miércoles, 3 de diciembre de 2008

El profesor Avenarius en Bucarest

Ayer soñe despierto que el Profesor Avenarius llegaba a Bucarest y aplicaba su accion directa sobre los coches en ayuda de los bucarestinos. Como todo el mundo que vive aqui sabe, Bucarest es una ciudad en la que los peatones han perdido sus derechos en favor de esos hombres mutantes que olvidaron que tienen piernas y que viven adheridos a esa mutacion extraña, metalica, de olor apestoso a gasolina, y con la cual desperdician dinero y recursos en vez de ahorrar gastando solo la energia de su propio cuerpo. Los peatones, esos seres racionales que utilizan sus propios recursos resistiendo las presiones a las que les someten los medios de comunicacion al servicio de las multinacionales con el fin de que derrochen su dinero y su vitalidad en compras inutiles y totalmente perjudiciales para su salud y su intelegencia, los peatones, decía, no pueden andar por las aceras. En Bucarest se aplica la ley del coche, y los conductores hacen lo que les da la gana, aparcan donde quieren, y todo esto con la complacencia criminal de las autoridades públicas (policia y politicos). Ante los ojos de los panzudos policias e incluso de los fornidos jandarmes los peatones tienen que sortear obstaculo tras obstaculo cuando intentan andar por las aceras, incluso salir a la carretera con lo que supone esto en Bucarest, es decir, jugandose la vida. Igual tienen que esperar en los pasos de cebra a que un especimen extraño de entre los dioses al volante se digne a parar (aunque al lado del paso haya un coche de policia con dos agentes dentro no se sabe haciendo qué -por ejemplo en el paso de peatones que hay en Calea Victoriei entre Regina Elizabeta y Str. Doamnei, que tengo que cruzar diariamente para ir a casa). En fin, en Bucarest la gente que decide ir andando, de forma natural, de un sitio a otro, no puede hacerlo de forma normal, porque los estupidos y creidos conductores piensan que ellos tienen derecho a hacer lo que quieran, y lo hacen delante del Ayuntamiento, ante las narices de la policia, o en las aceras de la fachada de Museos Públicos y Turisticos (Muzeu istoriei a Rumania, por ejemplo, todas las noches con las aceras plagadas de vehiculos a motor porque las personas que los llevan no pueden dormir en ellos o llevarselos a su casa, sino no se separarian de el en ningun momento).

Es en serio, Bucarest es una ciudad horrible para caminar, porque el coche ha sustituido al ciudadano, porque las calles no mantienen esa division habitual en los paises civilizados entre acera y asfalto, porque andar es una carrera de obstaculos que los policias permiten por vagueria, complacencia, o por corrupcion, no se sabe muy bien por qué. Y nadie hace nada. Los que deberian ser los defensores de los derechos del ciudadano hacen caso omiso a las quejas de estos o les da igual (me inclino por lo segundo), y al contrario favorecen los privilegios del coche frente a los del peaton (porque para ellos el coche tambien es su traje mas ostentoso, su manera de demostrar que son mejores que los demas). En Bucarest, por ejemplo, se pintan los huecos de aparcamiento por encima de las aceras, es decir fomentando que el coche interrumpa el camino de los viandantes (y eso lo hacen las instituciones mismas, cuando en realidad no haria falta, los propios conductores deciden donde les apetece aparcar). Hay un ejemplo ilustrativo:

