Un destructor norteamericano ancla en el puerto de Constanza (y el presidente rumano se apresura a hacerle las genuflexiones de rigor al amo imperial)
El destructor Donald Cook de la marina norteamericana ha anclado estos días en el puerto de Constanza, la costa rumana del Mar Negro. El motivo, si es que hay que dar alguno para justificar la presencia de estos matones del imperio cuyo objetivo principal es cuidar de los intereses de los grandes mafiosos de las corporaciones norteamericanas en cualquier parte del mundo, es el caos provocado en Ucrania tras la preparación del golpe estado fascista en Kiev, precisamente desde los despachos de Washington y Bruselas, con el rechazo de gran parte de la población ucraniana, en especial en el este del país.
Sea como fuere, los sicarios del imperio, dispuestos a poner orden, someter pueblos y ayudar a saquear recursos, han traido su destructor al puerto rumano, mientras los medios de propaganda de la oligarquía capitalista no dejan de loar su imponente apariencia y su capacidad militar que, dicen, va a defender a los rumanos del ogro ruso, malo malisimo (en este caso, el enemigo es Moscú, pero podría ser cualquier otro que conviniera a los intereses de las multinacionales con capital mayoritario norteamericano).
Tanto es así que el propio presidente del país, Traian Basescu, el antiguo alto cargo comunista que hoy no deja de multiplicar su fortuna a la vez que ride pleitesia y obedece fielmente a sus emperadores de Washington, más aún que a los de Bruselas, que solo son intermediarios (y que, por cierto, ya fue acusado de hacer contrabando en tiempos en los que era militante de importancia en el partido comunista comandante de navio mercante), ha corrido raudo y veloz a visitar el destructor y a hacer las convenientes genuflexiones ante al amo imperial que, al fin y al cabo, es quien mantiene la contiunidad del sistema en el que los parásitos de su estilo pueden vivir a costa de la riqueza que producen los trabajadores rumanos.
El presidente, que está siendo investigado actualmente por otro de su larga lista de presuntos delitos cometidos, en este caso blanqueo de dinero al hacerse con una enorme finca agrícola en el pasado que quiere legalizar ahora como una compra en nombre de su hija (es decir, los habituales chanchullos de los políticos de las democracias burguesas, siempre al servicio de su propio bolsillo), ha pedido recientemente a EE.UU que mande más tropas a Rumanía para, en teoría, proteger a este pais del peligro ruso, afirmando incluso que no se fia de la capacidad y decisión militar de la Unión Europea.
Total, ese fue el principal objetivo de la integración de Rumania y Bulgaria, como antes de Polonia, en la U.E., impuesta por EE.UU. y la OTAN: que esta institución tuviera en su interior fieles servidores al imperio para que estos fueran una especie de caballo de Troya, en caso de que las principales potencias europeas, Alemania y Francia especialmente, sacaran los pies del tiesto y quisieran, en un momento dado, liberarse de la invasión de marines y otros sicarios.
En todo caso, ver como se ha apresurado Basescu en visitar el poderoso destructor y hacer unas cuantas genuflexiones al emperador, aunque sea por poderes, dice mucho de la clase política rastrera y miserable que gobierna Rumania, unos vendepatrias típicos de colonias sometidas y sin soberanía alguna y en las cuales, incluso sus grandes jefes de estado, se arrastran sin tapujo alguno ante cualquier oficial enviado por el emperador, aunque este en realidad no necesite confirmación alguna, pues se trata de una sumisión continua, el pan nuestro de cada día de Rumanía, de la disposición de estos de seguir sirviendo a otros intereses ajenos a los de su propio pais a cambio de privilegios y fortuna.
Por cierto que el destructor yankee ha llegado desde su habitual base de Morón de la Frontera, en España, otro país sometido y sin soberanía, prácticamente una colonia, para el que vale casi todo lo que hemos dicho sobre Rumanía.
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