lunes, 23 de agosto de 2021

La ofensiva Iasi-Chisinau: la liberación de Rumania que allanó el camino hacia Berlín.

El nombre de Batalla de Rumania hace referencia a la campaña militar (dentro del Frente Oriental) que tuvo lugar en este país en 1944, durante la Segunda Guerra Mundial. El Ejército Rojo, imparable tras la victoria contra los ejércitos nazis y aliados en Stalingrado, avanzaba raudo hacia la liberación de sus territorios invadidos en 1941, con la Operación Barbarroja, y hacia la derrota total del fascismo en Europa.

Se trata de una batalla poco conocida, pero que aceleró sin duda alguna la caída del fascismo en Europa, provocando la ruptura de la alianza de las dictaduras fascistas como Rumania o Bulgaria con Alemania, y dejando prácticamente sola a esta frente al Ejercito Rojo y sus aliados (por no hablar de la gran cantidad de territorio que fue liberado tras la ofensiva). 
Tropas soviéticas cruzando la frontera rumana (24 de
agosto de 1944)

Al inicio de la batalla, las tropas soviéticas se encontraban todavía a las puertas de las fronteras de la República Soviética de Rusia con otras Repúblicas invadidas en la Operación Barbarroja, como Bielorrusia o la Republica Soviética de Moldavia, que eran la puerta para comenzar, tras acabar con la liberación total de los territorios de la Unión Soviética,  la liberación de los pueblos europeos.

La batalla consistió en dos ofensivas combinadas contra las defensas de la Wehrmacht y del Ejército rumano, con la intención de recuperar República Soviética de Moldavia (perdida durante la Operación Barbarroja, tras la invasión de los ejércitos fascistas de Alemania, Hungría y Rumania en 1941) y forzar la ruptura del Frente de los Balcanes. 

Alemania sufriría durante esta batalla más de 100.000 muertos y 115.000 prisioneros, mientras que Rumania perdió 8.000 hombres y 170.000 prisioneros, muchos de los cuales se integrarían, tras comprobar con sus ojos como funcionaba el Socialismo como prisioneros de los soviéticos, en las divisiones rumanas que formarían parte del Ejercito Rojo, y que serían parte esencial en la liberación de su país de las garras del capitalismo fascista.  

La también llamada Ofensiva Iasi-Chisinau, nombrada por las dos ciudades que determinaron su área de inicio (Iasi, en Rumania y Chisinau en Republica Moldova), empezó a desarrollarse en el mes de agosto de 1944 contra las tropas del Eje, en el este de Rumania.

En esta operación el 2.º y 3.º Frente Ucraniano se enfrentaron al Grupo de Ejércitos Sur de la Wehrmacht, que incluía a las Fuerzas Armadas de Rumania, entre el 20 y el 29 de agosto de 1944. La rotunda victoria del Ejecito Rojo tendría como consecuencia la rendición total de Rumania y Bulgaria, donde sendas revueltas populares, dirigidas por comunistas locales, acabarían con los regímenes fascistas que hasta entonces los gobernaban, y la llegada de los soviéticos a Yugoslavia y Hungría.

El Ejército Rojo ya había iniciado en abril de 1944 la 1ª Ofensiva Jassy-Kishinev desde el extremo nororiental de Ucrania para penetrar en territorio rumano, pero al empezar junio de ese mismo año dicho ataque se detuvo ante la defensa feroz alemano-rumana y la mayor concentración de esfuerzos sobre la liberación de Bielorrusia. Pese a esto, como resultado de las derrotas alemanas en la Operación Bagration, en Bielorrusia, la Stavka (cuartel general soviético) planificó un nuevo ataque para entrar en Rumania aprovechando la mala situación del Grupo de Ejércitos Sur de la Wehrmacht y su efectivo aislamiento respecto del Grupo de Ejércitos Centro.
 
El avance soviético de la Operación Bagration había obligado al jefe del Grupo de Ejércitos

Centro, el general alemán Johannes Friessner, a aceptar que la mayor parte de las divisiones de tanques de la Wehrmacht se asignaran como apoyo al Grupo de Ejércitos Centro durante la Ofensiva Lvov-Sandomierz, sobre Ucrania y Polonia. Como resultado, en agosto de 1944 el Grupo de Ejércitos Sur apenas contaba con tres unidades de tanques, dos divisiones alemanas y una rumana.
 

