Hace unos años tuvo lugar en la ciudad de Brasov, Ciudad Stalin durante la República Popular
Rumana (1948-1965), la exposición „
Arta sub comunism. Arta oficială a regimului comunist în colecţia Muzeului de Artă Braşov (1945-1989)” (Arte Oficial del Régimen comunista en la colección del Museo de Arte de Brasov (1945-1989).
Se trató de una acción cultural inédita, pues como se dice en su propio catálogo de presentación, "
se presenta un fenómeno artístico hoy sometido al silencio", eufemismo que oculta la existencia de la censura oficial sobre todos los logros, tanto económicos, como educativos, diplomáticos, o culturales del Socialismo Rumano, exagerándose, por otro lado, sus defectos.
Así, el arte producido durante las dos repúblicas comunistas rumanas, la Popular y la Socialista, fue relegado tras el golpe de estado de 1989 a los almacenes de los museos, y olvidado, muchas veces por motivos ruines y pragmáticos, por sus propios creadores, entregados al habitual transformismo del converso que hace cualquier cosa por seguir saliendo en la foto.
Por supuesto que los organizadores de la exposición no pretendieron romper la opinión oficial sobre el
Realismo Socialista que, como bien sabemos, pues los medios de propaganda anticomunistas se han encargado de que se convierta en indiscutible verdad, se considera en general como un arte sin calidad y basado en el sometimiento de la creatividad individual del artista a los criterios impuestos por el partido o el estado.
Muy al contrario, ya en el mismo título de la exposición aparecen algunos tópicos obligados en el pensamiento "oficial" de en la restaurada tirania del mercado, siempre temerosa de todo lo que suene a comunismo. Así que los términos "régimen", en vez de sociedad, gobierno o sistema, y "arte oficial", como si el que se desarrolla bajo la dictadura capitalista no lo fuera, dejan claro que, a pesar de la buena noticia de que de vez en cuando se saquen las obras de los depósitos, la censura y la obligación de repetir el catecismo ideológico anticomunista siguen presentes.
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La situación del Realismo Socialista, sin embargo, era otra, pues estaba bastante lejos de ser una cultura uniforme y, al contrario, se producía a través de diferentes formatos y estilos de expresión. La gran diferencia era que entonces respondía a la intención de construir nueva realidad social, en la que el objetivo del arte ya había dejado de ser el de que lo comprara el burgués, la iglesia, o el aristócrata, a los que el trabajo manual repugnaba, sino que su destinatario era el trabajador, que se había convertido, al menos en la teoría, en el centro de todo el sistema, y cuyo desarrollo integral pasa a ser el principal objetivo de la cultura, la educación y, por supuesto, la economia.
Así que el arte socialista ya no se pliega a los gustos de la minoría pudiente, y el artista no busca simplemente enriquecerse con lo que les sobra al burgués y al aristocrata del botín extraído del trabajo de los demás, sino que se imbrica en un teórico nuevo sistema de valores, en el que la explotación del hombre por el hombre no se concibe, y en el que los que crean la riqueza no son considerados con desprecio por sus parásitos, sino que se han convertido en el origen y el fin de todo el sistema productivo.
Por ello, los artistas dejan de representar episodios individuales de la vida de la burguesia y la aristocracia, o acontecimientos históricos provocados por los intereses propios de la clase dominante y dirigidos a su propio beneficio, para pasar a expresar lo que todos comparten: la importancia del trabajo de cada miembro de la colectividad, la fraternidad e iguales intereses de toda la clase obrera mundial, la educación de los jóvenes para seguir construyendo un futuro igualitario y mejor, o los cambios sociales y economicos que han dejado atras la epoca en la que solo unos pocos se beneficiaban de la riqueza de la nación. En resumen, se da la primacia a la vida e intereses colectivos frente a las ambiciones egoístas individuales que llevan a que se acepte y se fomente una sociedad inhumana en la que unos pocos hombres explotan y viven a costa de otros; es decir, a la barbarie capitalista.
La exposición, pues, muestra las creaciones culturales de la Rumanía Socialista que fueron almacenadas tras la restauración del capitalismo en los depósitos del Museo de Arte de Brasov. Lamentablemente, tras el final de esta, volvió al lugar en la que la ocultaban, los sótanos, pues, como hemos dicho, la clase dominante, los que dos décadas y media después del final de la Rumania Socialista viven de nuevo a costa del trabajo de la mayoría, siguen teniendo un miedo atroz a todo lo que suene a comunismo, pues saben que si los trabajadores se organizan y vuelven a ser conscientes de que la fuerza está en sus manos, se les acabaría el chollo de vivir de la apropiación de los medios de producción y de la riqueza producida por la clase obrera.
