Los resultados del contubernio de Newport, donde los jerifaltes de la Organización criminal al servicio de las multinacionales del imperio norteamericano, lo que se viene conociendo como OTAN, han sido los que ya estaban prestablecidos, los que ya se sabían (así que podrían haberse ahorrado el gasto y la parafernalia). A pesar de las carantoñas entre Putin y Poroshenko, con los que. sobre todo el primero, intenta desesperadamente calmar la situación en Ucrania para que sus cómplices, (aquellos que se apropiaron de la riqueza colectiva de los trabajadores soviéticos y se hicieron, a costa de la miseria de estos, millonarios), puedan seguir haciendo negocios tranquilamente, el conflicto interimperialista impone su ritmo, y para las grandes corporaciones occidentales Rusia sigue siendo el gran peligro.
De este modo, para intentar frenar mediante la amenaza militar la creciente importancia económica
de Rusia y sus alíados, y los grandes perjuicios económicos que causara
esto a los parásitos occidentales, la OTAN ha decidido enviar a 4.000
soldados a antiguos paises del Pacto de Varsovia, del que se van a
cumplir, próximamente, 25 años de su disolución. Fuerza de Respuesta Rápida, lo llaman.
El secretario general de la OTAN, Anders Fogh Rasmussen,
al que algún día se debería juzgar como criminal de guerra, ha anticipado la expansión y "la presencia más visible" de la Alianza
en Europa del Este. En la jornada de cierre del aquelarre de la Alianza
Atlántica en Newport, Rasmussen ha afirmado sin ambages que la creación
de la nueva Fuerza de Respuesta Rápida es algo que ya todo el mundo sabía un "mensaje muy claro"
dirigido a Moscú".
Rasmussen reconoció la disponibilidad de Polonia, Rumania y los Países Bálticos para acoger uno de los centros operativos de la Fuerza de Respuesta
Rápida que contará en principio con 4.000 soldados y fuerzas especiales
de los 28 países miembros.
Por cierto que, hablando sobre el avance de la OTAN hacia el este, el presidente de Polonia
Bronislaw Komorwski ha anunciado a su paso por Gales que su país
albergará la próxima cumbre bianual de la Alianza. En el año 2016,
precisamente, se celebrará el 25º aniversario de la disolución del Pacto de Varsovia, un detalle que sin duda no se les ha pasado por alto a los estrategas de la Alianza.
El "jefe" de la OTAN, en realidad un títere de las grandes multinacionales, al que no le duelen prendas de tener a sus espaldas la responsabilidad de miles de crímenes (como también sucede con el asesino español Javier Solana, su antecesor), insistió en que "Rusia ha atacado a Ucrania",
suponemos que refiriéndose a la decisión democrática, mediante un referendum, de los habitantes de Crimea de incorporarse a Rusia. Y es que los "demócratas" al servicio del capital, ya sabemos, adoran la democracia siempre que el resultado sea el conveniente para sus grandes mecenas. No dijo nada, sin embargo, del golpe de estado acaecido en Kiev contra el presidente elegido también "democráticamente", con apoyo económico y logístico de las "democracias" europeas y de Estados Unidos.
En todo caso, y centrándonos en Rumania, las autoridades del país, tanto el todoterreno del chanchullo, su presidente Traian Basescu, como el primer ministro socialdemócrata Victor Ponta, están encantados de que la OTAN mande más fuerzas ocupantes (ellos dicen "aliadas") a tierra rumana, y hasta han hecho alguna genuflexión que otra para que así suceda. El carácter rastrero de la nueva oligarquía local, que durante 25 años lleva saqueando su país sin ningún escrúpulo, tiene, obviamente, una razón práctica: la presencia del ejército del capital en Rumanía es la mejor garantía para que sus privilegios, sus riquezas, acaparados y apropiados tras el golpe de estado de diciembre de 1989, estén garantizados y protegidos de la previsible, más tarde o más temprano, ira popular.
Los altos cargos rumanos ya dieron muestra de su disposición y alegria a la presencia militar de EE.UU. y sus vasallos en Rumania cuando se ofrecieron, insistentemente, para que una de las bases del escudo antimisiles ideado por los perturbados jefes militares norteamericanos se instalara en la antigua tierra socialista, una época de la que la propaganda del régimen actual critica, paradójicamente, que estaba supeditada y sometida a la Unión Soviética, aunque no hubiera tropas rusas en suelo nacional desde finales de los años cincuenta del siglo pasado. No obstante, por el arte de birlibirloque de la manipulación semántica, alto tan usual en los malos tiempos para la lírica que vivimos, ahora resulta que la presencia militar extranjera en suelo rumano no es, en esta ocasión, una invasión, una presión para que los gobiernos de turno decidan en pos de los intereses del pais o paises ocupantes, sino una muestra de amistad y de solidaridad para la mayor seguridad de los rumanos...
En realidad, en parte tienen razón. La presencia de soldados y aviones de la OTAN en Rumania es una garantia de seguridad y estabilidad para algunos rumanos: la élite que, pisoteando al pueblo, ha ido atesorando sus bienes y aumentando sus privilegios a costa de apropiarse, del robo, de la enorme riqueza que construyeron los trabajadores rumanos durante cuarenta años de socialismo.
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