Ahora que las temperaturas en el sur de Rumania empiezan a superar los 35 grados centígrados, todo el mundo empieza a planificar sus vacaciones. Como explicó el filósofo y sociólogo francés Bourdieu en su excelente obra
La distiinción, criterios sociales del gusto, la clase trabajadora con aspiraciones a ser clase media empieza a planificar sus gastos vacacionales, soñando con ofertas hoteleras con paquete "todo incluido", vacaciones paradisíacas en lugares lejanos para tener un simulacro de aventura o, y con el fin de que la oferta esté abierta también a los que se creen de izquierdas o crean tener gustos alternativos, también hay disponibles lugares aparentemente "diferentes" donde, al final, una multitud de turistas se amontonan con el convencimiento de que no son como los demás.
|
En tienda de campaña y bien apretaditos |
El capitalismo fagocita todo lo que se pone a su paso, aprovechando la falta de organización y de concienciación de la clase trabajadora reconvertida en ciudadanía y sin ideología propia (habiendo asumido, absorbido como una esponja, la de la clase dominante). En Rumania, tras 1989, los lugares antaño de descanso de los trabajadores durante la época socialista se transformaron en lugares de consumo al por mayor, zanahoria tras la cual el asno sigue ciegamente la promesa del paraíso del bienestar. Uno de esos productos, a pesar de que su empaquetado esté hecho para captar el consumo de los supuestos "alternativos", "izquierdistas" y socialdemócratas de medio pelo siempre empeñados en vender a los demás y creerse ellos mismos que el capitalismo puede ser humano o resperar la naturaleza, es Mama Veche, una localidad en las orillas del Mar Negro que empezó siendo un lugar de encuentro de estudiantes y que se convirtió en los años 90 en un paraíso de los modernos y buenrrollistas (eso si, con billetes en el bolsillo y con ganas de sentirse "libre" gastando).
La localidad de Mama Veche fue creada en 1811 por un grupo de turcos gaugasios, en cuya lengua la población se denominaba Yilanlik ("
șerpăria" en rumano, "nido de serpientes" en español). Tras el cambio de territorios llevado a cabo entre el Imperio Ruso y el Otomano en 1812, pasando al primero Basarabia y a los segundo Dobroja Norte, se produjo un cambio de pobladores, trasladándose los gaugasios a Basarabia mientras venían a Dobroja grupos de tártaros de la actual República Moldova.
Tras la anexión de Dobroja por Rumania en 1871, también mediante un cambio territorial con el Imperio Ruso, que se quedó con Basarabia Sur (zona de Odessa) mientras los rumanos hacían lo propio con la Dobroja hasta entonces otomana, mantuvo su denominación tártara,
Ilanlac, hasta 1913. Tras las guerras balcánicas y la anexión del Cuadrilátero búlgaro (Dobroja Sur) por Rumania, la frontera fue trasladada más hacia el sur, e Ilanlac fue renombrado Vama Veche (Antigua frontera).
Siendo zona fronteriza no fue considerada hasta 1990 lugar turístico, por lo que entonces, al contrario que en la mayoría de las poblaciones de la costa del Mar Negro, no se había construido ningún hotel ni pensión, ni infraestructura de ese producto del capitalismo que es el turismo, pues, como escribió Paul Theraux en contraposicíon con el viajero, "
el turista nunca sabe donde ha estado", para lo que necesita cosas que le hagan olvidar, y no lugares que le den pie a pensar.
|
No, no es un centro comecial, es Vama Veche. |
Sin embargo, algunos estudiantes, buscando un sitio más tranquilo, tomaron la costumbre de acampar en sus playas y dormir en las casas de los vecinos en un paisaje y un entorno ajeno a los gustos de la mayoría y sin necesidad de gastos. Así se fue creando una especie de vacaciones alternativas que, tras el golpe de estado de diciembre del 89, sufriría, como el resto del litoral, cambios radicales que cambiarían totalmente su esencia. En aquel momento, como suele pasar en cualquier dictadura del capital, la mayoría de las playas se convierten en una explotación económica para el consumo de las masas que comparten gustos y sueños con sus explotadores, y, ejecutando la limitada libertad de elegir que otorga el sistema, unos marchan a los grandes hoteles y lugares de ocio modelo "estación de veraneo" y otros eligen la opción de Vama Veche.
