El Camarada Sade nos envía el primero de una serie de artículos sobre Rumanía que, y esto es algo que ambos compartimos, ha sido y sigue siendo la cobaya en la que el neoliberalismo ha ensayado la Europa del futuro, el que espera a millones de trabajadores del continente, que muchos, como por ejemplo los españoles, ya están empezando a sufrir en sus propias vidas: recortes, ajustes, destrucción de la industria y saqueo de la riqueza colectiva, pobreza, emigración, y, para que todo ello sea posible sin protestas ni revueltas, alienación brutal de las conciencias.
Este primer artículo versa sobre la polémica habitual entre los rumanos en lo que se refiere a los perros callejeros, defendidos con más ardor por algunos rumanos que a sus propios conciudadanos condenados a la miseria.
En fin, un hipócrita amor hacia los canes que contrasta con el odio y el desprecio hacia los seres humanos, de los que tras más de dos décadas de saqueo capitalista, hay también muchos condenados, como los bienamados perros, a vivir en las calles, en las esquinas heladas y o en el sucio alcantarillado de la ciudad, situación ante la que nadie parece demasiado interesado en salir a las calles para protestar o mover un dedo para evitarlo. Y no digamos ya cuando se trata de la respuesta ante las masacres de la OTAN, de la que forma parte el ejército rumano, en lugares más o menos lejanos como Afganistán, Libia o Siria, casos en los que igualmente, mientras se sufre dolorosamente por la posibilidad de eutanasiar a los perros vagabundos que vagan por las calles de las ciudades rumanas, la insensibilidad y la deshumanización ante el genocidio de seres humanos, generalizada entre los desclasados y alienados trabajadores europeos, provoca náuseas.
En fin, un hipócrita amor hacia los canes que contrasta con el odio y el desprecio hacia los seres humanos, de los que tras más de dos décadas de saqueo capitalista, hay también muchos condenados, como los bienamados perros, a vivir en las calles, en las esquinas heladas y o en el sucio alcantarillado de la ciudad, situación ante la que nadie parece demasiado interesado en salir a las calles para protestar o mover un dedo para evitarlo. Y no digamos ya cuando se trata de la respuesta ante las masacres de la OTAN, de la que forma parte el ejército rumano, en lugares más o menos lejanos como Afganistán, Libia o Siria, casos en los que igualmente, mientras se sufre dolorosamente por la posibilidad de eutanasiar a los perros vagabundos que vagan por las calles de las ciudades rumanas, la insensibilidad y la deshumanización ante el genocidio de seres humanos, generalizada entre los desclasados y alienados trabajadores europeos, provoca náuseas.
EL ANIMALISMO EN ACCIÓN: RUMANÍA O EL FUTURO (1ª Parte)
(por el Camarada Sade)
Hay una parte de la burguesía que desea mitigar las injusticias sociales, para de este modo garantizar la perduración de la sociedad burguesa. Pertenecen a ésta (…) las sociedades protectoras de animales (…)
(Manifiesto Comunista)
Rumanía es un país engañoso: de un lado, los emprendedores y la prensa libre, es decir, los explotadores de toda la vida y sus plumíferos empresariales, hablan de “un país en construcción” con inmensas potencialidades, hablan de un retraso histórico “por culpa del comunismo” del que –el optimismo de las sanguijuelas- Rumanía emergerá gracias a la inversión extranjera que traerá prosperidad, abundancia, bla, bla, bla. De otro, un país en que la pobreza campa a sus anchas desde hace más de dos decenios –el 47% de la población vive por debajo del nivel de la pobreza al tiempo que 3 millones de rumanos han huido del país para poder subsistir-, un país en que el tejido social (educación y sanidad) y productivo (industria y agricultura) han sido sistemática y conscientemente desmantelados a lo largo de los últimos 23 años, un país, en fin, en manos de cleptómanos entregados al saqueo de la riqueza colectiva y siempre dispuestos a la genuflexión ante sus amos imperialistas de la UE y los EEUU.
Una imagen típica de las ciudades rumanas |
O por decirlo de otro
modo: Rumanía, para parásitos y multinacionales, es un país que tiene
mucho futuro, mientras que, para nosotros, los vallekanos del mundo,
Rumanía es ya, sencillamente, el futuro, el espejo en que hemos de
mirarnos si queremos saber la que nos espera, la que se nos viene encima.
Así que nadie
que lea esto se llame a engaño: Rumanía no sólo no es un país atrasado sino
que se puede afirmar rotundamente, sin miedo a equivocarse, que es de
los países más avanzados del planeta en materia de recortes sociales,
bajadas de sueldos, subidas de impuestos, racionalizaciones económicas,
liquidación a precio de saldo de los recursos del país, impunidades
y corrupciones, y cuantas canalladas imaginables e inimaginables quepa
infligir a la clase obrera en nombre del prometedor futuro, del “todo
está por hacer”, de que nos hablan las sanguijuelas del capital y
sus voceros de la prensa libre.
