Alfonso Rodriguez Castelao fue escritor, pintor, médico y dibujante gallego, así como uno de los padres del
nacionalismo gallego. Diputado republicano en 1931 y del Frente Popular en 1936, sería también ministro sin cartera del gobierno de la República española en el exilio tras el triunfo fascista en la Guerra Civil.
En 1938 viajaría a la Unión Soviética, para participar en una exposición artística, y quedaría encantado por el mundo nuevo que encontró allí donde, según sus palabras, "se estaba preparando una época nueva para la humanidad". Además de que, como expuso en la carta que sigue, "En ningún otro país del mundo se ofrece mejor porvenir a los trabajadores", también quedó convencido totalmente de la solución al problema de las nacionalidades en el país socialista, donde "La libertad de las nacionalidades y su autonomía hicieron posible la coordinación de los intereses morales y materiales (...) En este aspecto creo que debemos aceptar para España una solución idéntica a la que dio la URSS y no conformarnos con otra".
Se trata de uno de los grandes intelectuales gallegos y del estado español, y su admiración hacia la Unión Soviética, que compartían tantos otros republicanos como el propio presidente del gobierno Juan Negrín, no deja lugar a dudas de que por aquel entonces el estado de los trabajadores era el lugar más avanzado de la humanidad, y el nucleo alrededor del cual giraban las esperanzas de los trabajadores y de los intelectuales del mundo entero (nos referimos a la verdadera democracia, no la que tenemos ahora y que Lenin definió a la perfección diciendo que es "la votación cada cuatro años para cambiar de tirano").
No obstante, poco después la Unión Soviética acabaría derrotando al capitalismo, tanto al que había dejado ver su cara fascista como al que mantenía oculto su carácter bárbaro tras la máscara de la falsa democracia.
Veamos la carta que envío Alfonso Rodriguez Castelao durante su regreso de la Unión Soviética a su amigo Rodolfo Prada, en mayo de 1938.
Carta a Rodolfo Prada, desde el buque “Coopertzia”, a 27 de mayo de 1938:
Sr. Don Rodolfo Prada
Escudo de Galicia diseñado por Castelao en 1937. "Antes muertos que esclavos" |
En esta carta quiero desarrollar tres impresiones:
1º – La previa solución del problema nacional es un acierto político, porque al asentar la estructura del Estado en realidades vivas y permanentes, dejó consolidar el sistema económico y social avanzado. La libertad de las nacionalidades y su autonomía hicieron posible la coordinación de los intereses morales y materiales de la URSS. Liquidar definitivamente un problema de raíz sentimental favoreció el desarrolló de los planes, porque las preocupaciones estatales no estaban interferidas por otras clase de preocupaciones. La libertad de las nacionalidades acrecienta el patrimonio cultural y su autonomía vitaliza el régimen local. En Bakú asistí a una representación de la mejor ópera nacional, “el hijo del ciego“. Los instrumentos nacionales (Kamanchas y Taras) se combinan con instrumentos europeos y le daban a las composiciones orquestales un nuevo color extraordinario. Esta obra -surgida por el desarrollo de la cultura azerbaiyana- forma parte de un repertorio considerable del Teatro Nacional, que no existiría sin la libertad de las nacionalidades soviéticas. La enseñanza está dividida exclusivamente por un Comisario local, sin intervención central. En materia de enseñanza, la independencia de las nacionalidades es absoluta y la única garantía de coordinación reside en la unidad del Partido único. En Azerbaiyán se hablan cuatro idiomas: el azerbaiyano, el armenio, el tártaro y el ruso. Pues bien; en cada escuela primaria -siempre graduada- hay cuatro secciones -una para cada idioma-… Los niños reciben su instrucción en el idioma materno y solamente al cabo de dos años de enseñanza se les obliga a estudiar un segundo idioma, como asignatura. En la Universidad se enseña en tres idiomas: el azerbaiyano, el armenio y el ruso. En fin; las nacionalidades son independientes para regir sus creaciones culturales y gozan de una enorme autonomía para administrar su vida nacional. Me di cuenta de los peligros que existen para mantener a largo plazo las diferencias; pero desaparecieron las violencias asimilistas y la comprensión es sincera. No hay que olvidar que Stalin es georgiano y tiene un marcado acento nacional. No concibo como los españoles que visitan la URSS pueden seguir despreciando el problema de las nacionalidades e intentan relegarlo a un segundo plano, como si no tuviese importancia o como si su solución permitiera aplazamientos sin perjuicio de las concepciones económicas y sociales. En este aspecto creo que debemos aceptar para España una solución idéntica a la que dio la URSS y no conformarnos con otra.