Así que, después de la reinstauración del capitalismo, en los años 90, el hecho de que la playa de Vama Veche fuera todavía salvaje, además de que se había dado a conocer como lugar de vacaciones de estudiantes, hizo que los promotores turísticos, ávidos de sacar el máximo beneficio económico posible de la explotación de las playas, empezaran a promocionar el lugar como destino de los que deseaban consumir y cumplir con los deberes turísticos de todo ciudadano de clase media que se precie pero manteniendo una apariencia alternativa y aparentemente ajena al turismo de masas. Lo único que importa es que gasten.
En consecuencia, Vama Veche, antaño poblado de pescadores, sufrió un brutal cambio a través de la construccion de espacios comerciales, hoteles, y de la publicitación del lugar como un lugar para hippies y alternativos varios. Aquí se empezó a celebrar, por ejemplo, el festival de rock llamado Stufstock, a imitación de otros lugares de Occidente, que atrae todos los años a miles de personas dispuestas a gastar como manda el canon capitalista aunque sigan creyéndose diferentes y, de paso, dejar las playas llenas de los desechos propios de la mentalidad consumista.
La perdida de aquel carácter encantador que tenia Vama Veche a principios de los noventa , antes de que los hombres de negocios capitalistas hincaran sus garras sobre la localidad y la infestaran de bares, hoteles, sombrillas y, por supuesto, las iglesias que aprovechando el tirón la ortodoxia construye para sancionar el negocio, ha provocado que se haya, por ejemplo, creado una asociación que intenta parar el desastre,
!Salvad Mama Veche!, que hasta ahora ha tenido bastante poco éxito.
El capitalismo hinca sus garras avarientas en todo lo que se pone a su paso. Vama Veche es hoy simplemente un producto turístico para ilusos y autómatas que asumen y repiten como papagayos los condicionamientos impuestos por la ideología capitalista, aunque, y para eso el envoltorio del producto sigue siendo especial, algunos sigan creyéndose el cuento de que es el destino ideal para "alternativos", "buenrrollistas" y "modernos", "cool", etc..., pues en eso se basa la única libertad posible en los regímenes capitalistas: la de poder hacer lo que dios -el sistema- manda de forma aparentemente diferente (como también sucede con las elecciones y el voto, en las que puedes votar a la misma ideología pero con la libertad de elegir entre diferentes cosmetizadas etiquetas).
|
No faltan las sombrillas, las butacas y los cocteles de importación. |
Afortunadamente, aunque el litoral rumano es muy pequeño, gran parte de él esta formado por el delta del Danubio, lugar donde no pueden llegar los coches ni los autobuses, lo que impide de momento que los "turistas" lleguen hasta allí en masa a destrozarlo.
Aquí, en las pocas localidades que existen, en especial Sf. Gheorghe y Sulina, uno tiene que esperar tras llegar en el barco por el Danubio que llegue una carroza a recogerlos, porque no existen taxis, y aunque cada vez llegan mas visitantes (la mayoría, lamentablemente, a practicar eso que llaman "divertirse", que consiste en hacer ruido, ensuciar, y destrozar el entorno), todavía se pueden considerar lugares paradisíacos que, desde aquí, recomiendo a los que busquen la belleza, la tranquilidad, y la naturaleza, en vez de la fiesta, el consumo y la libertad de hacer lo que a uno le de la gana (esa versión mutilada, y asumida por los súbditos del capitalismo, de la libertad para construir un mundo mejor entre todos y sin privilegios).
Sin embargo, y a no ser que cambiemos el sistema y acabemos con la barbarie capitalista, tristemente en unos años ni los lugares más recónditos de las orillas del Mar Negro evitarán salvarse del desastre.