jueves, 16 de junio de 2022

Mosaico comunista en el corazón de Bucarest

En el centro de Bucarest todavia se puede contemplar un gran mosaico de la época comunista, de los años 50, realizado por Stefan Constantinescu en la fachada trasera del Antiguo Museo del Partido Comunista, hoy Museo del Campesino Rumano, en la misma Plaza Victoria, en el corazón de la capital del país. Desgraciadamente, su estado de conservación no es el mejor, algo natural teniendo en cuenta la dejadez de las autoridades rumanas hacia el arte producido por la clase trabajadora en Rumania. 

Autorretrato. Stefan Constantinescu
El mosaico representa la lucha de los trabajadores rumanos contra el fasciocapitalismo hasta la toma del poder y la proclamación de un estado socialista, donde el origen y final de toda la producción de bienes y riqueza era la clase obrera. 

Stefan Constantinescu fue un pintor rumano, nacido el 14 de marzo de 1898, en Targu Ocna. Destacó particularmente como pintor monumentalista, realizando diferentes mosaicos en Rumania, pero también para el Pabellón Rumano en la Exposición Internacional de París (1937) y Nueva York (1939). En los años 50, realizó el Mosaico para el Museo del Partido Comunista de Rumania en Bucarest, representeando la historia de la emancipación de los trabajadores rumanos hasta el triunfo sobre el fascismo y la proclamación de la República Popular de Rumania en 1944.

Por cierto, y como anécdota, en una casa junto al Museo del Partido Comunista Rumano, donde se encuentra este mosaico, estuvo la sede de Radio España Independiente, la Pirenaica, emisora antifascista de los comunistas españoles que rompían desde Bucarest la censura informativa impuesta por el franquismo.






















viernes, 10 de junio de 2022

Aumenta el número de rumanos que opinan que antes de 1990 se vivía mejor: también lo creen la mayoría de los jóvenes de entre 18 y 29 años.

Desde 1990, tras la restauración del capitalismo en Rumania, no ha habido ninguna encuesta en la que los rumanos no hayan señalado que se vivía mejor bajo el sistema socialista, a pesar de las posibles imperfecciones. El número no ha hecho más que aumentar, como demuestra también el último estudio estadístico, realizado esta vez por la Fundación Friedrich Ebert Stiftung, una institución que no peca, ni mucho menos, de anticapitalista. Una de las conclusiones más destacables es, para la propia institución, que incluso los más jóvenes afirman que preferirían vivir en un sistema socialista como el anterior a 1990 que en el régimen capitalista actual (un 42%, frente a un 34% que dicen preferir el regimen actual).
Cómo ven el capitalismo la mayoría
de los rumanos

La mala calidad de la democracia en el régimen dominado por los capitalistas, la enorme desigualdad social consecuente, la mala calidad de la educación y la destrucción de la salud pública son, entre otros, los principales problemas que señalan los rumanos, según el informe de la citada fundación, que subraya que una abrumadora proporción de la población cree que se vivía mejor bajo el comunismo, una valoración social y económica positiva que aparece ahora incluso entre los que se consideran a sí mismos como clases medias, generalmente más proclives a defender la injusticia y la desigualdad inherentes a las tiranias del capital.  

Si en 1990  la tasa de mortalidad infantil era un 25% superior en las zonas rurales respecto a las urbanas, ahora es del 50%, al igual que la tasa de abandono escolar, alcanzando esta última el 5,5%, la más alta de la UE, donde la media es 1,2%. El fracaso del modelo de desarrollo capitalista rumano se ilustra con datos sobre las privaciones sociales y materiales entre los jóvenes. Rumanía ocupa el último lugar de la U.E. en el Índice de privación Social y material, es decir, la proporción de personas que no pueden cubrir 5 de las 13 necesidades básicas de la vida consideradas indispensables para una vida digna, como el pago de alquiler o mantenimiento, uso del automóvil, acceso a internet, dos buenos pares de zapatos, actividades regulares de ocio, salir con la familia o los amigos o comprar ropa nueva. En el caso de Rumania, la proporción ha alcanzado un 24% de la población de entre 16 y 29 años, frente al 7% en Europa. Índice de privación social y material La UE, explican los autores, expresa. Es decir, claro que el capitalismo ofrece una mayor variedad de bienes de consumo, aunque la gran mayoría de la población solo pueda acceder a los productos básicos.