2º – Los estímulos individuales aseguran el éxito de los planes, y en la URSS se tiende a crear una élite, no vitalicia ni hereditaria, para regir la vida y los destinos del pueblo. Así como en las creaciones industriales aprovecharon las normas del progreso norteamericano, también se aprovecharon de los estímulos del liberalismo económico, adaptándolos al sistema socialista. En ningún otro país del mundo se ofrece mejor porvenir a los trabajadores. Un stajanovista puede ganar cinco veces más que un obrero ordinario. Voy a reproducir lo que le escuché a un stajanovista en una conversación: “Cuando nací eramos siete hermanos y teníamos dos pares de zapatos para todos. Mi esfuerzo me llevó a ser técnico de esta fábrica y ahora tengo nueve pares de zapatos y ocho trajes. Mi mujer tiene treinta trajes y quince pares de zapatos. Compré un piano y el Comisario de Industrias pesadas me regaló un automóvil. Descanso dos meses en un balneario y el año pasado conviví con Stalin. Y a mi, que soy un simple obrero, me estrechó la mano“. La selección de hombres se hace en la escuela, en el taller, en la fábrica, en los koljoses y soljoses, y los hombres se elevan automáticamente gracias a su fuerza intelectual o física y salen de su nivel original. La élite que se forma en este país de 170 millones de habitantes asegurará en un plazo breve la hegemonía de la URSS. Y después no se trata de “salvar a los débiles”. Este deber de la humanidad se cumple como en cualquier país capitalista. Allí lo que preocupa principalmente es “fortalecer a los fuertes” e conservarles la fuerza. Las “casas de reposo”, los hospitales, y los balnearios merecen nuestra admiración. Es algo asombroso. Para reponer las fuerzas y restaurar la salud de los obreros y stajanovistas, existen instituciones superiores a las de los millonarios de Inglaterra y Norteamérica. Y la visita que hicimos a los clubs, a los palacios de los pioneros y a los palacios de la cultura, me dieron la impresión de que pronto se creará una élite extraordinaria.
3º – Una inteligente orientación del progreso detiene la fabricación en serie de los objetos puramente utilitarios y jamás estandariza los objetos de privilegio. El metro de Moscú, al ser una obra de carácter utilitario, es una maravilla del arte. Cada estación tiene su estilo y fue dirigida por un arquitecto diferente. Son verdaderos palacios subterráneos, construidos con materiales nobles y preciosos. Ninguna empresa ni ningún Estado capitalista podría llevar a cabo esa obra para el uso y disfrute del pueblo. Se me acaba el papel y no puedo seguir profundizando; pero se me queda en el tintero lo mejor que podía contar a favor de la URSS. Vengo encantado.
En Moscú fui examinado por el gran oculista Oberbaj y resulta que según sus exámenes, perdí el tiempo tratándome como luético, pues, según él, tengo una lesión tuberculosa…esto después de llevar cientos de inyecciones y de saturarme de mercurio. Es para desesperarse si no fuese como soy. En fin; creo que podré ver aún por algún tiempo. Ahora que se me plantea un problema difícil, ¿qué diagnóstico es el verdadero? Para esto necesitaría someterme a un examen que ahora no se puede llevar a cabo en España.
Mañana o pasado llegamos a Londres y pronto saldremos para París. Allí sabré lo que decidió, por fin, Álvarez del Vayo, que como ya le dije en las cartas anteriores, quiere que vaya a Argentina. No sé qué hacer. Y el caso es que debo decidirme pronto. Me duele abandonar Barcelona después de dos años de comportamiento sin mancha, pues aún que no soy un héroe, creo que nuestro deber está en vivir el peligro que corren los demás. Pero por otra parte no tengo nada que hacer allí, porque jamás se me confió ninguna misión y como Diputado nada tengo que hacer. De todos modos hice muchas cosas u salvé nuestro estatuto de una muerte ignominiosa que ya le contaré, si es que llego allí vivo para contarlo.
En Moscú expuse mis diseños (treinta obras). En el Museo de Arte Occidental Moderno (uno de los mejores museos del mundo, basta decir que tiene una sala de Picasso) me dieron una sala. Tuve un éxito rotundo y por allí desfilaron los mejores artistas de la URSS. Ahora VOCS quiere editarme los diseños en una tirada especial, ya les di la autorización e hicieron las fotos necesarias para reproducirlos. Desde luego puedo augurar que en la URSS soy el dibujante revolucionario más admirado y en el Museo de la revolución figuraba en un lugar preferente con los dos álbumes de guerra.
Nada más. Ya le dije que por las prisas en preparar el equipaje perdí las direcciones y solamente recuerdo la suya, que retengo en la memoria. Por eso estas cartas van para usted y para todos los hermanos. Un fuerte abrazo.
Castelao.
A bordo del “Coopertzia” y a punto de atravesar el canal de Kiel
27 de Mayo de 1938
27 de Mayo de 1938
“Obras de Castelao”. Tomo VI: Epistolario. Coord. Henrique Monteagudo. Ed. Galaxia. 2000 (Vigo)
Traducido por Cultura Proletaria de Radikales Libres
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