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Cartel de exposición del Consejo Popular
de la Ciudad Stalin |
En la siguiente selección de obras del Catálogo de la Exposición citada, se ven algunas muestras representativas de las obras hoy almacenadas en los depósitos del Museo de Arte de Brasov, y también se puede comprobar la evolución sufrida por el arte socialista rumano, desde las primeras expresiones comprometidas con la lucha de clases y la clase obrera de la Republica Popular Rumana, hasta el gradual desarrollo de la primacía de formatos mas simbolistas, mucho más neutras y desvinculadas de la clase trabajadora y el comunismo, a través de metáforas relacionadas con la patria, el partido, etc..., paralelas a la progresiva pérdida de importancia del Socialismo frente al Nacionalismo y de la separación entre las masas y el partido desde la instauración de la República Socialista Rumana y la elección de Ceausescu como jefe de estado (1965).
Como en la mayoría de los países socialistas, en Rumania se irían abriendo paso nuevas ideas de carácter revisionista, como la de la sociedad sin clases o la contemporización con las potencias capitalistas, que también afectarían a las creaciones artísticas, y que darían lugar al desarrollo progresivo de una elite burocrática dentro del propio partido y, por ende, del mundo cultural. Esta élite acabaría traicionando a su propio pueblo y favoreciendo la restauración del fascismo con máscara democrática, con la unica finalidad de romper los límites a su enriquecimiento personal, pues el sistema seguía impidiendo, a pesar del protegido contagio de valores capitalistas, el desarrollo excesivo de la desigualdad.
En resumen, tras el golpe de estado de diciembre de 1989. la burguesía explotadora volvió a sentirse a sus anchas en su papel de clase dominante, viviendo del trabajo ajeno sin traba alguna, y los artistas pasaron a dedicarse a satisfacer, babeando, sus caprichos, enviando al arte de la clase trabajadora a los sótanos de los museos, donde, de momento, hoy permanente. Veamos, a continuación, algunos ejemplos del arte socialista almacenado en los depósitos del Museo de Arte de Brasov:
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Aurel Bordenache, Lenin, 1950-60
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Feszt Lazslo, El rodaje del trabajo colectivo, 1960 |
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Fedsz Lazslo, Soldador, 1961
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Friedrich von Bömches, Acereros, 1963 |
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Mircea Balau, Regreso a casa tras el trabajo, 1963 |
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Miklos Margit, Cartero, 1961 |
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Pavel Codita, Cuadros nuevos de la fábrica, 1963 |
Tiberiu Kraus, Soldadora, 1959
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Geta Braescu, Huelga de los talleres Grivita 1933, 1963 |
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Puia Hortensia Masichievici,
Agradecimientos al partido, 1961 |
Herman Morres, Escena rural, 1956
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Corina Beiu Angeluta, El horno eléctrico, 1956 |
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Hans Hermann, Huéspedes de la URSS en un club obrero, 1953 |
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Teodor Harsia, Otoño en la Cooperativa Agrícola, 1961 |
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Petre Dumitrescu, Alexandru Sahia, escritor comunista, 1950
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Lia Szaz, Brigadistas, 1959 |
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Ludovic Boroş, Retrato de un obrero, 1963 |
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Victor Rusu Ciobanu, Electrificación, 1961 |
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Eugen Vegh, Distribuidores de manifiestos, 1936 |
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Avram Mentzel, La decisión plenaria, 1959 |
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Ana Hadiac, Pionera, 1961 |
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Bianca Podea, Visita al museo, 1960 |
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Corina Beiu Angeluta, Futura vivienda, 1957 |
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Ludovic Boros, Los futuros constructores aprendiendo, 1959 |
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Ion Pacea, Campesina agitadora, 1957 |
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Hermann Morres, En una fundición, 1956 |
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Hans Eder, Obrero, 1948 |
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Gy. Szabo Bela, Recuerdos de Moscu, 1960 |
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Heynrich Schunn, Trillado , 1957 |
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Stefan Serbanescu, Construcción de la Casa Scanteii en Bucurest, 1951 |
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Hans Mattis-Teusht, El leñador,(1950-60) |
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Eftimie Modalca, Energía eléctrica, 1964 |
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Teodor Harsia, Otoño en la Cooperativa Agrícola, 1961 |
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Necolai Codreanu, Celebración del 23 de agosto, 1979 |
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Eftimie Modalca, La bandera de la victoria, 1984 |
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Alexandru Iacubovici, 1947, 1983
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Sabin Balasa, Primavera rumana, 1981 |
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Eftimie Modalca, Estrecha unidad en torno al partido, 1971 |
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Eftimie Modalca, Retrato de Nicolae Ceausescu, 1979 |
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Necolai Codreanu, Celebración del 23 de agosto, 1979 |
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Constantin Micu, Deseamos la paz, 1982 |
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Florin Codre, Bajo los muros de la cárcel de Doftana, 1989 |
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Viorica Kovacs Ardeleanu, Homenaje a la República, 1983 |