El plan soviético consistía en lanzar el 2.º Frente Ucraniano (formado por cuatro ejércitos: el 37.º, 46.º, y 57.º, más el 5.º de tropas de choque) al ataque sobre Iasi,  avanzando hacia el sur para envolver a las tropas alemanas y rumanas que se estacionaban a lo largo del río Dniéster, para formar cabezas de puente y penetrar profundamente en territorio rumano hacia el río Prut antes que las tropas del Eje pudieran retirarse. Este avance atacaría directamente al 8.º Ejército alemán y al 4.º Ejército rumano. Simultáneamente, el 3.º Frente Ucraniano atacaría cruzando el Dnister cerca de Tiraspol, hoy capital de la región autónoma de Transnistria, al 6º Ejército alemán y al 3º Ejército rumano, y tras afianzar una gran cabeza de puente dirigiría parte de sus fuerzas hacia el noroeste para cercar a las tropas alemanas y rumanas cerca de Chisinau y reunirse con las tropas del 2º Frente Ucraniano.

Ganada esta iniciativa, la Stavka proyectaba que el Ejército Rojo podría entonces unir ambos Frentes y dirigirlos en una ofensiva generalizada contra Bucarest y los campos petrolíferos de Ploiesti, que habían estado suministrando petróleo continuamente hasta entonces a la Alemania nazi.

El Ejército Rojo contaba a su favor con 1.250.000 soldados, 16.000 cañ
ones y piezas de artillería, 1.870 tanques y 2.200 aviones. La Wehrmacht y sus aliados rumanos reunían 900.000 hombres, 7.600 piezas de artillería, 400 tanques y 810 aviones, incluyendo en estas cifras a todas las fuerzas rumanas estacionadas en su propio país. La maquinaria soviética, en la que la clase obrera era la parte esencial tanto de la producción, como de la dirección
Tropas sovieticas en Chisinau, Republica Socialista de Moldavia
política, se había convertido en la mayor fábrica del mundo y el ejercito más numeroso de la tierra, pues cada campesino, cada mujer, cada trabajador, estaba dispuesto a luchar hasta la muerte por defender los logros del Socialismo.

El ataque soviético se desarrolló de acuerdo al plan previsto, y el 20 de agosto los dos frentes soviéticos inician su ataque en paralelo, con un "martilleo" de
artillería soviética sobre las defensas alemanas y rumanas, que causa grandes bajas a las tropas del Eje. Alemanes y rumanos se hallaron sorprendidos ante el repentino ataque y en evidente inferioridad numérica, además de afrontar de una grave situación pues tras el desastre alemán en la Operación Bagration no pueden esperar ayuda alguna del Alto Mando, mientras que los medios del Grupo de Ejércitos Sur para detener a los soviéticos son demasiado reducidos para esta empresa.

Tras 48 horas de feroz ataque soviético con artillería y tanques, el mando alemán en el Reino de Rumania pierde sus dos divisiones panzer ante la aplastante superioridad numérica y moral, de los soviéticos en tanques, debiendo replantear la táctica de defensa y retirarse aceleradamente hacia Valaquia con el fin de salvar la mayor cantidad posible de soldados. El 8º Ejército alemán fue cercado en Iasi por el 2º Frente Ucraniano y casi destruido tras dos días de violentísimos combates, con lo que unos pocos sobrevivientes pudieron retirarse en paralelo al río Prut con los que habían resistido del 4º Ejército rumano, siendo perseguidos por los soviéticos. Para el 24 de agosto los soviéticos ya habían tomado las localidades de Bacău y Piatra Neamt, llegando a 200 kilómetros al Notre de Bucarest. 

 
El hundimiento militar alemán en Iasi causó alarma en los círculos gubernamentales del Reino de Rumania, y el rey Mihai I, que había sostenido hasta entonces un gobierno fascista dirigido por el genocida y sanguinario Ion Antonescu, empezó a echar cuentas y a intentar salvar su posición. . El mismo 20 de agosto los soviéticos cruzaron el Dniéster frente a Tiraspol y cayeron sobre el 6º Ejército alemán, que en inferioridad numérica se vio a punto de ser cercado en Chisinau al anochecer del 22 de agosto, por lo cual se dio una orden de retirada para evitar un cerco masivo. El 23 de agosto el 3º Frente Ucraniano (con siete ejércitos a su disposición) estaban a punto de cercar irremediablemente al 6º Ejército y destruirlo en su totalidad, siendo que esta unidad ya había perdido gran parte de sus potencia en los dos días previos de lucha, mientras que la rapidez del ataque soviético desorganizó las líneas de abastecimiento alemanas.


