"El sistema socialista terminará por reemplazar al sistema capitalista: ésta es una ley objetiva, independiente de la voluntad del hombre. Por mucho que los reaccionarios traten de frenar la rueda de la historia, tarde o temprano se producirá la revolución y, sin duda alguna, triunfará".
Mao Tse-Tung
Discurso en la reunión del Soviet Supremo de
la URSS en conmemoración del 40 aniversario
de la Gran Revolución Socialista de Octubre
(6 de noviembre de 1957).
El nuevo presidente de Rumanía, Klaus Iohannis, ha firmado recientemente una nueva ley que prohibe y sanciona el "culto a las personas culpables de genocidio como también de las doctrinas fascistas, legionarias, racistas y xenófobas". Aunque aparentemente no parece nada fuera del otro mundo, la ley oculta un objetivo principal que, sin embargo, se disimula en el título de la ley.
Iohannis bromeando con Merkel ¿sobre lo bien que les va a costa de la mano de obra barata rumana? |
Como explica el consejero presidencial Andrei Moraru, uno de esos personajes que se forra con el dinero público sin que se sepa muy bien cual es su función concreta y sus méritos, salvo ser amiguete del presdidente, ha explicado que, aunque no se cite el comunismo en ninguna parte de la ley el objeto principal de esta es la prohibición del "culto" a Nicolae Ceaușescu en Rumanía (¿existe realmente tal cosa salvo en los casos en los que un puñado de nostálgicos se reunen en el cementerio en fechas señaladas, como su cumpleaños o aniversario de ejecución?). Como toda colonia, llevada por el viento que sopla también en las metrópolis, esta ley se aplicará también, y especialmente, en las redes sociales. Este tipo de políticas represivas se están extendiendo por toda Europa, como sabemos bien, por ejemplo, los españoles con la reciente Ley Mordaza, o la no menos reciente prohibición de toda actividad política comunista en la fascista Ucrania.
El que fuera antes presidente del Instituto de Investigación de los Crímenes del Comunismo y la Memoria del Exilio Rumano (IICMER), institución cuyo nombre no oculta sus objetivos políticos y clasistas, "esta ley incluye por primera vez la difusión de propaganda por medios electrónicos. Desde este momento, las autoridades públicas deben perseguir e indentificar a los infractores de esta ley (...) El culto a Nicolae Ceaușescu está prohibido oficialmente en Rumanía, puesto que esta ley sanciona el culto a las personas culpables de crímenes contra la humanidad, crímenes de guerra y genocidio. Como sábemos -dice él personaje- Nicolae Ceaușescu fue condenado el 25 de diciembre de 1989 por un Tribunal Militar de Excepión por genocidio, según el artículo 357 del Código Penal".
Esta ley valida pués, algo inédito hasta ahora, el juicio sumarísimo (e inválido según las propias leyes de Rumania) a Ceaușescu y su esposa el día de Navidad de 1989, tras el cual fueron inmediatamente fusilados, sin derecho a apelación, sin poder elegir abogado ni respetarse procedimiento judicial alguno. Con esto también se reconoce, pues, que la justicia de esta supuesta democracia capitalista no es más que otra pantomima como aquel juicio.
En primer lugar, la profundización de la crisis capitalista, el aumento de las contradicciones en toda Europa, además del agravamiento de la lucha por la hegemonía con otras potencias económicas como China o Rusia, están aumentando el miedo de la clase dominante ante las crecientes protestas y reacciones populares en el continente. Europa se está conviertiendo poco a poco en una olla a presión social, y aunque aparentemente en paises como Rumanía todo está en calma, las continuas vueltas de tuerca de las mafias capitalistas para limitar los derechos y conquistas sociales y laborales de la clase obrera, la gran burguesía y sus mayordomos están empezando a tener flojera intestinal. Por si acaso, están empezando a poner impedimientos a todo lo que pueda favorecer, de lejos o de cerca, su posible pérdida de privilegios en un futuro.
