La imagen es una fotografía de un cuaderno escolar de una clase de español del pasado curso (equivalente a segundo de ESO) en un colegio de Rumanía. La profesora trata en la clase con los alumnos sobre cuáles son las mejores y las peores cosas del mundo. Hasta ahí, todo de lo más normal.
Salvo que, cuando vemos la lista de cosas negativas que la profesora apunta en la pizarra y los
alumnos en su libreta observamos, entre "la araña", "el odio", "la selva", "los deberes", "las drogas" o "la guerra", que aparece también "el comunismo".
¿El comunismo, es decir, la ideología que lucha por el fin de la explotación de un hombre por otro hombre, es definido por el curriculum como malo? El adoctrinamiento ideológico en la escuela no es más que otra expresión más de la criminalización del comunismo tras el golpe de estado de diciembre de 1989, que "devolvió" las cosas a su sitio, tal y como estaban antes de la Segunda Guerra Mundial, al 1% de la población viviendo a costa del 99% restante, Meter en la cabeza a los niños que "el comunismo es malo" ayudará, sin duda, a que la jerarquía impuesta se mantenga y a evitar que se vuelva a repetir la "cruel" situación de que todos los trabajadores tengan un empleo bien pagado, que nadie muera de hambre o por enfermedades de la que no pueden pagar el tratamiento, y que las riquezas producidas tengan que repartirse entre todos, en vez de apropiarsela ellos.
Bien cierto es que, al menos, una de las cosas negativas señaladas en la clase fue "la pobreza"; algo, de hecho, bastante paradójico, sobre todo teniendo en cuenta que desde el final de eso que la profesora, aplicando el adoctrinamiento ideológico fijado en los curriculum educativos actuales, considera tan negativo, el comunismo, esta, la pobreza, se ha multiplicado considerablemente.
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Portada de un "manual" para los alumnos de los
institutos de secundaria de Rumania |
No obstante, la propaganda del régimen actual para ocultar y manipular los logros del pueblo rumano durante los años comunistas llega a todos los ámbitos y, por supuesto, también al lado más fragil de la cadena cuando se trata de manipular y lavar el cerebro. A un pensionista que vivió los años de la Rumania Popular o Socialista no se le puede engañar tan fácilmente, pero un niño, con una hoja en blanco por cerebro, recurriendo a la expresión de John Locke, es como la arcilla moldeable a beneficio de los que controlan los tornos de barro. De hecho, los manuales de historia escolares actuales ponen mucho empeño en convencer a los niños, por lo que puedan escuchar de sus abuelos, que el comunismo fue un régimen totalitario en el que los trabajadores sufrian una cruel dictadura, no tenian que comer o vivian perseguidos por la policia política (curiosamente, algo que, a pesar de que los que vivieron la época y los datos económicos e históricos demuestran que es falso o, como poco, parcial, si que sucede en la actual tirania capitalista donde se vota cada cuatro años para que los electos hagan lo que interesa a las grandes empresas, la pobreza extrema afecta a un tercio de los rumanos y más de 3 millones han huido del país para poder tener un trabajo, y el control policial de la protesta social, en las calles o en la red, es cada vez más estricto).
En todo caso, la situación de los manuales y de las clases, mostrada con la imagen que acompaña a esta entrada, recuerda el funcionamiento de otras tiranias por el estilo en la historia; sin ir más lejos, la dictadura franquista en España, cuando en los manuales escolares aparecían "verdades absolutas" como "los niños rojos son malos" o "los comunistas son hijos del diablo".
No obstante, en realidad, basta con rascar un poquito sobre la patina decorativa tras la que se esconden los regímenes capitalistas como el que actualmente se impone en Rumania para comprobar como el régimen instaurado por la fuerza en diciembre de 1989 no es demasiado diferente al del nuestro Caudillo genocida: un régimen tan fascista como aquel aunque, para evitar o retrasar en la medida el despertar de la clase oprimida y explotada, disfrazada con fastuosos adornos democráticos (en definitiva, democracia burguesa y fascismo son como un chubasquero reversible para el capitalismo; este se lo pone por un lado o por otro dependiendo de si hay calma o hay tormenta en el desarrollo la lucha de clases).