En 2009 el director español Carlos Iglesias, que había estrenado recientemente su película sobre la
emigración española en Alemania en los años 60, 1 franco 14 pesetas, rodó también un documental sobre las similitudes de la emigración rumana provocada por la instauración del neoliberalismo salvaje en Rumania en los años 90.
"Un euro, 3,5 lei" sigue la historia de varios rumanos afincados en España para descubrir qué es lo que les impulsó a abandonar su hogar y cómo viven lejos de su país. Rodada entre Madrid y Bucarest, la idea de la cinta surgió por una iniciativa integradora del Gobierno rumano que tiene como lema "Hola, soy rumano".
Iglesias intercala imágenes de "Un franco, 14 pesetas" para dejar clara la idea de que, al igual que le ocurrió a los españoles en los años 60, los rumanos se vieron obligados a buscar el bienestar lejos de sus casas. Las vivencias de un titulado en teología, una bordadora de trajes de luces o una empleada de una fábrica son un ejemplo de ello.
En realidad, como también sucedió con los españoles en los años 60, el gran éxodo, más de tres millones de trabajadores rumanos, producido tras el golpe de estado de diciembre de 1989, que impusó un régimen capitalista y unas políticas de neoliberalismo salvaje, fue consecuencia de la destrucción planificada y metódica de 4,3 millones de puestos de trabajo de los 8 millones que entonces existían, y la consciente transformación del antiguo país socialista en una colonia, un mercado abierto y a disposición de las grandes multinacionales capitalistas.
El documental es de finales de la década pasada, cuando en Rumanía se vivía un auge de la construcción y todavía no había afectado de pleno la crisis económica actual. En 2014 las cosas están bastante peor que entonces, provocando que los pocos rumanos que optaban por regresar hoy no tengan ninguna razón para hacerlo, mientras en España el descomunal paro, la desastrosa situación económica y el retroceso social a varias décadas atrás, hace que en su nuevo hogar las cosas tampoco pinten demasiado bien.
1 comentario:
Peor era la imigraciòn española de los años sesenta por venir de un paìs fascista ademas de vencido. La experienza del fascismo a diarìo bien se sabe que no tenìa ninguna valoraciòn mientras no es el caso del supuesto comunismo de Europa del Este por lo menos en los programas poìticos izquierdistas europeos quienes todos consideran una alernativa ecologista y real socialista al capitalismo militarista.
Desde luego veo a los imigrantes de Europa del Este como gente con experienza valorable para el contexto de crisis, solo porque las riquezas las tuvieron que producir y nor ir a robarlas en paìses lejanos o contratando imigrantes para las tareas de sudor.
Un saludo.
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