Ayer, el presidente impuesto por Washington y Bruselas, Alexandr Turchínov admitió por primera vez la
posibilidad de un referéndum sobre la federalización del país, lo cual evidencia los crecientes problemas de Kiev para llevar a cabo una operación de fuerza en toda regla.
Ultimatum tras ultimatum, el ejército ucraniano sigue paralizado sin saber qué hacer al otro lado de las fronteras de las nuevas repúblicas, con las fuerzas militares y policiales locales del lado de los rebeldes y con una situación ambigua en la población todavía sometida a la autoridad del gobierno golpista.
Al anunciar su disposición para celebrar la consulta popular, el Gobierno central intenta eliminar el principal argumento de sus detractores en el este del país. Sin embargo, nada más triunfar el golpe de estado que obligó a abandonar el poder al presidente legítimo, votado en las últimas elecciones, Victor Yanukovich, los golpistas prohibieron a las regiones utilizar sus lenguas nacionales en las instituciones, y los neonazis seguidores de Bandera impusieron una ideologia antiminoria y, en especial, antirrusa, algo que es dificil de que los habitantes del este de Ucrania olviden facilmente. De hecho, también ha habido ciudades en el oeste en las que se han ocupado edificios administrativos como protesta contra el gobierno golpista de Kiev, como es el caso de Lvov.
En cuanto a las elecciones que se pretendían celebrar el próximo 25 de mayo, para intentar legitimar el golpe de estado, cada vez es más difícil que se lleven a cabo, en especial en el este del país, donde los ucranianos de etnia rusa no olvidan que los que han tomado el poder en Kiev llevaron a cabo el exterminio de la población rusa durante la SGM y, como han vuelto a demostrar en sus proclamas, incluso en voz de la delincuente Yulia Timoshenko, liberada por los golpistas tras tomar el poder, que afirmara literalmente al principio de las protestas en Donestk y Jarkov, que ,"habría que tomar las armas y asesinar a los rusos".
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