En Bucarest hay una empresa que arrenda espacios en las calles para aparcamiento, se llama Dali (no creo que en honor del pintor catalan). El dueño de esa empresa se llama Dan Cocos, que es a su vez esposo de Elena Udrea. Esta señora resulta que es militante del PD-L, el partido que procede el antiguo Frente de Salvacion Nacional, excomunista, y que luego ha derivado hacia la derecha liberal mas cerril. En fin, como en todos lados, la misma deriva ideologica en pos de tener mas votos y, por ende, dinerillo y poder. Volvamos al tema, que me pierdo. Elena Udrea es muy amiga del presidente de la Republica rumana, Traian Basescu, y trabajo con el en el Ayuntamiento (aqui se llama Primaria) cuando aquel era alcalde de Bucarest. Resulta que su marido, Dan Cocos, es el dueño de la empresa que aprovecha la supuesta escasez de aparcamientos de Bucarest y que pinta incluso huecos en las aceras para, por supuesto, ganar mas bani. Elena Udrea ha salido a la palestra politica hace poco porque fue nombrada presidente del PD-L de Constanza a pesar de la oposicion del propio partido local, pero los tentaculos de Basescu son todopoderosos, cuando era alcalde de Bucarest y , por supuesto, cuando es Presidente de la Republica Rumana. Ahora no es el momento, pero otro dia hablaremos de la mala costumbre que tiene el presi de meterse en asuntos que no le competen para apoyar a su partido (lo que le supuso en una suspension por parte del parlamento rumano) abusando de su posicion como presidente de todos los rumanos (tambien hablaremos otro dia de su costumbre de llamar con desprecio "gitana" a alguna periodista molesta cuando pensaba que nadie le iba a escuchar -no se si la periodista era o no gitana, pero los gitanos tambien son rumanos y, por lo tanto, no es de recibo que su presidente utilice su nombre, su raza, su caracter, como insulto).

En fin, el tema es que por intereses economicos, por desinteres en los problemas de la gente, por la ostentacion exagerada como elemento de distincion social propia de la zona o propia del caracter rumano, los peatones lo llevamos jodido en Bucarest. Es indignante que de vez en cuando un gilipollas con ojos como faros y con ruedas por piernas te pite para que le dejes pasar por la acera para aparcar, o no poder caminar hacia tu casa tranquilamente sin zigzagear porque un hijo de puta invade tu camino con su estupido e ilogico todoterreno que solo tiene para que veamos que machote es.

Asi que creo que habria que hacer algo, aunque en este ambiente de resignacion cotidiana que vivimos lo veo dificil. Pero por si acaso, podriamos llamar al Profesor Avenarios que, como personaje de La Inmortalidad, de Milan Kundera, pinchaba las ruedas de los mastodontes urbanos (incluso de los bien aparcados) como venganza personal contra la invasion del territorio de los humanos por las maquinas. Y si pese a nuestra agonica llamada no viene, quizas deberiamos seguir su ejemplo o crear algun grupo combativo para recuperar el terreno de los ciudadanos, de los peatones, de las personas que recurren a lo mas humano que tienen, su cuerpo, para moverse por las ciudades. Algo asi como Grupo de Accion Peatonal, o Resistencia Peatonal, o Abajo los Tontos Motorizados. Poner en el parabrisas de los coches aparcados en nuestro camino avisos de que ahora avisamos pero despues actuaremos, recolocar los pivotes arrancados por los conductores para meter sus mosntruos en las aceras y que asi no puedan salir, comprarnos pulseras con pinchos y arañar sus carrocerias lustrosas cuando tengamos que pasar por los estrechos espacios que nos dejan, recordarles que no pudimos pasar por ahi con sprais de pintura, no se, algo hay que hacer, alguna forma de lucha. Desde lo fabuloso hasta lo real, desde lo literario hasta lo politico. Enfrentarse a los conductores invasores es enfrentarse tambien a las autoridades (es decir, al dinero, al beneficio, a la corrupcion) y, sobre todo, un ejercicio de recuperacion de nuestros derechos, de los derechos del ciudadano de a pie, el ciudadano base, cada vez mas reducido al papel de siervo, de peon, cada dia mas invisibilizado.


