El poeta Samy Rosenstock, conocido por su seudonimo Tristan Tzara, nacio en Moinesti, una pequeña localidad moldava en 1896 y murio en París en 1963. La mayor parte de su vida vivio en Francia, donde contribuyo a la creacion de las conocidadas vanguardias de entreguerras, y termino participando activamente en la lucha anfifascista y afiliandose al Partido Comunista de Francia.
Es sobretodo conocido por haber contribuido decisivamente a crear, en plena Gran Guerra (1916) el movimiento de vanguardia más provocador y destructivo de todos los que surgieron en Europa en aquellos años febriles: Dadá o el fin del arte. Tzara y sus colegas (Hugo Ball, Hans Arp, o el pintor rumano Marc Janco), a través de las revistas "Cabaret Voltaire" y "Dada" y de los espectáculos antiartísticos que organizaron en Zurich (poesía fonética sin ningún sentido, recitación de varios textos a la vez para hacerlos incomprensibles, disfraces, percusiones, obras que se destruían a los cinco minutos de haber sido creadas...), generaron la crítica más radical de lo artístico que las Vanguardias hicieron, pues se trataba de negar los veinticuatro siglos de arte occidental.
Tanta provocación estética, muchas veces se ha señalado, escondía una rebeldía social y política evidente: rechazaban el arte que había sido creado por una sociedad que había sido capaz de enfangarse en la barbarie de las trincheras de la Europa en guerra; rechazaban la tradición artística porque rechazaban la tradición social y política; defendían una revolución antiestética porque también querían una revolución antiburguesa que transformara radicalmente la vieja Europa, para ellos caduca e insalvable.
Parece que Lenin, que apuraba en Zurich sus últimos meses de destierro en aquel año de 1916, antes de pasar a la acción definitiva, le conoció y trató, aunque no se sabe si compartia su vision del arte, aunque lo cierto es que todos ellos, de una forma o de otra, se sintieron atraídos por la revolución real que se produjo en Rusia a partir de octubre de 1917.
La evolucion de Tzara empezo con la creacion del dadaismo, cuyo manifiesto escribio en 1918, y aunque algunos le acusan de nihilista, en el fondo pretende la destruccion revolucionaria para construir un mundo diferente, centrandose en el arte, pero pensando el arte como una forma de combate. A esta época pertenecen las poesías recogidas en La primera aventura celeste del señor Antipirina (1916) y Veinticinco poemas (1918), colección en la que está incluido su famoso poema “La gran lamentación de mi oscuridad tres”.
Es curiosa la historia que cuenta la eleccion de la palabra que diera nombre al movimiento. Se cuenta que dos de los padres fundadores, Hugo Ball y Richard Huelsenbeck, hojeaban un diccionario francés-alemán para encontrar la palabra que diera nombre al extraño movimiento que se gestaba entre las volutas de humo azul del café Voltaire. Tenía que ser una palabra diferente de las conocidas y advirtieron que no estaría mal alguna vinculada con los primeros balbuceos de la criatura humana. “Da-da” pronuncia el recién nacido. “Dada” dice el niño francés a su caballito de madera. Tristan Tzara explicó que “da-da”, en rumano, significa “sí, sí”. Desde luego que todos sabían que en alemán indica “ahí, ahí”. También se llamaban Dada un tónico para el cabello y una sopa popular. Se sintieron felices con esa palabra, porque se refería a muchas cosas, pero, como reconocieron unánimes, “dada no significa nada”.
En Paris Tristan Tzara colaboró con el grupo “Littérature” , integrado, entro otros por André Breton, Paul Eluard, Phillipe Soupault y Louis Aragon. Distanciado de la orientación surrealista que tomaría este grupo, publica varios títulos en los que destacan la continua experimentación verbal y el ansia de destrucción de la moral y la sociedad: Sobre nuestros pájaros (1929), El hombre aproximado (1931), Dónde beben los lobos (1933) y Mediodías ganados (1939).
Tzara se acercó al Partido Comunista años después, en 1934, y alguna relación parece haber entre esta toma de postura política y su evolución literaria, ya que por esas fechas va abandonando tanto el azar dadaísta, como el caos subconsciente de raíz surrealista, para irse acercando poco a poco a una poesía de contenidos y de sentimientos en la que, aun siguiendo fiel a un espíritu vanguardista palpable pero difuminado, las imágenes van adquiriendo coherencia connotativa, un sentido no plenamente lógico pero sí intuitivo.
La guerra civil española, aldabonazo en las conciencias occidentales, trajo a Tristan Tzara a España, donde participó en el II Congreso Internacional de Escritores de la Alianza de Intelectuales Antifascistas, celebrado en Valencia en julio de 1937, donde en su discurso dijo cosas como esta:
“No nos engañemos: además de la adquisición de una conciencia revolucionaria en el escritor, hay que despertar en las masas la conciencia de la calidad de hombre y el deseo de alcanzar la dignidad, de hacer sensible a los hombres el sentido mismo de esta dignidad.”
