Los bulgaros han tomado de nuevo las calles hartos de las políticas capitalistas perpetradas por los gobiernos. Después de obligar al presidente del país, el neoliberal Plevneliev, a cesar al gobierno de Boiko Borisov el febrero pasado, y de que la estafa electoral volviera a poner al mismo primer ministro en la jefatura del ejecutivo (si no hubiera sido otro similar a él), las causas de aquellas protestas permanecen sin mejora alguna, y los altos precios de la energía y y las demandas de renacionalización de las empresas energéticas continuan siendo la principal reivindicación.
“Queremos que las compañías distribuidoras de electricidad
extranjeras desaparezcan de Bulgaria. Ellos continúan ordeñándonos a
nosotros, la gente común, con el apoyo del Estado”, expresaban entonces los manifestantes durante las protestas, según Librered.
Pero apenas tres semanas despues de las nuevas elecciones, el pueblo ha vuelto a las calles al considerar que el presidente Plevneliev, y su primer ministro Borisov,
están dando continuidad a las políticas capitalistas que motivaron las protestas, favoreciendo a la oligarquía del país, fomentando la
privatización y el desmantelamiento de los servicios públicos, y
desprotegiendo los derechos de una clase trabajadora cuyo salario medio
ronda los 350 euros, todo ello en un contexto de crisis y aumento del
desempleo.
Las nuevas protestas contra el gobierno de Borisov y el presidente Plevneliev comenzaron el
pasado 14 de junio, tres semanas después de la elección del nuevo gobierno (o, mejor dicho, el mismo que ha realizado las mismas politicas contra los trabajadores durante 20 años con diferentes etiquetas politicas). Por supuesto que esta vez los medios de propaganda de Europa han optado por no jalear el ejemplo búlgaro no vaya a ser que a los domesticados trabajadores europeos se les ocurra sacar los pies del tiesto.
Las marchas han continuado con un creciente número de
participantes y actualmente están demandando la dimisión del gobierno y
la celebración de nuevas elecciones anticipadas. El presidente, el conservador Plevneliev, acorralado, ha admitido que el país podría ceder y aceptar un nuevo proceso electoral para frenar la crisis.
“Cuando todo lo demás falla, cuando no hay ni
siquiera un intento por alcanzar un acuerdo, las elecciones son la única
salida”, dijo el títere de las multinacionales, Plevneliev, sabiendo que, en cualquier caso, unas elecciones son simplemente un parche y que serviran como mucho para hacer creer a los trabajadores que algo puede cambiar (aunque cada dia al menos los bulgaros estén más hartos de tanta mafia y tanta mentira).
Por supuesto que el presidente del país no hizo mención alguna a que durante dos décadas las politicas criticadas por los búlgaros han servido solamente al enriquecimiento y bienestar de una clase, la explotadora capitalista, y a que la única solución eficaz para satisfacer las demandas de los trabajadores es acabar con la dictadura del capital y volver a lo que, si bien ciertamente perjudicaba mucho a la burguesia. garantizaba una vida digna, plena y sin explotación a manos de la clase parasitaria, a los trabajadores: el Socialismo.
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