Claro que, para que
todo este pantagruélico menú de libertad y democracia burguesas se
vaya digiriendo en forma de emigración y suicidios, es decir, sin ventosidades
políticas ni regüeldos sociales, es necesario el acompañamiento del
tintorro avinagrado, y no peleón sino manso, mansísimo, del alelamiento
de las masas. Como si se tratara de evoluciones convergentes, mientras
en la España actual, la del 22 de julio de 1969, el proceso de alelamiento
colectivo pasaba por la transformación ideológica de la izquierda
marxista, a base de traiciones y transiciones, en esa amalgama amorfa
que llamamos “lo progre”, en Rumanía había que encauzar hacia
alguna parte la sempiterna insatisfacción fáustica de los bípedos
implumes, actuales consumidores-contribuyentes, y así tomó forma,
entre otros (que para eso esto pretende ser el primero de una serie
de artículos), el animalismo, componente esencial, en España, del
progrebuenismo, en Rumanía, de toda “conciencia social” que se
precie.
Vamos con los datos:
en la ciudad de Bucarest se calcula que hay entre 50 y 65 mil perros
callejeros: cada año solicitan la aplicación de la vacuna antirrábica
por mordedura de perro unas 5.000 personas; cada año, también, los
ataques de jaurías producen la muerte de 2 ó 3 personas en la capital.
A todo ello hay que añadir los efectos en forma de miles y miles de
zurullos que dicha población canina siembra a diario por toda la ciudad,
ya de por sí sucia: en el capitalismo definitivo, en el capitalismo
final, la limpieza de lo que se llamó antaño “espacio público”
es gasto recortable con tendencia a eliminable.
Estos datos son perfectamente
extrapolables a campos y ciudades del resto del país.
Según cuentan, hace
ya bastantes años, algún desalmado propuso la misma solución que a Usted, vallekano
del común como yo, se le ha ocurrido ya para acabar con el problema.
Y aquí se armó la de Troya: desembarcó en Rumanía nada menos que
Brigitte Bardot –que si no recuerdo mal, en su día, fue la única personalidad
francesa, junto con el suicida franco-español Luis Ocaña, que pidió
el voto para el Frente Nacional cuando lo dirigía el paracaidista-torturador
Jean Marie Le Pen, es decir, cuando aún no era un partido votable para
la burguesía civilizada gabacha-, cual cruzada en defensa de los pobres
chuchos que pretendían matar. Las autoridades rumanas, sensibles a
las protestas de la actriz y conscientes de las negativas repercusiones
internacionales que tan inhumana medida provocaría, diseñaron planes, acordaron programas
con diversas ONGs, votaron leyes parlamentarias y destinaron fondos
que han permitido que… todo siga igual: miles de perros por las calles,
personas mordidas todos los días, algún que otro muerto al año y
las mierdas de rigor por parques y plazas listas para ser pisadas.
Recientemente una jauría
de perros mató a un niño en un parque y el debate se ha vuelto
a agitar, ha polarizado las posiciones, ha caldeado el ambiente social:
manifestaciones properros y antiperros en las calles, proyecto de referéndum
popular sobre la “eutanasia” canina, artículos de prensa, tertulias
televisivas, etc.
***
Rumanía es un país
engañoso, decíamos al principio; y también un país engañado, ensimismado
en el engaño, en el que tras casi 24 años de capitalismo definitivo
todavía los hay –y no pocos- que son capaces de decir sin rubor que
“Nicolae Ceausescu es el responsable de que haya perros en las calles
de Bucarest”.
Parafraseando al gran
escritor rumano Panait Istrati, quien decía que “la solidaridad humana
es el arma más poderosa para la defensa del hombre”, urge clamar
bien alto que la indefensión del hombre en la Rumanía actual, a merced
de todas las formas de pobreza, desigualdad y desarraigo producidas
por el capitalismo en nombre de la libertad, tenía y tiene como condición
necesaria la extirpación de ese sentimiento privativo de lo humano
que es la conmoción ante el dolor de sus semejantes, base esencial
e inexcusable de cualquier forma de rebeldía.
7 comentarios:
Todo es culpa de esos asquerosos revisionistas,si viviera el camarada dios stalin todos los perros de rumania serian felices.
Todavia podemos triunfar sobre esos asquerosos trotskistas,si clonamos a nuestro dios stalin.
¿que le parece la idea amigo?
Coincido con usted camarada,el lider stalin era perfecto e infalible,cualquier critica por mas minima que sea a nuestro dios es contrarevolucionaria y propia de un asqueroso revisionista trotskista.
La union sovietica era perfecta y el paraiso hasta que el amado stalin murio y los asquerosos trotskistas se hicieron con el poder.
Mi recuerdo por Rumania es que la gente que había en la calle era mejor tratada que a un simple perro...
El Anonimo es la demostración clara de lo mala que es la droga para las neuronas. Ademas, debe afectar a los ojos, porque el artículo no tiene nada que ver con lo que ha soñado que leía o con la visión que le ha provocado el estimulante.
Un ejemplo mas de la tonteria generalizada.
Saludos
Totevk: seguramente no sabes de Rumania ni donde está en el mapa.
El animalismo, igual que tantos otros ismos posmodernos (la prolefireción de los mismos) son a la vez consecunecia de la caída de la ideología proletaria, así como causa de su no-resurrección.
Y es que cuando nos dedicamos a señalar y arreglar los "defectos" de este criminal sistema en lugar de ir a su raíz y pensar en cómo podríamsos derrocarlo (que no transformarlo), pues pasa lo que pasa: que acabamos siendo unos voluntaristas oenegeros. Con siglas revolucionarias, pero oenegeros.
No teneis ni puta idea de lo que estais hablando
El Anonimo del final ha destacado, como todo los pazcuatos como él, por sus claros y deductivos argumentos... En definitiva, un gilipollas, sin eufemismos.
Saludos
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