El gobierno de República Moldova, formado por la alianza natural de liberales y fascistas, ha firmado hoy el famoso acuerdo de asociación con la Unión Europea, al que la
mayoría de los ciudadanos moldavos se oponían. Es lo que tiene el paripé
de la democracia burguesa: tiene que parece que se cuenta con el pueblo
pero hacer al final lo que interesa a los oligarcas y otros ladrones de
alto nivel. Al fin y al cabo, la Unión Europea no es más que una especie de paraiso de los mafiosos de las grandes corporaciones económicas y de los grandes empresarios y, en consecuencia, algo parecido al infierno para los trabajadores.
Que todas las encuestas muestren el enorme rechazo de los moldavos a cualquier acercamiento al desastre que representa la U.E. es bastante normal, pues los que participan en ellas son, en su mayoría, trabajadores que, y no hace falta ser muy avispados, ven como les va a sus vecinos de Rumanía o Polonia y no dudan, por supuesto, en intentar evitar el precipicio al que quieren arrojarlos (privatizaciones, despidos, destrucción de empleo, recortes, perdida de derechos laborales, etc...).
Por otra parte, es también muy normal que los grandes delincuentes económicos, grandes empresarios y mafiosos locales deseen con todas sus fuerzas el acuerdo de asociación con Bruselas, pues su bolsillo se va a beneficiar, a la vez que los de las corporaciones de los paises de la U.E.. En todo caso, ambos se van a enriquecer a costa de los trabajadores moldavos, ni más ni menos.
El acuerdo ha sido firmado hoy en Bruselas con tres antiguas repúblicas soviéticas: Moldova, Ucrania y Georgia. Curiosamente, en las tres los trabajadores echan bastante de menos aquellos tiempos en los que no había mafiosos supermillonarios saqueando los recursos de su país y cuando la sanidad, la educación, la cultura o el mismísimo trabajo eran considerados derechos ciudadanos.
Por otro lado, el rechazo a firmar el acuerdo por Ucrania fue el principal motivo de que la OTAN, la UE y Estados Unidos pusieran en marcha el golpe de estado fascista que llevó a la presidencia del país al chocolatero sangriento, Poroshenko, que ha sido muy aplicado y ha cumplido las órdenes de aquellos para poner la soga al cuello de los trabajadores ucranianos (de hecho algunos, en el este del país, han decidido tomar las armas contra el fascismo, ).
La misma soga que el gobierno de Chisinau ha puesto a la clase obrera moldava, a pesar, como hemos dicho, de que la mayoría (el 43%), como demuestra una encuesta realizada por la prensa proeuropea en marzo de 2014 , prefieren la Unión Aduanera Euroasiática y no a la Unión Europea (solo el 38%).
Pero, como decimos, se trata, ni más ni menos, de la pantomima democrática burguesa: que el pueblo piense lo que quiera, que crea que se le escucha, pero que los que deciden sean los grandes magnates capitalistas.
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