Justo enfrente se encontraba un famoso local llamado "Cabaret Voltaire", creado por el poeta alemán Hugo Ball y sostenido por varios amigos. Entre ellos, se encontraba el pintor surrealista rumano Tristan Tzara, futuro creador del Dadaismo. Junto a ambos, también pasaban por allí habitualmente otros intectuales, como el también pintor rumano, y también socialista, Marcel Jancu, el poeta y psicoanalista Richard Huelsenbeck, el escultor, pintor y poeta francoalemán Jean Arp, y su novia, luego esposa, la suiza Sophie Taeuber, cuya notoriedad como diseñadora ha sido reconocida oficialmente por la Confederación Helvética al estampar su efigie en el billete de 50 francos suizos. Todos aquellos y otros artistas y poetas se repudiaban el imperialismo que había dado lugar a la Primera Guerra Mundial y no se posicionaban con ninguno de los bloques en conflicto, coqueteando, más o menos intensamente, con los movimientos revolucionarios.
Tristan Tzara había nacido en en la provincia rumana de Bacau, llamándose Samuel Rosenstock, el 16 de abril de 1896. Escribió sus primeros poemas influido por el simbolismo, pero poco a poco, entre los años 1913 y 1915, se suma a la vaguardia incipiente de Rumanía. Durante la primera guerra mundial, emigró a Zurich, Suiza, donde en 1916, en el Cabaret “Voltaire”, creo, junto con Marcel Jancu y el resto de los poetas amigos, el movimiento “Dada”.
Dos años después de aquel 1916 que nos ocupa, Tzara lanzó su primer intento por teorizar lo que era la negación del arte, con el Primer Manifiesto Dadaísta. Se puede decir, pues, que en aquel "Cabaret Voltaire" surgiría el Dadaísmo. Un movimiento que, sin embargo, duraría poco.
En ese texto afirmaba que «La obra de arte no debe ser la belleza en sí misma porque la belleza ha muerto; ni alegre ni triste, ni clara ni oscura, no debe divertir ni maltratar a las personas individuales sirviéndoles pastiches de santas aureolas o los sudores de una carrera en arco a través de las atmósferas. (…). Los que están con nosotros conservan su libertad. No reconocemos ninguna teoría. Basta de academias cubistas y futuristas».
Este movimiento no tuvo una vida larga y el mismo Tristan Tzara escribió que “La actividad Dada terminó en 1922”. Pero su espíritu influyó en otras corrientes culturales, como el surrealismo, el posmodernismo o incluso la cultura pop actual. En 1924, Samuel Rosenstock cambió oficialmente su nombre a Tristan Tzara. ¿Cuál fue la trayectoria de la carrera de Tristan Tzara después del final del Dadaísmo? Nos lo cuenta el crítico literario rumano Paul Cernat.
”Después de 1922, los dadaístas pasan con armas y bagaje a estas nuevas corrientes, mucho más adaptadas al espíritu de la época. Me refiero al surrealismo y al constructivismo... Tristan Tzara optó por el surrealismo. Más tarde, pasó de una actitud protestataria muy individualista al comunismo. Durante la II Guerra Mundial se incorporó a la resistencia francesa; tras obtener la ciudadanía en 1947, se afilió al Partido Comunista Francés"
Por otro lado, Lenin se hallaba confinado en 1916 en Suiza prácticamente desde que la conflagración bélica europea entró en su apogeo. Había tratado de convencer a sus colegas socialistas rusos y europeos de aprovechar las contradicciones entre las potencias para llevar adelante una insurrección revolucionaria al margen de la guerra en las naciones europeas. Esta idea no triunfó en el cónclave efectuado en Zimmerwald, cerca de Berna, en septiembre de 1915. Tampoco en Kienthal en abril de 1916. La Segunda Internacional se debatía en la agonía y todavía era demasiado temprano para proponer una nueva concertación de la izquierda obrera.
Tristan Tzara |
En Zurich, Lenin dio los toques finales a un ensayo esencial en la literatura marxista y en la futura ideología soviética: "El imperialismo, fase superior del capitalismo". Durante la etapa final de la redacción, en el apartamento de la Spiegelgasse, frente al "Cabaret Voltaire", no podría evitar escuchar el ruído de los poetas revolucionarios.
Debido a esta vecindad es muy probable que a Lenin no le fuera ajena la actividad del "Café Voltaire". Tanto es así que algunos historiadores afirman que se pasaba por allí de vez en cuando. Incluso se ha sostenido que en una de las performances de los jóvenes que darían a luz al dadaismo, el futuro líder soviético habría dicho en señal de aprobación de los hechos que estaba presenciando un sonoro “¡Da!-¡Da!”. O sea, reiterando la afirmación, el Sí, en idioma ruso. Según estos historiadores, el nuevo movimiento cultural habría recibido así su bautismo.