Para ello, la élite parásita no duda en utilizar a la justicia para conseguir sus fines, en este caso mediante la persecución del genocidio, término que, como todos, es usado a imagen y semejanza de los intereses de los que tienen el poder en sus manos; en este caso, mientras se acepta la sentencia de un juicio, el de la Navidad de 1989, que nadie hasta ahora ha considerado legal, ni siquiera los que participaron en él, se mira para otro lado cuando se trata de los crímenes de guerra evidentes de la OTAN, de la que es miembro Rumania, de las matanzas contra la población civil de Estados Unidos o ante genocidios raciales y religiosos como los del sionismo en Palestina.
En segundo lugar, aunque en Rumania no exista nada que pueda ser definido como "culto a Ceaușescu", la oligarquía tiene cada vez más claro que los rumanos echan de menos la época socialista, el trabajo digno y estable, la gratuidad y calidad de la sanidad y la educación (al menos teórica, porque la cada vez mayor fuerza de la burguesía interior hizo que la corrupción se fuera convirtiendo en hábito y médicos y profesores la aceptaran o incluso exigieran mientras el partido y las autoridades miraban para otro lado), asi como la tranquilidad de una sociedad en la que la fuerza de trabajo no era una mera mercancia de usar y tirar sino la base de la riqueza y de la sociedad.
Con respecto a lo anterior, y antes de proseguir, es necesario, sin embargo, no olvidar lo siguiente: esa añoranza no está basada en que en aquella época las masas tuvieran una participación extraordinaria en las decisiones políticas o económicas, o en la nostalgia de la democracia socialista, que prácticamente ya no existía, en virtud del abandono en los años 50 de la lucha de clases y del internacionalismo por el partido y el desarrollo consiguiente de una nueva élite que, agazapada en los cargos políticos y culturales, como garrapatas a la espera de la oportunidad de acabar con las limitaciones a su enriquecimiento, momento que llegó con el golpe de estado de diciembre de 1989, perpetrado por la misma élite que dominó la sociedad rumana en las dos décadas anteriores y que, salvo alguna que otra excepción, fue la misma que siguió haciéndolo en los años posteriores a la reistauración definitiva del capitalismo.
Iliescu, Constantinescu y Basescu, junto con Iohannis los cuatro presidentes de la colonia Rumania. Por cierto, los cuatro miembros del Partido Comunista de Rumania en 1989 |
En todo caso, la oligarquía rumana sabe que encuesta tras encuesta, la mayoría de los trabajadores ha señalado que los años que se etiquetan como "de Ceaușescu" (aunque este líder político no se enteraba ni de la misa la mitad de lo que pasaba en su país, bien controlado por toda esa burguesía revivida que ni de lejos quería dejar en sus manos el proceso de minado del socialismo), se vivía bastante mejor que en los actuales, algo que, por otra parte, es de perogrullo desde el punto de vista material, (el desempleo era un concepto de ciencia ficción -algunos no se creían que pudiera existir tal cosa en los paises occidentales-, la estabilidad laboral hacía que la gente no viviera con el estrés constantemente sobre sus lomos, el ocio era considerado un derecho y no una obligación consumista, etc...), aunque en ningún caso desde el político (los trabajadores estaban prácticamente igual de excluidos en los últimos años del poder).
Por ejemplo, el pasado año 2014, el 69% de los rumanos respondieron a una de las últimas encuestas que se vivía mejor durante el comunismo y que, sobre todo, echaban en falta en la actualidad el empleo y el "vivir bien" de la éooca socialista, mientras los resultados demostraban que Ceaușescu sería el presidente más votado si se presentara a las elecciones. Todo ello demuestra que lo que se persigue no es ningún "culto", sino la evidencia de que el capitalismo es un desastre y que los rumanos cada vez se dejan engañar menos, como si sucedió en muchos casos en los años 90, con el mito del "paraiso capitalista".
Y es que, como pasa en toda Europa, y en realidad en todo el mundo, pues como ya dejaron meridianamente claro con sus análisis Marx y Engels, el capitalismo lleva dentro de sí el germen de su destrucción y, en su avance autodestructivo, tan solo sigue las leyes objetivas de su desarrollo cuyas consecuencias definiera en la certera cita que da inicio a esta entrada el camarada Mao Tse Tung: