En el transcurso de la revolución, Mao y el Partido Comunista de China asombraron al mundo con la Gran Marcha y otras hazañas de heroísmo sinigual.
La victoria en 1949 abrió un nuevo capítulo en la revolución proletaria mundial, avivando la lucha de los pueblos oprimidos de Asia, África y América Latina contra el imperialismo y abriendo la puerta a una experiencia totalmente nueva en el desarrollo de la revolución socialista.
Más tarde la China comunista liderada por Mao demostró su fidelidad al marxismo-leninismo enfrentándose al golpe de estado de los revisionistas soviéticos encarnados por Jruchev, Brezhnev y sus seguidores, defendiendo el legado de Stalin tras su muerte, y denunciando el peligro de la extensión y, como sucedió finalmente, triunfo final del capitalismo en la Unión Soviética (aunque más tarde, tras la muerte de Mao, tendría lugar otro proceso similar en la República Popular China que llevaría, tal y como podemos comprobar hoy, a que los trabajadores sufran un progresivo pero cada vez más rapido desarrollo del capitalismo).
No
obstante, el ejemplo de la República Popular China, en especial tras su
aportación de la Revolución Cultural como paso necesario (aunque, como
se demostraría finalmente, no totalmente suficiente) para intentar evitar
el triunfo del revisionismo en un país socialista, sigue siendo una
enseñanza de gran importancia para que los comunistas aprendamos que
jamás se puede bajar la guardia contra la burguesía, y que la dictadura
del proletariado y la lucha de clases son dos armas irrenunciables para
acabar definitivamente con la barbarie capitalista.
En 1949 los comunistas y el pueblo rumano celebraron la independencia de China y el
triunfo de su Revolución como la suya propia. Un ejemplo es la portada de la Revista Urzica del 20 de octubre de aquel año, cuya foto publicamos en esta entrada, , donde se ilustra el puño de la nueva Republica
Popular China golpeando al imperialismo norteamericano y a sus títeres del
Kuomitang.
No hay comentarios:
Publicar un comentario