En esta foto vemos como el Banco Nacional Rumano reserva para sus coches oficiales espacio en "las aceras del centro de la ciudad". ¿Que tiene que hacer el peaton para pasar desde el primero coche al ultimo, dar un salto o salir a la carretera? Por supuesto el Banco Nacional tiene mas derecho a aparcar sus vehiculos que los peatones a andar libremente, ¡Faltaria mas!
In aceasta fotografie vedem cum banca Nationala a Romaniei rezerva pentru masinile sale oficiale spatiu pe “trotuarele din central orasului”. Ce ar trebui sa faca pietonul ca sa treaca de la prima masina pana la ultima, sa faca un salt sau sa iasa pe sosea? Desigur, Banca Nationala are dreptul de a-si parca masinile mai mult decat are cetateanul sa mearga liber. Sigur ca da!
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Ieri am visat cu ochii deschisi ca profesorul Avenarius sosea la Bucuresti si aplica metoda sa directa asupra masinilor, pentru a-i ajuta pe bucuresteni. Cum toata humea de aici stie, Bucurestiul este un oras in care pietonii si-au pierdut drepturile in favoarea acestor oameni-mutanti care au uitat ca au picioare si care traiesc lipiti de aceasta mutatie stranie, metalica, cu miros pestilential de benzina cu care risipesc bani si resurse in loc sa economiseasca consumand doar energia propriului corp. Pietonii, aceste fiinte rationale care isi folosesc propriile resurse in loc sa depinda de cele pe care li le ofera mediile de comunicatie in serviciul multinationalelor, cu scopul de a-i face sa-si cheltuiasca fara masura banii si vitalitatea in cumparaturi inutile care le prejudiciaza sanatatea si inteligenta, pietonii ziceam, nu pot circula pe trotuare. In Bucuresti se aplica legea masinii, iar soferii fac ce au ei chef, parcheaza unde poftesc si toate astea cu complicitatea criminala a autoritatilor publice (politie si politicieni). Prin fata dolofanilor politisti, inclusiv a robustilor jandarmi, pietonii trebuie sa treaca obstacol peste obstacol cand incearca sa mearga pe trotuare, chiar si sa iasa in sosea, adica sa isi riste viata. De asemenea, trebuie sa astepte la trecerile de pietoni pana cand unul dintre zeii volanului se indura sa opreasca (desi un pic mai incolo de trecere se afla o masina de politie cu doi agenti in ea, facand nu se stie ce – de exemplu la trecerea de pietoni din Calea Victoriei, intre Bd. Regina Elisabeta si strada Doamnei). In fine, in Bucuresti, oamenii care decid sa mearga pe jos, in mod natural, dintr-un loc in altul, nu pot sa o faca normal, deoarece stupizii si infumuratii soferi cred ca ei au dreptul de a face ce vor si o fac in fata Primariei, pe trotuarele din fata muzeelor publice (la Muzeul de Istorie a Romaniei, de exemplu, in fiecare seara trotuarele sunt placate cu vehicule cu motor fiindca persoanele care le conduc nu pot sa si le duca in casa, ca daca ar putea, nu s-ar separa de ele nici un moment).

Vorbesc serios, Bucurestiul e un oras oribil pentru a merge pe jos, pentru ca masina a substituit cetateanul, pentru ca strazile nu mentin aceasta diviziune, obisnuita in tarile civilizate, intre trotuar si asfalt, pentru ca a merge pe jos inseamna o cursa cu obstacole pe care politia o permite din lene, pentru ca se complace sau din coruptie, nu se stie bine de ce. Si nimeni nu face nimic. Aparatorii drepturilor cetateanului ignora plangerile sau nu le pasa (inclin sa cred ca ultimul e motivul), ei insisi favorizand privilegiile masinii in fata pietonului (pentru ca si pentru ei masina este un vesmant ostentativ, maniera lor de a demonstra ca sunt mai buni decat ceilalti). In Bucuresti, de exemplu, se marcheaza cu vopsea locurile de parcare pana pe trotuare, adica, favorizand masinile sa intrerupa drumul pietonilor. (si acest lucru il fac si institutiile, cand, in realitate, nu ar trebui caci soferii decid ei unde au chef sa parcheze). Iata un exemplu ilustrativ:
In Bucuresti exista o firma care arendeaza spatii de parcare pe strazi, se numeste Dali (nu cred ca in onoarea pictorului catalan). Patronal acestei firme se numeste Dan Cocos, care este, la randul lui, sotul Elenei Udrea. Aceasta doamna rezulta ca este membra PD-L, partidul care isi are origini in vechiul Front al Salvarii Nationale, excomunist, si care dupa aceea a deviat spre dreapta liberala obtuza. In fine, ca peste tot, aceeasi derivatie ideologica cu scopul de a obtine mai multe voturi si, in cele din urma, banuti si putere. Sa ne intoarcem la tema, ca ma pierd. Elena Udrea este foarte buna prietena cu presedintele Republicii romane, Traian Basescu, si a lucrat cu el la Primarie in vremea cand acesta era primarul Bucurestiului. De aici rezulta ca sotul ei, Dan Cocos, este patronul firmei care profita de deficitul locurilor de parcare din Bucuresti si care vopseste inclusiv trotuarele ca sa castige, bineinteles, mai multi bani. Elena Udrea a mai aparut o data in atentia opiniei publice dupa ce, in urma cu putin timp, a fost numita presedinta organizatiei judetene a PD-L Constanta, in ciuda opozitiei membrilor locali ai partidului, insa tentaculele lui Basescu sunt atotputernice, cand era primar si, desigur, si acum, cand este presedintele Republicii Romania. Acum un e momentul, dar in alta zi vom vorbi si de prostul obicei al presedintelui de a se baga in probleme care nu sunt de competenta sa, doar ca sa-si apere partidul, alegandu-se cu o suspendare din partea parlamentului roman, abuzand de pozitia sa ca presedinte al tuturor romanilor (vom vorbi si de obiceiul lui de o face cu dispret “tiganca imputita¨”pe o jurnalista atunci cand credea ca nu-l aude nimeni – nu situ daca jurnalista era sau un tiganca, dar si tiganii sunt romani si, de aceea, nu este admisibil ca presedintele lor sa le foloseasca numele, rasa, caracterul ca pe o insulta).