Así lo ha sostenido, sobre la base de algunos datos historiográficos y varias coincidencias cronológicas, exageradas convenientemente con propósitos ficcionales, el autor francés Dominique Noguez (nacido en 1942), en su libro "Lenin Dadá".
Por otro lado, a pocos métros de allí estaba el Café de la Terrasse, donde había tableros de ajedrez. Lenin y Tzara eran aficionados al juego ciencia y frecuentaban el sitio. El escritor rumano Andrei Codrescu, en su libro "The Posthuman Dada Guide: Tzara & Lenin play chess", de 2009, imagina, a partir de datos reales, de una probable la coincidencia ajedrecística del poeta y el político. Afirma que «Ambos compartían un profundo sentido de las injusticias. Sin embargo, por aquel entonces discrepaban en el enfoque de cómo enfrentar la situación. Por un lado, en Tzara imperaba el caos, la libido, la creatividad y el absurdo mientras que, en Lenin, prevalecía la energía de la razón, el orden, las estructuras sociales».
Según el autor, al final de la partida el creador del dadaísmo (Tzara), en sus valores de ruptura de los tabúes y en su relajación dionisíaca, sucumbiría ante el modelo eficiente y metódico del comunismo (Lenin). No obstante, en unos años Tzara se haría un ferviente comunista, quizás recordando con admiración aquel encuentro.
Igualmente el escritor español Enrique Vila-Matas (nacido en 1948), en su novela "Doctor Pasavento", de 2005, alude a este posible mítico encuentro, entre Lenin, el teórico y concienzudo líder comunista, y el poeta Tzara quien, antitéticamente, consideraba que: “todos los pensamientos se forman en la boca”.
Lo hace en este pasaje: “Pero abandoné pronto cualquier idea transgresora y comencé a subir lentamente por la Spiegelgasse, una calle breve pero bien intensa, y pasé por delante del número 12, por delante de la casa donde vivió Lenin antes de la revolución rusa. Y me acordé de esa leyenda que dice que un día, al aire libre, jugaron Tristán Tzara y Lenin al ajedrez en esa calle, y conjeturé allí mismo lo que pudo ser aquel encuentro entre un representante de la vanguardia de la agitación cultural y uno de la de la agitación social…”.
Treinta años atrás, un trovador cubano, Carlos Valera compuso una canción titulada Jaque Mate 1916. Allí dice: «Tristan Tzara jugaba ajedrez con Lenin/la misma calle que nació Dada/a veces presiento que fui una pieza,/que aquel tablero era mi ciudad».
Por estos días la lleva en el repertorio que canta en varias ciudades suizas, en vísperas del centenario de la Revolución de Octubre.
Treinta años atrás, un trovador cubano, Carlos Valera compuso una canción titulada Jaque Mate 1916. Allí dice: «Tristan Tzara jugaba ajedrez con Lenin/la misma calle que nació Dada/a veces presiento que fui una pieza,/que aquel tablero era mi ciudad».
En su canción, Valera recuerda que tras aquella probable partida, en "La misma calle que nació Dada, un año más tarde salió el fantasma, recorriendo el mundo hasta mi ciudad". Aquel fantasma que Marx y Engels poco más de medio siglo antes, en 1848, en su Manifiesto Comunista, anunciaran que empezaba a recorrer Europa.
Compartimos el video de la interpretación de Carlos Valera de su canción "Jaque Mate 1916 "en el Teatro Karl Marx de La Habana, además de la letra completa de la canción.
Jaque mate 1916
Un perro golpea la puerta del patio
Arriba el vecino le pega a su mujer
La línea amarilla divide el asfalto
Y afuera la gente no sabe qué hacer
Veo gasolina flotando en un charco
Haciendo arcoiris debajo del pie
Un viejo se encuentra a su doble en un banco
Y leen la prensa jugando ajedrez
Tristan Tzara jugaba ajedrez con Lenin
La misma calle que nació Dada
A veces presiento que fui una pieza
Que aquel tablero era mi ciudad
Tristan Tzara jugaba ajedrez con Lenin
La misma calle que nació Dada
Un año más tarde salió el fantasma
Recorriendo el mundo hasta mi ciudad
Un perro se bebe a su doble en un charco
Se traga el arcoiris y se echa a correr
La mujer del vecino golpea el asfalto
Y la puerta de arriba no sabe qué hacer
El vecino golpea al perro en un banco
Combina colores sobre su piel
La prensa se pone amarilla en el charco
Y afuera los pobres no saben qué hacer
Tristan Tzara jugaba ajedrez con...
Los viejos dividen la puerta y el banco
Afuera los perros no saben qué hacer
Yo leo la prensa y salto los charcos
Y encuentro a mi doble en una mujer
Un perro, la puerta, el fantasma y el banco
La prensa, los pobres, el pie y la mujer
La línea amarilla, los viejos y el charco
Son piezas que flotan en un ajedrez
Sin saber qué hacer...
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