La denuncia fue puesta por el diputado del partido derechista Ley y Justicia (PiS), Bartosz Kownacki, En el escrito de acusación se señalaba que los militantes comunistas estaban promoviendo públicamente un sistema totalitario al publicar en el periódico “Brzask” artículos “directamente relacionados con el sistema comunista y el marxismo-leninismo, que en el contexto de la experiencia histórica es contradictorio con los valores democráticos”.
El veredicto de condena a los camaradas polacos fue adoptado al mismo tiempo que el Parlamento del país votaba una ley sobre “la prohibición de la promoción del comunismo”, que obliga a las autoridades locales a cambiar los nombres de las calles y otros objetos asociados al comunismo, lo que supone un ataque contra la tradición a la historia del movimiento obrero local y mundial.
Se trata, pues, de una muestra más del renacimiento del fascismo en toda la Unión Europea, en una campaña en la que se intenta identificar a los criminales fascistas, que buscaban la creación de una sociedad desigual, jerarquizada y con una mayoría esclavizada por una minoria que se apropia de la riqueza de todo, alcanzada a traves del genocidio, con la ideología comunista que, al contrario, pretende el fin de toda explotación del hombre por el hombre, la igualdad de todos los seres humanos y, para ello, tiene que acabar con los privilegios de la oligarquía. Es normal que la Unión Europea, como cualquier estado o alianza capitalista, intente no tanto perseguir a la ideología criminal fascista, que comparten detrás de las apariencias democráticas, como identificar con ella al comunismo, como forma de debilitar e intentan destruir a aquellos que proponen que la dictadura del capital, sea cual sea la forma, sea erradicada de la faz de la tierra.
La campaña de represión anticomunista acrecentada en los países del Este europeo, con la complicidad de la Unión Europea se expresa también en Polonia y otros estados sometidos hoy al dominio de los más fuertes (o los que más capital atesoran), en el desmantelamiento y destrucción de monumentos soviéticos, comunistas y antifascistas, en un evidente intento de resarzirse por haber sido derrotados por el Ejército Rojo y los partisanos comunistas de Polonia y todo el mundo en la Segunda Guerra Mundial, pesadilla con la que siguen soñando cada noche.
Así, el gobierno polaco planea retirar cerca de quinientos monumentos soviéticos, según anunció el director del Instituto de la Memoria Nacional, Lukasz Kaminski, a principios de este año: «Estos monumentos deberían de haber sido demolidos en la década de los 90 (tras el fin del régimen comunista)», dijo Kaminski, quien calificó de «fatal error» la decisión que entonces se tomó de preservarlos".
También en Rumanía esta campaña anticomunista, y profascista, se concretó ya desde 1991 en la Ley de Seguridad Nacional de 1991 que, como la polaca, dice, textualmente, que "constituye una amenaza a la seguridad nacional de Rumania (...) toda iniciacion, organizacion, ejecucion o apoyo en cualquier modo a acciones totalitarias o extremistas de origen comunista, fascista, legionaria o de cualquier otra naturaleza racista, antisemita, revisionista, separatista que ponga en peligro la unidad e integridad territorial de Rumania como la incitacion a hechos que pongan en peligro el orden del estado de derecho".
Se trata, pues, de una muestra más del renacimiento del fascismo en toda la Unión Europea, en una campaña en la que se intenta identificar a los criminales fascistas, que buscaban la creación de una sociedad desigual, jerarquizada y con una mayoría esclavizada por una minoria que se apropia de la riqueza de todo, alcanzada a traves del genocidio, con la ideología comunista que, al contrario, pretende el fin de toda explotación del hombre por el hombre, la igualdad de todos los seres humanos y, para ello, tiene que acabar con los privilegios de la oligarquía. Es normal que la Unión Europea, como cualquier estado o alianza capitalista, intente no tanto perseguir a la ideología criminal fascista, que comparten detrás de las apariencias democráticas, como identificar con ella al comunismo, como forma de debilitar e intentan destruir a aquellos que proponen que la dictadura del capital, sea cual sea la forma, sea erradicada de la faz de la tierra.
La campaña de represión anticomunista acrecentada en los países del Este europeo, con la complicidad de la Unión Europea se expresa también en Polonia y otros estados sometidos hoy al dominio de los más fuertes (o los que más capital atesoran), en el desmantelamiento y destrucción de monumentos soviéticos, comunistas y antifascistas, en un evidente intento de resarzirse por haber sido derrotados por el Ejército Rojo y los partisanos comunistas de Polonia y todo el mundo en la Segunda Guerra Mundial, pesadilla con la que siguen soñando cada noche.
Así, el gobierno polaco planea retirar cerca de quinientos monumentos soviéticos, según anunció el director del Instituto de la Memoria Nacional, Lukasz Kaminski, a principios de este año: «Estos monumentos deberían de haber sido demolidos en la década de los 90 (tras el fin del régimen comunista)», dijo Kaminski, quien calificó de «fatal error» la decisión que entonces se tomó de preservarlos".
También en Rumanía esta campaña anticomunista, y profascista, se concretó ya desde 1991 en la Ley de Seguridad Nacional de 1991 que, como la polaca, dice, textualmente, que "constituye una amenaza a la seguridad nacional de Rumania (...) toda iniciacion, organizacion, ejecucion o apoyo en cualquier modo a acciones totalitarias o extremistas de origen comunista, fascista, legionaria o de cualquier otra naturaleza racista, antisemita, revisionista, separatista que ponga en peligro la unidad e integridad territorial de Rumania como la incitacion a hechos que pongan en peligro el orden del estado de derecho".
Las "alas" del capitalismo rapiñando a la clase obrera (Laurentiu Ridichiu) |
De hecho, la retirada de monumentos a la memoria del movimiento obrero y a la victoria de la Unión Soviética contra el fascismo en la SGM han sido consumada prácticamente en su totalidad o escondidos en oscuros almacenes, además de que cualquier intento de legalizar un partido comunista han sido rechazados por la justicia capitalista invocando la citada ley.
Recientemente, en el lugar en el que los trabajadores rumanos levantaron la estatua de Lenin, se inauguró un nuevo monumento en honor a la rapiña capitalista, es decir, a los logros de los anticomunistas contra su propio pueblo durante estos 27 años de dictadura capitalista, un bodrio escultórico, muy propio de este mundo donde el capital mata todo lo humano, también el arte. El "monumento", por llamarlo de alguna manera, al que bautizaron como "las alas", no es más que una loa a la reinstauración y el nuevo triunfo de la desigualdad, la pobreza de la mayoría y los privilegios de una minoría de delincuentes logrados a través de la explotación de los que trabajan y de otros pueblos. Todo contra lo que, precisamente, luchan los comunistas, y de ahí el empeño en su persecución, especialmente en los paises del este, donde hasta hace poco más de un cuarto de siglo el trabajo, la sanidad, la educación, el ocio, la cultura o el deporte eran derechos que no tenían que comprarse.
1 comentario:
Basura y bazofia kapitalista-fascista-nazi. Desagradecidos, rabiosos,llenos de odio,terroristas, genocidas,incultos,mentirosos,ladrones desalmados,...(siento que me quedo corto) siempre a costa de la inmensa mayoria de la Humanidad-los trabajadores. Esta gentuza sabe quienes son los ÚNICOS y AUTÉNTICOS enemigos del maldito kapitalismo ¡LOOR A TODOS LOS COMUNISTAS, PASADOS, PRESENTES Y FUTUROS!¡LOOR A MARX, ENGELS, LENIN,Y STALIN!
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