Para ello demuestra qué, aunque ciertamente la Federación Rusa tenga todavía un cierto papel defensivo dentro de la cadena imperialista de la que forma parte, la clase capitalista rusa, aquella que dio el golpe definitivo a los restos del socialismo soviético y se apropió de la la riqueza y el poder en la URSS, y de la que Putin no es más que su representante político (no hay que olvidar que el actual presidente ruso fue el delfín de Yeltsin), después de años de lucha por acaparar capital y el control de los recursos internos muestra cada vez mayor interés en participar activamente en la competencia por hacer lo propio en el mundo globalizado, tanto a través del capital financiero como, en los últimos años, también militarmente.
El artículo es de 2014, pero sus tesis no han hecho más que confirmarse en el tiempo transcurrido desde su publicación.
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