Durante la II Guerra Mundial luchó con la Resistencia francesa contra el nazismo, y despues obtuvo la ciudadanía francesa en 1947. Su estética vanguardista y nihilista acusará en su producción posterior, un giro hacia la defensa de valores éticos en el marco de un lenguaje lírico más equilibrado: En el ínterin (1946), La huida (1947), El fruto permitido (1947) y La rosa y el perro (1958). En su obra teórica destacan Siete manifiestos dadá (1924), en los que reflejó su rebelión absoluta contra toda convención, y la recopilación de conferencias El surrealismo y la posguerra (1947).
En general, para Tzara, el arte que no cuestiona de manera radical la función, el sentido del mismo en el conjunto de la cultura, y sobre todo, con respecto a la vida, no es plenamente arte, sino que es cómplice del estado general de cosas (cosas que hay que transformar revolucionariamente, tanto en el ambito artistico como en el real).
Su militancia en el PCF se extendería hasta 1956, cuando, tras la invasión de Hungría por las tropas soviéticas para apagar la revuelta popular, se apartó del partido.
Uno de sus poemas mas conocidos:
Para hacer un poema dadaista
Coja un periódico.
Coja unas tijeras.
Escoja en el periódico un artículo de la longitud que cuenta darle a su poema.
Recorte el artículo.
Recorte en seguida con cuidado cada una de las palabras que forman el artículo y métalas en una bolsa.
Agítela suavemente.
Ahora saque cada recorte uno tras otro.
Copie concienzudamente en el orden en que hayan salido de la bolsa.
El poema se parecerá a usted.
Y es usted un escritor infinitamente original y de una sensibilidad hechizante, aunque incomprendida del vulgo.
(Prenez un journal.
Prenez les ciseaux.
Choisissez dans le journal un article ayant la longeur que vous comptez donner à votre poème.
Découpez l’article.
Découpez ensuite avec soin chacun de mots qui forment cet article et mettez-les dans un sac.
Agitez doucement.
Sortez ensuite chaque coupière l’une après l’autre.
Copiez consciencieusement dans l’ordre où elles ont quitté le sac.
Le poème vous resemblera.
Et vous voilà un écrivain infiniment original et d’une sensibilité charmante, encore qu’incomprise du vulgaire).
http://blogs.laverdad.es/franciscoarias/2008/9/12/tzara-francisco-arias-solis
Es sobretodo conocido por haber contribuido decisivamente a crear, en plena Gran Guerra (1916) el movimiento de vanguardia más provocador y destructivo de todos los que surgieron en Europa en aquellos años febriles: Dadá o el fin del arte. Tzara y sus colegas (Hugo Ball, Hans Arp, o el pintor rumano Marc Janco), a través de las revistas "Cabaret Voltaire" y "Dada" y de los espectáculos antiartísticos que organizaron en Zurich (poesía fonética sin ningún sentido, recitación de varios textos a la vez para hacerlos incomprensibles, disfraces, percusiones, obras que se destruían a los cinco minutos de haber sido creadas...), generaron la crítica más radical de lo artístico que las Vanguardias hicieron, pues se trataba de negar los veinticuatro siglos de arte occidental.
Tanta provocación estética, muchas veces se ha señalado, escondía una rebeldía social y política evidente: rechazaban el arte que había sido creado por una sociedad que había sido capaz de enfangarse en la barbarie de las trincheras de la Europa en guerra; rechazaban la tradición artística porque rechazaban la tradición social y política; defendían una revolución antiestética porque también querían una revolución antiburguesa que transformara radicalmente la vieja Europa, para ellos caduca e insalvable.
Parece que Lenin, que apuraba en Zurich sus últimos meses de destierro en aquel año de 1916, antes de pasar a la acción definitiva, le conoció y trató, aunque no se sabe si compartia su vision del arte, aunque lo cierto es que todos ellos, de una forma o de otra, se sintieron atraídos por la revolución real que se produjo en Rusia a partir de octubre de 1917.
La evolucion de Tzara empezo con la creacion del dadaismo, cuyo manifiesto escribio en 1918, y aunque algunos le acusan de nihilista, en el fondo pretende la destruccion revolucionaria para construir un mundo diferente, centrandose en el arte, pero pensando el arte como una forma de combate. A esta época pertenecen las poesías recogidas en La primera aventura celeste del señor Antipirina (1916) y Veinticinco poemas (1918), colección en la que está incluido su famoso poema “La gran lamentación de mi oscuridad tres”.
