Fotografía de 1962. Petre Solomon, tercero por la izquierda, con K. Jongkheere y Graham Greene en Bucarest. |
Fue especialmente conocido como traductor, en especial del inglés y del francés, aunque durante su vida tambien escribío bastante poesia. Falleció el 28 de octubre de 1991, viendo derrumbarse ante sus ojos todo lo construido por el pueblo rumano desde 1948 tras la restauración de una tiranía capitalista.
En 1952, escribió un poema dirigido a Francisco Franco, el verdugo del pueblo español, y criticando al imperialismo norteamericano, del que el primero, al fin y al cabo, no era más que un títere. En él se hace una llamamiento de apoyo al pueblo español, único tras la Segunda Guerra Mundial sometido por una dictadura abiertamente fascista, y se crítica el belicismo norteamericano, causa de que en Europa, tras la derrota de Hitler, no se llegará jamás a la paz, sino al nacimiento de una nueva guerra que se conocerá como "la Guerra fria".
A continuación, hemos traducido el poema "Hace un año en Barcelona", escrito por Petre Solomon y publicado en la Revista Viata Romaneasca en febrero de 1952:
Hace un año en Barcelona
Un jeep y un senador americano
al que le suena el dinero en el bolsillo.
Dinero para Franco, verdugo en venta.
El chofer conduce, a ciegas, junto a las casas
sin ventanas, hostiles.
El senador, y sus
rollizos estratos de grasa,
echan un vistazo con el ceño fruncido.
—¡Diablos! ¡Parece un cementerio!
(el chofer agacha la cabeza y repite: —¡Sí, señor!)En su guía había leído: trovadores,
sonrisas, cánticos, mujeres con encanto
y castañuelas, corridas de toros;
Una verdadera mina: por todos lados, oro.
Y ahora, fíjate: no hay nadie en las calles.
Está fuera de sí el señor senador:
ni rastro de sonrisas, ni un ápice de vida.
De vez en cuando, algún niño, escuálido,
con las mejillas ajadas, se cruza en su camino.
Llega con el coche hasta una plaza.
El silencio, también allí, está presente.
que quita la vista al senador.
Hoy nada sale bien. Se saca la tabaquera
y enciende un cigarrillo. De repente,
aparece otro tranvía, y después otro y,
curiosamente, todos vacíos, sin viajeros.
—¡Cabrían en ellos miles de senadores!
Pero, ¿qué se ve al final de aquella calle?
Se acercan voces amenazantes.
Cada vez éstan mas cerca. —¿Qué es esa muchedumbre?
Oye los gritos, pero no los entiende.
El tranvía está en medio, largo y vacío.
¿Se encontrará en tierra española?
¿estará escuchando castellano?
Se acerca la multitud como si fuera a aplastarle.
Ahora la vislumbra bien, mira:
al frente marchan un trabajador y una muchacha,
llevando en las manos una bandera que le deslumbra.
en las que escribe: PAZ…, en las que escribe
(las otras palabras no las entiende).
Son incontables, parece, incontables,
en filas estrechas, hombro con hombro.
Hay entre ellos ancianos, también niños,
y gritan… gritan, ¿qué sera?
Incontenible se desborda el torrente por las calles.
Escucha claramente: ¡Abajo Franco! ¡No a la guerra!
Toda Barcelona está afuera,
por estas calles –que parecen el país entero.
con el pueblo de nuevo presente en la lucha.
…Tembloroso, observa el senador,
le late su corazón -como late el reloj-
mientras le falla la voz en la garganta.
La vista le lleva, de repente,
hacia el muro de una casa que le muestra
un nombre escrito allí: PASIONARIA.
Y más allá de aquellas letras el horizonte,
y en él, la sublevación de una España
que grita: ¡Abajo Franco! ¡Fuera los americanos!
Traducción de Un Vallekano en Rumanía)
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