“No vinimos a España a pasar hambre”.
Esta demostrativa frase de la realidad actual de España, convertida en una
colonia de las potencias que controlan la Unión Europea, razón
similar a la que hizo que millones de trabajadores de los antiguos países socialistas
huyeran de sus casas para poder vivir, la pronuncian un centenar de
trabajadores búlgaros que llevan casi dos meses encerrados en la finca de un
empresario onubense esperando que les paguen lo que se les debe, para poder
regresar a su país.
Sin embargo, estos
temporeros son solo la punta del iceberg de los mil
es de inmigrantes que
llenaron las cuentas bancarias de empresarios españoles, que los utilizaron
como mano de obra barata, en los tiempos de bonanza económica, y que hoy ya no
les son necesarios o, incluso, se han convertido en un estorbo.. Es lo que pasa
cuando se deja que la riqueza dependa del capricho y el interés privados.
“No vine a España a pasar hambre. Quiero volver a mi país con mi
familia". Se trata del lamento de algunos de los afectados.
El empresario fue detenido por la Guardia Civil, pero fue puesto en libertad con
cargos tras haberle imputado un delito contra los derechos de los trabajadores.
Una muestra mas de que la violencia del sistema contra la clase trabajadora, el
robar o delinquir por ambición o egoísmo, es considerada un delito mucho menor
que el de, por ejemplo, robar para comer, por necesidad o, algo muy habitual en la España actual, no poder pagar la deuda con un banco. Algo normal, en cualquier caso, en un
sistema económico definido por la barbarie y el caos social.
“No son los únicos a los que les debe dinero, hay marroquíes, rumanos y ghaneses,
pero no se encuentran en la finca porque se han marchado o porque viven en
España”, afirma el responsable de la sección agrícola de CCOO en Huelva y uno
de los interlocutores entre estos temporeros y el empresario, propietario de
Campos de Lepe, el nombre de esta empresa.
A algunos les adeudan hasta 7.000 euros; a otros una décima parte. La última
oferta del empresario es dar 100 euros a cada uno de los afectados para el viaje
a su país, y firmar un reconocimiento de deuda. Sin embargo, con 100 euros no
hay ni para llegar a Francia, y en ningún caso para poder recorrer los casi 4000 kilómetros que
les separan de sus casas.
Los sindicatos afirman que no es la primera vez ni la única que pasa esto.
Al contrario, es algo habitual. “Otros años han liquidado a los temporeros con
el adelanto de la próxima campaña”, una práctica habitual para reservar la
producción. A pesar de que la práctica es habitual, los sindicatos parece que
hasta ahora no han hecho nada para evitarlo.
Sobre las excusas del empresario para no pagar, los estafados lo tienen
claro: "sus hijos, su mujer y él comen todos los días y yo no tengo
nada que darle a mi hija". Al contrario que los afectados rumanos, ghaneses
o marroquíes, que llevan instalados años en España, el centenar de búlgaros
atrapados en los campos de fresas solo quieren regresar a casa, porque nunca se
imaginaron el desastre económico y social que iban a encontrarse en España:
"En Bulgaria hay muchas cosas malas, pero en España...”.
La deuda aproximada es, en este caso, de 250.000 euros. Algunos sólo quieren
cobrar y olvidar que decidieron venir a España. Otros llevan hasta siete años
plantando y recogiendo fresas en estos campos. Es su forma de vida y la forma
en la que han subsistido y alimentado a sus hijos, mientras enriquecían los
bolsillos de los que hoy no les pagan o no les dan trabajo. Algo, no
obstante, que seguirá pasando mientras estemos sometidos a un sistema económico en el cual los que producen no lo hagan para su
propio beneficio o el de su clase social, la trabajadora, en lugar de
subvencionar los lujos y los caprichos de los miembros de la clase parasitaria
o, como los llaman los medios de propaganda, a los inversores o emprendedores.
El Sindicato Andaluz de Trabajadores (SAT), destacado por su compromiso de clase, al contrario que los sindicatos cómplices con el sistema como Comisiones Obreras (CCOO) o Union General de Trabajadores (UGT), ha denunciado reiteradas veces la
“dramática y humillante” situación de los trabajadores de la fresa en
Huelva, remarcando que el trabajo en los campos freseros “se ha convertido en la nueva esclavitud del siglo XXI“, algo que ya se denunció también en este blog hace dos años en la entrada Esclavas de la fresa.
Mas información: andaluces.es
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