Es curiosa la historia que cuenta la eleccion de la palabra que diera nombre al movimiento. Se cuenta que dos de los padres fundadores, Hugo Ball y Richard Huelsenbeck, hojeaban un diccionario francés-alemán para encontrar la palabra que diera nombre al extraño movimiento que se gestaba entre las volutas de humo azul del café Voltaire. Tenía que ser una palabra diferente de las conocidas y advirtieron que no estaría mal alguna vinculada con los primeros balbuceos de la criatura humana. “Da-da” pronuncia el recién nacido. “Dada” dice el niño francés a su caballito de madera. Tristan Tzara explicó que “da-da”, en rumano, significa “sí, sí”. Desde luego que todos sabían que en alemán indica “ahí, ahí”. También se llamaban Dada un tónico para el cabello y una sopa popular. Se sintieron felices con esa palabra, porque se refería a muchas cosas, pero, como reconocieron unánimes, “dada no significa nada”.
En Paris Tristan Tzara colaboró con el grupo “Littérature” , integrado, entro otros por André Breton, Paul Eluard, Phillipe Soupault y Louis Aragon. Distanciado de la orientación surrealista que tomaría este grupo, publica varios títulos en los que destacan la continua experimentación verbal y el ansia de destrucción de la moral y la sociedad: Sobre nuestros pájaros (1929), El hombre aproximado (1931), Dónde beben los lobos (1933) y Mediodías ganados (1939).
Tzara se acercó al Partido Comunista años después, en 1934, y alguna relación parece haber entre esta toma de postura política y su evolución literaria, ya que por esas fechas va abandonando tanto el azar dadaísta, como el caos subconsciente de raíz surrealista, para irse acercando poco a poco a una poesía de contenidos y de sentimientos en la que, aun siguiendo fiel a un espíritu vanguardista palpable pero difuminado, las imágenes van adquiriendo coherencia connotativa, un sentido no plenamente lógico pero sí intuitivo.
La guerra civil española, aldabonazo en las conciencias occidentales, trajo a Tristan Tzara a España, donde participó en el II Congreso Internacional de Escritores de la Alianza de Intelectuales Antifascistas, celebrado en Valencia en julio de 1937, donde en su discurso dijo cosas como esta:
“No nos engañemos: además de la adquisición de una conciencia revolucionaria en el escritor, hay que despertar en las masas la conciencia de la calidad de hombre y el deseo de alcanzar la dignidad, de hacer sensible a los hombres el sentido mismo de esta dignidad.”
Durante la II Guerra Mundial luchó con la Resistencia francesa contra el nazismo, y despues obtuvo la ciudadanía francesa en 1947. Su estética vanguardista y nihilista acusará en su producción posterior, un giro hacia la defensa de valores éticos en el marco de un lenguaje lírico más equilibrado: En el ínterin (1946), La huida (1947), El fruto permitido (1947) y La rosa y el perro (1958). En su obra teórica destacan Siete manifiestos dadá (1924), en los que reflejó su rebelión absoluta contra toda convención, y la recopilación de conferencias El surrealismo y la posguerra (1947).
En general, para Tzara, el arte que no cuestiona de manera radical la función, el sentido del mismo en el conjunto de la cultura, y sobre todo, con respecto a la vida, no es plenamente arte, sino que es cómplice del estado general de cosas (cosas que hay que transformar revolucionariamente, tanto en el ambito artistico como en el real).
Su militancia en el PCF se extendería hasta 1956, cuando, tras la invasión de Hungría por las tropas soviéticas para apagar la revuelta popular, se apartó del partido.
Uno de sus poemas mas conocidos:
Para hacer un poema dadaista
Coja un periódico.
Coja unas tijeras.
Escoja en el periódico un artículo de la longitud que cuenta darle a su poema.
Recorte el artículo.
Recorte en seguida con cuidado cada una de las palabras que forman el artículo y métalas en una bolsa.
Agítela suavemente.
Ahora saque cada recorte uno tras otro.
Copie concienzudamente en el orden en que hayan salido de la bolsa.
El poema se parecerá a usted.
Y es usted un escritor infinitamente original y de una sensibilidad hechizante, aunque incomprendida del vulgo.
(Prenez un journal.
Prenez les ciseaux.
Choisissez dans le journal un article ayant la longeur que vous comptez donner à votre poème.
Découpez l’article.
Découpez ensuite avec soin chacun de mots qui forment cet article et mettez-les dans un sac.
Agitez doucement.
Sortez ensuite chaque coupière l’une après l’autre.
Copiez consciencieusement dans l’ordre où elles ont quitté le sac.
Le poème vous resemblera.
Et vous voilà un écrivain infiniment original et d’une sensibilité charmante, encore qu’incomprise du vulgaire).
http://blogs.laverdad.es/franciscoarias/2008/9/12/tzara-francisco-arias-solis
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