en que éramos los únicos en el planeta que la teníamos" (Materiales textuales de la prensa militar norteamericana, 1973, citados en Un libro Rojo para Lenin, de Roque Dalton).
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