Otras tropas del 3º Frente Ucraniano, mientras tanto, ya habían arrollado a las defensas del 3º Ejército rumano en el Dniéster y tras tres días de ataques habían llegado a las orillas del río Prut el 22 de agosto, acercándose peligrosamente al delta del Danubio y a Bucarest, y enlazando el 23 de agosto con las fuerzas del 2º Frente Ucraniano que llegaba desde el norte. Las tropas del 8º Ejército que no habían podido huir del cerco en Iasi debieron capitular ante los soviéticos al quedar atrapadas en Chisinau el 24 de agosto, mientras los sobrevivientes del 6º Ejército debieron retroceder aceleradamente en dirección de Bucarest.

Los rumanos y las potencias alíadas, 
 echan a Hitler de su país.
El día 23 de agosto, cuando las tropas soviéticas ya habían rebasado las defensas alemanas y rumanas en el Dniéster, estalló un golpe de estado en Bucarest, la capital rumana. Un grupo de políticos dirigidos por el Partido Comunista obligó al rey Miguel I de Rumania a destituir al primer ministro, el asesino Ion Antonescu e instalar un nuevo gobierno contrario a Alemania; la intención evidente era sacar a Rumania del Eje, cambiar de bando y declarar la guerra al Tercer Reich, y de ese modo evitar la destrucción que provocaría continuar la resistencia ante el arrollador Ejercito Rojo.

La revuelta tuvo lugar con rapidez y tomó de sorpresa a las tropas alemanas que aún no habían participado en la lucha; los partidarios de Antonescu no ofrecieron mayor resistencia y ese mismo día se instauró en Bucarest un nuevo gobierno rumano presidido por Constantin Sănătescu , en el que uno de sus principales ministros sería Lucretiu Patrascanu, importante dirigente del Partido Comunista Rumano.

El gobierno soviético aceptó el cambio de bando del gobierno rumano pero exigiría que se le permitiera el libre paso por territorio de Rumania para perseguir a los nazis, reclamando también que las Fuerzas Armadas de Rumania pasaran al ataque contra la Wehrmacht. El rey Mihai, deseoso de que se olvidara su complicidad con los crímenes de Hitler y Antonescu, y presionado por los comunistas, accedió sin rechistar.

A las pocas horas de haber tomado conocimiento del golpe de estado, algunas tropas del 8º Ejército alemán que se hallaban en la orilla occidental del Prut intentaron marchar sobre Bucarest para eliminar al nuevo gobierno, pero fueron detenidas por unidades de soldados rumanos que les cerraron el paso, contando los rumanos con apoyo aéreo de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos. Las divisiones alemanas supervivientes de la derrota ante los soviéticos se replegaron hacia Ploiesti el 25 de agosto, para al menos luchar por conservar los campos petrolíferos de esa zona, pero fueron expulsadas de allí por las tropas soviéticas y rumanas.

Ese mismo día las vanguardias del Ejército Rojo entraban en Bucarest, entre ellas las divisiones de soldados rumanos que habían formado parte del Ejercito Rojo desde el principio de la guerra, y otros que habían sido tomados prisioneros y que habían optado por defender el Socialismo frente a la barbarie capitalista que había gobernado con mano de hierro su país hasta entonces.

Los comunistas N. Ceauşescu, Constantin Agiu, P. Constantinescu-Iaşi y Gh. Apostol en 1944
(esperando la llegada del Ejercito Rojo a Bucarest el 31 de agosto)
Sin opciones de conservar territorio rumano, y sin posibilidades de recibir refuerzos, el Alto Mando Alemán permitió que los restos de las tropas alemanas de Rumania se retiraran lo más rápido que pudieran hacia Hungría, aunque sufrieron fuertes bajas durante ese proceso al cruzar la región de Transilvania. El 29 de agosto las últimas tropas alemanas abandonaron Rumania.

