Una periodista del diario "Gazeta de Sud", de la ciudad de Craiova, ha realizado un interesante experimento en la capital de la provincia de Dolj: se vistió para la ocasión y probó a ser gitana por un dia. Queria comprobar si los peatones, funcionarios, vendedores, etc..., la trataban o no de forma diferente por ser gitana.
En su articulo describe como su vida se volvió diferente desde que se vistió con medias verdes, gordas, con cuadros, falda amarilla larga, con flores rojas, azules y verdes, pañuelo en la cabeza, abalorios al uso y joyas relucientes. El experimento fue producto de una sugerencia de algunos representantes de asociaciones contra la discriminacion, como SPER - Stop Prejuicios a la Etnia Romana).
Lo primero que hizo fue pedir consejo a los líderes de la comunidad gitana de Craiova, que le aconsejan que para parecer gitana tiene que hacer algunos cambios, como broncearse mas o atarse bien el pañuelo a la cabeza para que no se vea que su pelo es corto. Le recomiendan algunas cosas, como que pise con mas fuerza de lo normal al caminar, que hable fuerte, que sea ruidosa, que gesticule, que eche maldiciones al hablar, y que no reaccione mal cuando alguien la llama "tiganca".
Despues de los consejos comienza el experimento. El chofer del periodico la lleva en un coche sin las siglas de la empresa, y él a su vez se hace pasar por su marido, tambien gitano. La primera parada es en un restaurante, uno recientemente arreglado, elegante, con un mostrador de dulces a la entrada. Según la periodista, aunque no les para nadie al entrar, es imposible ignorar las miradas inquietas, ceñudas, y un nerviosismo en el aire junto al olor a pastel. Sin embargo, la primera prueba no parece demasiado dura. Sin embargo, en seguida comienza la humillación.
En Calea Bucurest, en un conocida notaria de esta calle principal de la ciudad, prueban a entrar, dan los buenos dias, y dicen que desean comprar un terreno, y que quieren saber cuanto son las tasas. Bajo las miradas del resto de los clientes, que la autora del reportaje define como „rumanas” , que con superioridad parecian preguntarse como es posible que „gente como ellos” quieran comprarse un terreno en tiempos de crisis, hablan con el notario. Este les da explicaciones superficialmente, y sin esconder su repulsion. La periodista se siente nerviosa y comienza „a sentirse gitana”, segun sus propias palabras. Las contestaciones a sus preguntas son con desgana, como si quisieran que se marcharan cuanto antes.
Cuando salen sienten como les siguen los ojos disgustados de los clientes. La sensacion de sentirse despreciada por los demas ya es evidente para los protagonistas del experimento. Las „ganas de insultar a todos los que tienen piel blanca” pujan por salir en la tambien „blanca” pero disfrazada de gitana periodista de Gaceta del Sur .
Caminando por la calle los peatones la evitan, sin mirarla a la cara. „No como si no existiera, sino precisamente porque existo”, dice la periodista. La hostilidad es evidente. En el camino se paran a comprar unos dulces, y entran en una pasteleria modesta con muchos estudiantes, con gente normal. Se pone a la cola y espera como el resto, contando el dinero, y los de delante y detras de la cola se alejan disimuladamente creando una especie de „campo de proteccion” contra ella.
Cuando le toca el turno pide dos „cobrigi” (pan tradicional tipo colín en forma de lazo) y la dependienta, mientras la mira con arrogancia y cierto temor, se los da sin bolsa, sin hilo (normalmente se sirven con un hilo que los une cuando son mas de dos), con desconfianza.
También se siente la desconfianza hacia ella en cada paso que da. Tras decidir ir a una tienda mas elegante, se dirige a la avenida A.I.Cuza. Piensa que el „nivel” del negocio haga que el personal sea mas educado y respetuoso, aunque los clientes sean de etnia gitana. Entran en la tienda, primero el chofer, haciendo de marido, y siguiendo la costumbre gitana de que el miembro masculino de la familia vaya delante. Hay ropa elegante y tres dependientes pululando por la tienda. Los dos fingidos esposos van, cada uno, hacia un lado de la tienda. mientras los dependientes les vigilan de cerca y se acercan a ellos disimuladamente haciendo que colocan cosas. A propósito, va cambiando de lugar en la tienda jugando con los dependientes, que la van siguiendo mas o menos disimuladamente. La situacion es a la vez divertida e irritante „Esta claro como la luz del dia que nos siguen, aunque no olemos mal, no insultamos, no gritamos, no robamos, solo llevamos ropa gitana”. Al final se van con el mismo sentimiento humillante que en las ocasiones anteriores.
