Los empresarios rumanos han reaccionado a la subida del salario mínimo por el gobierno rumanos cerrando fábricas o despidiendo a parte de los trabajadores. Todo ello, a pesar de que la subida no ha cambiado la situación de los asalariados rumanos, que siguen recibiendo por su trabajo un pago casi ridículo. Por supuesto, los medios de propaganda del capital justifican las medidas de los patronos y echan la culpa de la situación al gobierno..
La subida aprobada por el ejecutivo Grindeanu a partir del 1 de febrero supone el aumento del salario mínimo en un 16%, de 1.250 lei brutos (275 euros) a 1.450 (320 €). Es decir, el salario mínimo se queda en apenas 250€ netos. Aun así, los empresarios rumanos, sin cortarse un pelo, consideran la medida exagerada y amenazando con cerrar las fábricas.
Lo mismo ha sucedido, o se amenaza con ello, en otras localidades rumanas, donde el sector textil es importante. En director de Mopiel, en Ramnicu Sarat, una de las zonas más pobres del país, explica que el 70% de sus trabajadores cobran el salario mínimo, tanto en la producción como en las ventas (aunque en este caso se puede aumentar con las comisiones). Después de hacer esta descripción de las condiciones miserables de sus trabajadores, no tiene tapujos en quejarse por la medida del gobierno de subir el salario mínimo en unos pocos euros.
Mientras tanto, la subida del salario mínimo no va a cambiar demasiado el panorama desolador, sobre todo teniendo en cuenta que las empresas van a aprovechar la medida para despedir y apretar a aún más las tuercas a los trabajadores que continuen contratados. Así, el Ministerio de Trabajo de Rumania publicó a finales del pasado año la estructura salarial de Rumania, cuyos datos denotan la enorme desigualdad que existe en el panorama laboral rumano, en el que, mientras un 47% de los asalariados recibe menos de 300 euros brutos por su trabajo (un 24% sobrevive con menos de 200), solo un 8% recibe más de 500 euros netos al mes.
Por otro lado, los rumanos son los trabajadores que más horas trabajan de entre los europeos. Las estadísticas muestran que están 450 horas más en su puesto de trabajo que, por ejemplo, los franceses, pero es conocida la "especial" situación de los trabajadores del sector textil, donde las fábricas de confección que trabajan para las multinacionales extranjeas imponen un horario de trabajo particularmente intenso, mientras son pagados con salarios ridículos, muchas veces inferiores al salario mínimo legal ( parte del salario mínimo se da en tickect de comida o en otros bonos).
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