El triunfo soviético en la 2º Ofensiva Jassy-Kishinev (Iasi-Chisinau en rumano) tuvo como consecuencias, en resumen, que Rumania abandonara la alianza con los estados fascistas y además cambiara de bando, transformándose en país beligerante contra Alemania desde el 23 de agosto de 1944, como resultado las tropas rumanas intervinieron en el resto de la Segunda Guerra Mundial enviando divisiones a combatir al lado del Ejército Rojo, participando en las campañas soviéticas en territorios de Hungría y Austria.

De igual forma el nuevo gobierno rumano declaró nulo y sin valor el Segundo arbitraje de Viena que había sido fijado por el Tercer Reich en 1940, por el que parte de Transilvania había pasado a ser jurisdicción húngara. El cambio de bando de Rumania causó también en su vecina Bulgaria el temor a enfrentarse al Ejercito Rojo, y motivó el nombramiento de un nuevo gobierno búlgaro el 2 de septiembre, a efectos de mantener la neutralidad hacia la URSS, y al mismo tiempo retirar a Bulgaria de la alianza con el Eje para evitar la entrada de tropas soviéticas.

Forzando la decisión búlgara, la URSS declaró la guerra a Bulgaria el 5 de septiembre, con las tropas del Ejército Rojo cruzando el Danubio e invadiendo suelo búlgaro al día siguiente; las fuerzas búlgaras recibieron la orden de no oponer resistencia mientras las divisiones soviéticas tomaban los puertos de Varna y Burgas en apenas tres días, aunque sin penetrar en el resto del territorio búlgaro. La crisis se resolvió cuando estalló un golpe de estado en Sofía el 9 de septiembre y se formó un nuevo gobierno búlgaro de carácter antialemán y comunista; de inmediato se acabó con le gobierno fascista de Bulgaria, se pidió la paz a la URSS y a los Aliados occidentales, declarándose la guerra a Alemania.

El permiso de tránsito otorgado por Rumania permitió a las tropas soviéticas alcanzar el territorio de Yugoslavia aun más rápido de lo poco que hubiera tardado el Ejército Rojo de haber tenido que luchar contra Rumania. A inicios de octubre ya habían cruzado la frontera. No obstante, para la fecha de la llegada de las divisiones del Ejército Rojo, los partisanos yugoslavos del mariscal Tito habían ocupado la mayor parte de Serbia, el Banato, Voivodina, y Bosnia, expulsando de allí a los alemanes, por lo cual la asistencia de las fuerzas soviéticas a los partisanos yugoslavos resultó mucho menos decisiva. No obstante, la llegada de los soviéticos a Bulgaria y la retirada búlgara de la región histórica de Macedonia (devuelta a Yugoslavia), motivó que desde inicios de septiembre las tropas alemanas estacionadas en Grecia acelerasen su retirada hacia el norte para evitar ser sitiadas por el avance soviético.

Ejercito Rojo entrando en Bucarest

Después del cambio de bando de Rumania, las operaciones todavía continuaron:

  • La Operación Aradskoi-Bucarest (30 de agosto - 3 de octubre), en la que las tropas soviéticas y rumanas liberan prácticamente toda Rumania.
  • La Batalla de Turda, una de las más largas de la campaña en Transilvania. Durante esta operación las tropas del 8.º Ejército alemán y el 2.º Ejército húngaro organizaron el eje defensivo de Transilvania frente al asalto de las tropas soviéticas y rumanas.
  • La Batalla de Păuliş (14 - 19 de setiembre) en la que las tropas soviéticas y rumanas obligaron a los húngaros a retirarse hacia Cuvin.
A principios de octubre el Ejercito Rojo ya estaba cruzando la frontera con Hungría, y el 15 de Octubre el asesino y criminal Miklos Horthy, el dictador hungaro, ya estaba intentando firmar desesperadamente con Stalin un armisticio que, lógicamente, sería rechazado por los soviéticos que en diciembre de 1944 iniciarían el sitio de Budapest junto a sus entonces aliados, los soldados rumanos. 

Pocos meses después, el Ejercito Rojo pondría la bandera roja sobre el Reichtag, en Berlín, y culminaría su victoria contra el fascismo y la liberación de Europa de la barbarie.
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