Por eso, no es nada sorprendente que, en cuanto a la percepción del período comunista, el estudio muestre que una abrumadora mayoría de la población considera hoy que vivía mejor bajo el comunismo: el 78,7% de los encuestados afirma que antes de 1989 era mucho mejor en términos de seguridad laboral, el 73,2% en términos de disponibilidad de vivienda y el 68,7% en términos de igualdad entre las personas.  

En cuanto a los valores relacionados con la "libertad" de consumo (en informe lo llamam "libertad de expresión y circulación") se considera mejor el período posterior a 1989: el 78,6 % considera que después de 1989 fue mejor en cuanto a la libertad de viajar, y el 74,7 % en cuanto a la libertad de decir lo que se piensa (aunque sin pasarse y siempre que no sirva de nada) . Hay una clara mayoría que considera que después de 1989 fue mejor en cuanto al acceso a bienes y servicios variados (55,3%), aunque, por supuesto, este acceso sea muy desigual entre la pequeña minoría que detiene el poder y la gran mayoría, que en la mayoría de las ocasiones se tiene que conformar con soñar.

Traducción: "El capitalismo nos ha destruído
el país"
Obviamente, esa libertad de tener una posibilidad mínima, inalcanzable, de consumir productos de ensueño, no resiste ni un minuto en la balanza al lado de el desastre que el capitalismo está produciendo en la sanidad pública, la educación o los derechos laborales. 

Así, la percepción hacia los empresarios es desfavorable y vive sus peores momentos: el 60% de la población los ve como proveedores de trabajo, pero el 70% los ve como personas interesadas solo en la ganancia y el 53% directamente como delincuentes. Sólo el 15,9% cree que la fortuna de la mayoría de las personas se ha hecho a través del trabajo. La percepción dominante -84%- es que el Estado ayuda demasiado a los ricos. El 74% de los encuestados opina que debería haber una mayor preocupación por los pobres y los necesitados.

Por otro lado, desde 1990, tanto el sistema educativo como el sistema de salud han tenido cada vez una menor financiación por parte del Estado. Es más, enlazando con el párrafo anterior, el 59% de los encuestados cree que el sistema beneficia a los niños de familias adineradas, mientras que el 51,5% cree que los mejores y más talentosos estudiantes no son apoyados. En cuanto al sistema de salud pública, se percibe como de bajo rendimiento y corrupto, sin embargo, el 57% de los encuestados se opone a la idea de pagar mayores contribuciones por mejores servicios. 

Los que menos aprecian el comunismo son los nacidos después de 1962, los que maduraron en las décadas de 1970 y 1980 y vivieron directamente las políticas de austeridad implementadas en la última parte del régimen (es decir, cuando el gobierno intentaba devolver el credito pedido al FMI y que fue un error garrafal del que las élites se aprovecharon para acabar con un régimen que les impedía medrar). Las personas nacidas en el período de entreguerras y al comienzo del período comunista siguen considerando mucho mejor el período anterior a 1989 en términos del componente socioeconómico. La investigación también muestra que los nacidos después de 1987 y que casi no experimentaron la vida durante el período comunista aprecian aquel periodo como mejor que el actual. Las cifras son particularmente interesantes para las generaciones más jóvenes: el 41,8% del grupo de edad de 18 a 34 años optaría por el socialismo y el 34% del mismo segmento optaría por el capitalismo.  

La crisis económica que se está gestando con la provocación por parte de la OTAN de la Guerra en Ucrania parece augurar que este descontento con el régimen actual va a aumentar todavía más la valoración positiva de la época comunista, algo que, en realidad, como no podía ser de otra forma debido a la brutal pérdida de derechos y conquistas sociales por parte de la clase trabajadora rumana,  ha ido en constante aumento desde el golpe de estado de diciembre de 1989.
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