Los guionistas publicaron un libro homónimo y también se publicó un videojuego sobre el filme. En 1998 se concedió a los creadores el Premio nacional de la Federación Rusa de Literatura y las Artes. Casi treinta años pasaron desde que la obra iluminó las salas.
Esta mítica película dirigida en 1969 por Vladimir Motyl es una cinta simpática, muy entretenida y desenfadada enmarcada en el más puro cine de entretenimiento. Sol blanco del desierto es una película incomprensiblemente desconocida entre el público en general y sin embargo es uno de los films más queridos y populares en Rusia. Película inclasificable por la multitud de géneros de toca la podríamos calificar como un western soviet (lo que podríamos llamar un eastern), aunque también es una comedia grotesca, al igual que es una perfecta cinta de acción y aventuras bélicas que nada tiene que envidiar a cintas del Hollywood clásico. Poseedor de un humor muy soviético, algunas de las irónicas frases del guión acabaron formando parte del léxico habitual del idioma ruso.
La acción se ambienta en la costa este del Mar Caspio, la actual Turkmenistán, donde Fiódor Sújov, soldado del Ejército Rojo, que ha luchado durante la Guerra Civil rusa durante muchos años, tras ser hospitalizado y licenciado, se dirige de regreso a su hogar junto a esposa. Sujov se encuentra con un hombre enterrado en la arena desértica hasta la cabeza de modo que su rostro se halla expuesto a los penetrantes rayos solares. El militar desenterrará y salvará la vida de este pobre diablo llamado Sayid, el cual ha sido enterrado por un grupo rebelde que se haya en guerra contra el Ejército Rojo. Junto con su nuevo compañero de viaje, Suyov se topará con una patrulla del Ejército Soviético que está peleando contra el mismo grupo rebelde que enterró a Sayid, éstos son un peligroso clan dirigido por el cruel Abdullah, un árabe islamista basmachí conocido por su crueldad. En la refriega con el Ejército Rojo, Abdullah se ha visto obligado a abandonar a su suerte a su harem compuesto por nueve mujeres que tapan su bello cuerpo con un primitivo burka. El comandante rojo, ante la imposibilidad de llevar a esta pesada carga en la misión de búsqueda de Abdullah, encomendará a Sujov la protección de las nueve mujeres del harem. Sújov termina custodiando el harem del caudillo basmachí, Abdullah, cuando sus camaradas del Ejército Rojo lo persiguen para detenerle.
De esta forma el objetivo de Sujov de retornar junto con su mujer se verá pospuesto debido a la obligación de custodiar a tan peculiares acompañantes hacia un puesto fronterizo cerca del mar regentado por un borrachín y veterano ciudadano soviético. Pero lejos de resultar una misión fácil, la indisciplina de las supuestamente dóciles mujeres, que en realidad no son nada sumisas, los enredos amorosos entre un joven suboficial ruso y la más joven de las mujeres del harem y finalmente el acecho del fuerte por parte de las guerrillas de Abdullah, a las que Sujov debe hacer frente únicamente con el arma de su ingenio y con el apoyo del fiel Sayid, inducirán a que la empresa se convierta en una amena y peligrosa aventura que hará peligrar el re encuentro del militar con su añorada esposa. Entre los ataques de los basmachí y los problemas con el harem, Sújov debe lidiar con Vereschaguin, un borracho, antiguo oficial imperial ruso de aduanas, que todavía cuida del puesto fronterizo.
Un gran acierto del director es estructurar la narración en forma de relato epistolar a través de las cartas imaginarias que el soldado Sujov escribe desde el desierto a su esposa lo cual confiere a la cinta un halo melancólico que se combina de manera prodigiosa con el tono sarcástico que brota de la trama. Otro aspecto que logra embellecer el relato es la magnífica y onírica música que acompaña a Sujov en su recorrido por el desierto.
Sin duda es una película soviética reseñable que, además de su acierto cinematográfico, está enmarcada en un contexto que sigue de actualidad y que supuso estrategias diferentes, de atracción o enfrentamiento, por parte del Partido Comunista de la Unión Soviética en las repúblicas de mayoría musulmana: el islamismo
Hoy, cuando los símbolos de los zares desfilan por las calles de Moscú incluso en el Día de la Victoria, insultando la memoria los trabajadores que la hicieron posible, después de la restauración del capitalismo salvaje en Rusia por los Gorbachov, Yeltsin o Putin de turno, volver los ojos hacia el pasado soviético es más necesario que nunca. En Moscofilms pretendemos hacerlo publicando películas realizadas en durante los años de socialismo en la URSS, país donde, hace 100 años, se derrotó a la oligarquía y a su bandera, la tricolor actual, y se inició la destrucción del capitalismo que hoy, sin embargo, vuelve a humillar a la clase trabajadora y a mantener a una minoría parásita viviendo sobre sus espaldas.
El sol blanco del desierto se puede ver con subtítulos en castellano pulsando en la siguiente imagen:
Sin duda es una película soviética reseñable que, además de su acierto cinematográfico, está enmarcada en un contexto que sigue de actualidad y que supuso estrategias diferentes, de atracción o enfrentamiento, por parte del Partido Comunista de la Unión Soviética en las repúblicas de mayoría musulmana: el islamismo
Hoy, cuando los símbolos de los zares desfilan por las calles de Moscú incluso en el Día de la Victoria, insultando la memoria los trabajadores que la hicieron posible, después de la restauración del capitalismo salvaje en Rusia por los Gorbachov, Yeltsin o Putin de turno, volver los ojos hacia el pasado soviético es más necesario que nunca. En Moscofilms pretendemos hacerlo publicando películas realizadas en durante los años de socialismo en la URSS, país donde, hace 100 años, se derrotó a la oligarquía y a su bandera, la tricolor actual, y se inició la destrucción del capitalismo que hoy, sin embargo, vuelve a humillar a la clase trabajadora y a mantener a una minoría parásita viviendo sobre sus espaldas.
El sol blanco del desierto se puede ver con subtítulos en castellano pulsando en la siguiente imagen:
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