
Después de sesenta años de ausencia de las calles de Bucarest, tras la persecución iniciada contra él y todo lo que representa, el marxismo-leninismo, por los propios comunistas revisionistas tras el XX Congreso del PCUS y las mentiras vertidas por el traidor Nikita Kruchev, Stalin ha vuelto a hacerse visible para los bucarestinos, en esta ocasión en una exposición de arte de un joven pintor, Víctor Bratu
Stalin ya tuvo su
estatua en la capital rumana, como también en otras ciudades como Brasov, pero fue retirada por mandato del Kremlin en los años sesenta, en lo que la propaganda revisionista y el capitalismo llamaron periodo de "desestalinización" (que, con el tiempo, terminaría provocando el hundimiento del Socialismo en toda Europa del Este e incluso en la Unión Soviética).
Víctor Bratu es un joven pintor rumano que ha sorprendido recientemente en su última exposición exponiendo un retrato de Stalin. El acontecimiento, que por supuesto la propaganda mediática se ha encargado de ocultar, ha tenido lugar en la galería BackStage de la calle Ion Negruzzi, en el centro de la capital, donde se ha podido contemplar, en el Bucarest actual sometido bajo la bota de hierro de la burguesía multinacional, el retrato del héroe georgiano, pesadilla de los fascistas y de los explotadores y modelo para los trabajadores conscientes de todo el mundo, con su pipa en la comisura de los labios, mirada reflexiva y su habitual seguridad en sí mismo, rodeado de otros cuadros del autor de temática abstracta y centrados en los juegos de colores.
Según el joven comunista rumano
Florian Liviu, el pintor Víctor Bratu, al que conoce desde hace muchos años, y es un buen amigo, no es un militante comunista, pero, tal y como definió el Ché Guevara, es un hombre capaz de sentir indignación ante la injusticia, y está afectado debido a su gran sensibilidad artística y humana ante el sufrimiento y la miseria de sus compatriotas a causa de la barbarie capitalista. A través de su arte, ha querido mostrar su oposición ante lo que se perpetra hoy en Rumania y en el resto del mundo, tanto en el plano político como el artístico, además de afirmar su simpatía y apoyo a todos aquellos que luchan por

cambiar el actual estado de las cosas. Se trata de un adversario declarado del imperialismo norteamericano y un ferviente defensor de la lucha de las naciones contra el saqueo colonial y neocolonial.
En el escenario plástico que ha montado el artista, las telas que rodean a Stalin juegan el rol de reflectores que iluminan al protagonista de la exposición. El juego alrededor de una versión de una famosa fotografía de Stalin se convierte, con la magnética personalidad del gran modelo de la clase obrera mundial, en una apertura por la que se observa una verdad perturbadora y profunda que hace temblar la representación de la decadente sociedad capitalista: el arte burgués.
El artista no pretende seguramente, como afirma el citado Florian Liviu, resucitar a Stalin para repetir la historia, aquella época en que el proletariado tomó por primera vez en la historia el poder en Rusia y puso en marcha un verdadero terremoto contra los privilegios acumulados a costa de la explotación de la clase trabajadora por la clase parasitaria en todo el mundo, sino el anuncio de un final inminente de la terrible y bárbara ideología que ha gobernado con mano de hierro Rumania desde hace dos décadas.
Sin embargo, todos sabemos que, aunque sea evidente la incapacidad del capitalismo para ofrecer una salida diferente a la humanidad ajena a su habitual barbarie, esto no significa, pues los capitalistas no van a renunciar fácilmente a sus privilegios y al botín atesorado a costa del trabajo ajeno, que el final de la dictadura del capital vaya a ser fácil. En realidad, y como siempre sucedió a lo largo de la historia, seguirán recurriendo a más barbarie, sin importar los extremos a los que sea necesario llegar, con tal de seguir viviendo sin trabajar y disfrutando de los privilegios que corresponden en realidad a los verdaderos creadores de la riqueza, los obreros y campesinos (de hecho, hoy día 6 de agosto se cumple el triste aniversario de una de las más terribles barbaridades perpetradas por el hombre en la historia: el genocidio cometido por los norteamericanos contra el pueblo japonés al lanzar la primera bomba atómica en Hiroshima, para después hacer lo propio en Nagasaki, y que, como la mayoría de las barbaridades ejecutadas por el capitalismo, continúan impunes).
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Florian Liviu y Victor Bratu |
Por ello, y viendo la desorganización actual de la clase trabajadora, su asunción de la ideología capitalista, infección que será difícil de extirpar, y la extensión de movimientos atomizadores, tan convenientes para los grandes criminales capitalistas y sus corporaciones multinacionales, como por ejemplo el pacifismo, Stalin medita fumando con su pipa en la comisura, como haciéndose la pregunta qué debería hacerse todo obrero y todo explotado para escapar de su sometimiento, emulando al creador del marxismo-leninismo, Vladimir Ilich Ulianov Lenin: ¿Qué hacer?
Afortunadamente, tanto Lenin como Stalin tenían clara la respuesta a esa fundamental pregunta. El verdadero problema actual es que a la mayoria de la clase obrera se le ha engañado, tanto a través de la criminalización del pensamiento y las obras de verdaderos comunistas como mediante el más pernicioso y manipulador bombardeo propagandístico de la historia, haciéndoles creer que solo existe un único camino, el de la sumisión, aunque tanto los ejemplos historicos como las enseñanzas de Marx, Engels, Lenin, Stalin o Mao, entre otros muchos, demuestren que, como ilustraria acertadamente en con su famosa frase "Socialismo o Barbarie" Rosa Luxemburgo, si que hay una salida para construir un mundo en el que ningún hombre explote a otro hombre y escapar de la barbarie capitalista: el Socialismo.