Precisamente desde ese canal, Poroshenko jaleo a los paramilitares nazis del famoso euromaidan para que dieran el golpe de estado que acabó con la presidencia del jefe de estado legitimado por las urnas, Victor Yanukovich, su antiguo aliado político.
Petro había ejercido como ministro de Economía en el gobierno del defenestrado ex presidente, además de haber sido director del Banco Nacional y Ministro de Exteriores en el gabinete del anterior presidente, el impuesto por la famosa Revolución Naranja diseñada desde Washington, Víktor Yushenko.
Es decir, para el "rey del chocolate", todo vale para seguir tocando poder y continuar beneficiando a su imperio económico (incluso apoyar golpes de estado financiados desde el exterior).
Con la elección de Poroshenko, sin embargo, se pretende solucionar el galimatías que la U.E. y EE.UU. provocaron en Ucrania con el golpe de estado, puesto que, como hombre de negocios, dicen que es muy pragmático en sus decisiones, y que sabe que Ucrania no puede tener de enemigo a Rusia si quiere que las cosas le vayan bien (aunque no pareció pensar en eso cuando financió a los neonazis banderistas para el éxito del conocido euromaidan).
Sin embargo, es lo que tiene la ingenieria política, la injerencia de proyectos diseñados en despachos lejanos sobre poblaciones que no son, ni mucho menos, controlables como robots. Por eso, Poroshenko va a encontrarse con mayores problemas de los que imagina, pues, en primer lugar, debe acabar con las bandas paramilitares y neonazis que ayudó a crear, y sabemos que no van a dejarse desarmar ni van a permitir fácilmente ser despojados del poder del que han sido dotados. De hecho, la delincuente y antigua primera ministra de Ucrania, Iulia Timoshenko, ya afirmó que si no ganaba ella las elecciones presidenciales habría que ir pensando en una continuación de la "revolución".
Otra de sus metas inmediatas del nuevo presidente es, a la vez de normalizar las relaciones políticas con su vecina Rusia, algo probable entre fuerzas imperialistas, siempre pendientes de los intereses económicos de sus corporaciones y magnates, la de establecer un diálogo estable y sincero con la ex república de Crimea (hoy unida a Rusia definitivamente, sin solución de cambiar las tornas), así como abrir cauces y vías de entendimiento con las autoridades de las nuevas Repúblicas Populares de Donetsk y Lugansk, que ya se autodefinen conjuntamente como Nuevarrusia, y que no tienen pinta de dar marcha atrás en su camino hacia la independencia total de Ucrania (situación que será manejada probablemente por Rusia, como sucede en Abjasia o Transnistria, para mantener a los terroristas de la OTAN lejos de sus fronteras).
Igualmente, habrá que ver si Rusia es capaz de mantener la demostración de fuerza que hizo con Crimea para apoyar a los rusos de Ucrania y a los antifascistas que han tomado fuerza desde el golpe y, sobre todo, para frenar el constante avance de la OTAN hacia el este desde el final de la Unión Soviética en 1991; una avance que, entonces, prometió al traidor infame Gorbachov que nunca iba a tener lugar; pero, ¿quien se puede fiar de unos cuantos capitalistas ávidos de aumentar su botín?
Lo que queda por saber también es como reaccionaran las fuerzas soberanistas de Donestsk y Lugansk si Rusia empieza a colaborar con Kiev y deja abandonados a los rusos de ambas regiones, ya que en la polvareda agitada tras el golpe de estado fascista de febrero en Kiev han surgido inesperadas fuerzas antifascistas que, probablemente, preocupan también bastante a Moscú.
En su primera rueda de prensa como virtual ganador de las elecciones presidenciales, el diputado y magnate ucraniano Petre Poroshenko afirmó que deseaba acelerar los ataques militares del ejército ucraniano contra las nuevas Repúblicas Populares del este, y de hecho desde el domingo ya se han producido sangrientos ataques en ambas regiones, rechazados por las milicias populares.
Uno de sus primeros anuncios tras su elección fue que deseaba visitar cuanto antes las regiones rebeldes, ante el cual miles de ciudadanos de Donetsk reaccionaron con indignación...
!A ver si a Poroshenko le va a durar la presidencia lo que dura uno de sus chocolates en boca de un niño!
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