lunes, 1 de julio de 2013

Atrapados en un campo de fresas

No vinimos a España a pasar hambre”.

Esta demostrativa frase de la realidad actual de España, convertida en una colonia de las potencias que controlan la Unión Europea, razón similar a la que hizo que millones de trabajadores de los antiguos países socialistas huyeran de sus casas para poder vivir, la pronuncian un centenar de trabajadores búlgaros que llevan casi dos meses encerrados en la finca de un empresario onubense esperando que les paguen lo que se les debe, para poder regresar a su país.

Sin embargo, estos temporeros son solo la punta del iceberg de los mil
es de inmigrantes que llenaron las cuentas bancarias de empresarios españoles, que los utilizaron como mano de obra barata, en los tiempos de bonanza económica, y que hoy ya no les son necesarios o, incluso, se han convertido en un estorbo.. Es lo que pasa cuando se deja que la riqueza dependa del capricho y el interés privados.

No vine a España a pasar hambre. Quiero volver a mi país con mi familia". Se trata del lamento de algunos de los afectados.

El empresario fue detenido por la Guardia Civil, pero fue puesto en libertad con cargos tras haberle imputado un delito contra los derechos de los trabajadores. Una muestra mas de que la violencia del sistema contra la clase trabajadora, el robar o delinquir por ambición o egoísmo, es considerada un delito mucho menor que el de, por ejemplo, robar para comer, por necesidad o, algo muy habitual en la España actual, no poder pagar la deuda con un banco. Algo normal, en cualquier caso, en un sistema económico definido por la barbarie y el caos social.

No son los únicos a los que les debe dinero, hay marroquíes, rumanos y ghaneses, pero no se encuentran en la finca porque se han marchado o porque viven en España”, afirma el responsable de la sección agrícola de CCOO en Huelva y uno de los interlocutores entre estos temporeros y el empresario, propietario de Campos de Lepe, el nombre de esta empresa.

A algunos les adeudan hasta 7.000 euros; a otros una décima parte. La última oferta del empresario es dar 100 euros a cada uno de los afectados para el viaje a su país, y firmar un reconocimiento de deuda. Sin embargo, con 100 euros no hay ni para llegar a Francia, y en ningún caso para poder recorrer los casi 4000 kilómetros que les separan de sus casas.

Los sindicatos afirman que no es la primera vez ni la única que pasa esto. Al contrario, es algo habitual. “Otros años han liquidado a los temporeros con el adelanto de la próxima campaña”, una práctica habitual para reservar la producción. A pesar de que la práctica es habitual, los sindicatos parece que hasta ahora no han hecho nada para evitarlo.

Sobre las excusas del empresario para no pagar, los estafados lo tienen claro: "sus hijos, su mujer y él comen todos los días y yo no tengo nada que darle a mi hija". Al contrario que los afectados rumanos, ghaneses o marroquíes, que llevan instalados años en España, el centenar de búlgaros atrapados en los campos de fresas solo quieren regresar a casa, porque nunca se imaginaron el desastre económico y social que iban a encontrarse en España: "En Bulgaria hay muchas cosas malas, pero en España...”.

La deuda aproximada es, en este caso, de 250.000 euros. Algunos sólo quieren cobrar y olvidar que decidieron venir a España. Otros llevan hasta siete años plantando y recogiendo fresas en estos campos. Es su forma de vida y la forma en la que han subsistido y alimentado a sus hijos, mientras enriquecían los bolsillos de los que hoy no les pagan o no les dan trabajo.  Algo, no obstante, que seguirá pasando mientras estemos sometidos a un sistema económico en el cual los que producen no lo hagan para su propio beneficio o el de su clase social, la trabajadora, en lugar de subvencionar los lujos y los caprichos de los miembros de la clase parasitaria o, como los llaman los medios de propaganda, a los inversores o emprendedores.

El  Sindicato Andaluz de Trabajadores (SAT), destacado por su compromiso de clase, al contrario que los sindicatos cómplices con el sistema como Comisiones Obreras (CCOO) o Union General de Trabajadores (UGT), ha denunciado reiteradas veces la “dramática y humillante” situación de los trabajadores de la fresa en Huelva, remarcando que el trabajo en los campos freseros “se ha convertido en la nueva esclavitud del siglo XXI“, algo que ya se denunció también en este blog hace dos años en la entrada Esclavas de la fresa.

 Mas información: andaluces.es

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