El experimento acaba en agresión. En el edificio de la universidad, que deberia ser abierta para todos los que quieren aprender, ¿como trataran a una gitana? La periodista lo comprueba. Entra ella sola detras de unas chicas „superarregladas, superelegantes, superrubias” y las sigue, haciendo exactamente lo que hacen ellas. Sube las escaleras con seguridad, y de repente, la detienen violentamente. Un vigilante o conserje la habla agresivamente sin ninguna educacion. „¿Donde vas?” (sin el habitual segunda persona del plural del rumano, tan educado como el ingles). „Buenos dias, tengo unas cosas que hacer dentro” „Que tienes que hacer”, „tengo que ir a la secretaria de estudios económicos” „¿Por qué?” „Por un papel, si no le molesta”. El vigilante o conserje la mira de arriba a abajo, escupe en el suelo (con desprecio) y decide, dandose importancia, „venga, pero rapido”. Asi que la periodista disfrazada de gitana entra, mientras el conserje la sigue de cerca.
En el pasillo gira en dirección contraria a propósito, y una mano la coge con fuerza del brazo mientras le recuerda que le habia dicho que a la izquierda, y no a la derecha. Después de pedir humildemente escusas, llega a la puerta, intenta abrirla y esta cerrada. El vigilante, que sigue con ella, le dice que esta cerrada, y le pregunta „Que creias que entras cuando te da la gana?”, mientras escupe otra vez.
Despues la insulta, la llama „gitana” con con tono despectivo, y la va empujando practicamente hasta la puerta, mientras ella pregunta que por qué lo hace. Todo el mundo observa la situacion sin hacer nada, disgustados mas bien por su presencia, no por la actitud del vigilante. Sale de la universidad con las lagrimas en la garganta, „salgo a la calle, sin ver nada, sin oir, sin sentir”.
La experiencia de Sorina Staiculescu será inolvidable para ella. En una sociedad racista como la rumana, en la que los gitanos son vistos como inferiores bajo diferentes escusas, como su supuesto caracter peligroso o asocial, los actos cotidianos son vividos de modo muy diferente dependiendo de la etnia a la que pertenezcas. Incluso ir a pedir informacion a la universidad es toda una aventura en la que un gitano es considerado un invasor, y no un ciudadano con igualdad de derechos.
Algunos pensaran que el trato que reciben los gitanos es una respuesta logica ante su comportamiento habitual (las tipicas acusaciones de vivir del robo, no querer trabajar, o no respetar las normas de „la sociedad”), y que los „rumanos” se comportan asi con la periodista como respuesta a la actuacion cotidiana de los miembros de la etnia gitana. Sin embargo, es demasiado comodo y fácil cargar la responsabilidad solamente hacia el lado mas debil, en este caso los gitanos (igual que sucede en otros casos de exclusion contra minorias, como los inmigrantes africanos o latinoamericanos en España), mientras se olvida la propia actitud de exclusión de los „rumanos blancos” frente a los „rumanos gitanos”, que no hace mas que agrandar, en un círculo vicioso, el aislamiento y, por lo tanto, la fuerza justificativa de los topicos que crean la segregacion.
http://www.gds.ro/Comunitate/2009-11-30/%C5%A2iganca+pentru+o+zi
3 comentarios:
En Córdoba se celebrará el próximo mes de abril la Segunda Cumbre Europea sobre la población gitana coincidiendo con la presidencia española de la Unión Europea.
En mi ciudad, la convivencia con la comunidad gitana arraigada desde tiempos inmemoriales, no es ya objeto de extrañeza. Conversando al respecto hace unos días con un amigo, creo que coincidíamos que al menos en España y entre los gitanos españoles, el principal estigma hacia la comunidad viene dado desde dentro, desde algunos sectores de su propia comunidad con la que muchos gitanos no quieren ser identificados.
Pero quizás, lo que más curiosidad me provoca es conocer la opinión de una comunidad gitana respetada en general por sus conciudadanos, históricamente instalada en esta ciudad, hacia los asentamientos de nuevos gitanos procedentes de la antigua Europa del Este. No querría verter una opinión sobre lo que desconozco, pero no por ello, uno deja de tener la sospecha de que probablemente no son del mismo modo recibidos.
si, experimento completamente fiable, un gitano pululando por una tienda... seguro que eres tan buena persona que si tuvieras una tienda dejarías a un gitano pulular por tu tienda sin vigilarle, segurisimo.
Los gitanos no son ni mas ni menos perfectos que el resto de los rumanos. Afortunadamente, y a pesar de algunos primitivos, existe la Declaracion de los Derechos Humanos, que aunque no se aplica del todo, al menos sirve de guia para saber que todos los seres humanos son iguales en derechos (y aunque algunos blancos sean unos apestosos criminales, tambien tienen sus derechos, como cualquier ciudadano)
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