In fine, ideea este ca din interese economice si din dezinteres fata de problemele oamenilor, din cauza ostentatiei exagerate ca element de distinctie sociala proprie zonei sau proprie caracterului romanilor, noi, pietonii, o ducem mizerabil in Bucuresti. Este indignant ca, din cand in cand, un tampit cu faruri in loc de ochi si cu roti in loc de picioare sa te claxoneze ca sa il lasi sa treaca pe trotuar sau sa un poti merge spre casa linistit fara sa slalomezi, pentru ca un nenorocit iti invadeaza drumul cu stupidul si ilogicul sau jeep pe care il detine doar ca sa vedem noi ce barbat e el.

Asa ca, gandesc ca ar trebui facut ceva, desi, in acest ambient de resemnare cotidiana pe care o traim, e difícil. Dar, pentru orice eventualitate, am putea sa il chemam pe Profesorul Avenarius care, precum personajul din “Nemurirea” de Milan Kundera, impungea rotile mastodontilor urbani (inclusiv ale celor bine parcati) ca razbunare personala impotriva invaziei teritoriului oamenilor de catre masini. Si daca, in ciuda chemarii voastre agonizante, nu vine, poate are trebui sa-i urmam exemplul sau sa cream un grup combativ pentru a recupera terenul cetatenilor, al pietonilor, al persoanelor care recurg la ceea ce au mai uman, corpul lor, penru a se misca prin orase. Ceva in genul Grupul de Actiune Pietonala sau Rezistenta Pietonala sau Jos cu prostii motorizati. Sa punem in parbrizele masinilor parcate in drumul nostru avize in care sa spunem ca acum avertizam, dar dupa aceea actionam, sa punem la locul lor pivotii de pe marginea trotuarelor pe care soferii ii scot ca sa-si puna monstrii pe trotuare, sa ne cumparam bratari cu tepi si sa le zgariem caroseriile lustruite cand suntem nevoiti sa trecem prin spatiile stramte pe care ni le lasa, sa le amintim cu spray cu vopsea ca nu am putut trece pe acolo, nu stiu, ceva trebuie sa facem, asta e sigur. De la fabulos pana la real, de la literar pana la politic. Opunandu-ne soferilor invadatori inseamna a ne opunem autoritatilor (adica banului, beneficiului, coruptiei) si, mai presus de toate, e un exercitiu de recuperare a drepturilor noastre, a drepturilor cetateanului de rand, cetateanului de baza, in fiecare zi redus la stadiu de rol de sclav, de pion, in fiecare zi redus mai mult la tacere. !

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