"Los objetivos y las tareas de la Unión Soviética en
la Gran Guerra
Patria se definieron en la
Directiva del CC del PC (b) de la URSS, adoptada el 29 de junio
de 19414 y en la intervención de J. V. Stalin, hecha por radio
el 3 de julio de 1941, en la cual se plantearon los puntos fundamentales de esa
directiva.
“La guerra contra la Alemania fascista
—señaló— no puede considerarse una guerra común. No sólo es una guerra entre
dos ejércitos. Es, además, la gran guerra de todo el pueblo soviético contra
las tropas germano fascistas. El objetivo de esta Guerra Patria de todo el
pueblo contra los opresores fascistas, no sólo es liquidar el peligro que pende
sobre nuestro país, sino también ayudar a todos los pueblos de Europa que
sufren bajo el yugo del fascismo alemán.”1
En aras de la derrota total del enemigo y de la
liberación de los En aras de la derrota total del enemigo y de la liberación de
los pueblos. El objetivo de la guerra
determinó la principal tarea de la política exterior de la URSS, dirigida a la creación
de una potente coalición de Estados y pueblos para la lucha contra la
agresión fascista. La lucha de la
URSS por la formación y la consolidación de esa
coalición fue la continuación —en las nuevas condiciones históricas— de
la política consecuente que llevaba a cabo el Estado soviético en los
años de la preguerra, de la organización de una resistencia colectiva contra
los agresores: la continuación del cumplimiento de su deber internacional ante
los pueblos amantes de la paz.
En el cumplimiento de esta tarea tuvo gran
importancia la firma del Tratado de Alianza anglo soviética el 26 de
mayo de 1942 en Londres, y el Acuerdo soviético norteamericano “Acerca
de los principios aplicables para la ayuda mutua en la guerra contra la
agresión”,2 el 12 de junio de 1942 en Washington. Estos
documentos fueron el fundamento legal sobre el cual se sustentó la
coalición de la URSS,
los Estados Unidos y Gran Bretaña. La lucha heroica del pueblo
soviético, que asimiló el golpe principal del bloque fascista, y los objetivos
justos de liberación de la
Unión Soviética en la guerra, situaron a la URSS como la fuerza rectora a
la cabeza de la coalición antihitleriana.3
“Si la Unión Soviética no hubiera podido resistir en su
frente —escribió E. R. Stettinius, secretario de Estado de los Estados Unidos—,
los alemanes habrían estado en posición de conquistar Gran Bretaña. También
habrían podido invadir África, y en este caso habrían podido establecer una
posición en América Latina. Este inminente peligro se hallaba constantemente en
la mente del presidente Roosevelt.”1
Un aliado combativo natural de la coalición
antihitleriana fue el movimiento popular de resistencia a los ocupantes
japoneses, italianos y alemanes, que se desarrolló de una manera
particularmente amplia en Yugoslavia, Albania, Grecia, Polonia, Francia, Checoslovaquia,
Vietnam, China, Birmania, Indonesia, Filipinas y otros países. Las
organizaciones antifascistas combativas —que actuaban en Italia, Rumanía,
Bulgaria, Hungría y la misma Alemania —hicieron un gran aporte a la causa de la
liquidación de los regímenes fascistas en sus países.
Bajo la dirección de los comunistas y otras fuerzas de
izquierda, los patriotas de los países ocupados por los agresores creaban
organizaciones clandestinas, pasaban a formas decididas de lucha contra el
fascismo. Sirven de claro ejemplo los levantamientos en París y en el norte de
Italia; la liberación de muchas ciudades de Francia, Italia y otros países
antes del arribo de las tropas aliadas.
La
Unión Soviética, en
múltiples formas y desde los primeros hasta los últimos días de la guerra,
prestó ayuda de todo tipo — entre ella, militar— a la lucha de los pueblos de
los países ocupados contra el yugo fascista. El año 1944 comenzó con la
ofensiva de las tropas de los Frentes de Leningrado y Voljov, como resultado de
lo cual culminó victoriosamente la batalla de Leningrado, la cual había durado más de dos años y medio. Con la derrota de las
tropas hitlerianas en el territorio de Ucrania situado a la derecha del río
Dniéper, se puso en una situación sin esperanzas a la agrupación de tropas
fascistas en Crimea (siete divisiones rumanas y cinco alemanas: 195 000 hombres
con su material de guerra), la cual también había sido derrotada entre abril y
mayo.
En el transcurso de las operaciones del invierno y la
primavera de 1944, el Ejército Soviético avanzó en algunas direcciones hasta 450 km y aniquiló 172
divisiones del enemigo. A pesar de los grandes éxitos de las tropas anglo norteamericanas
en los teatros de la guerra del Pacífico, Europa y el Mediterráneo, los eventos
decisivos, como antes, continuaron desarrollándose en el frente soviético
alemán. Allí, como antes, estuvieron concentradas las principales fuerzas de la Wehrmacht y sus aliados,
lo cual se evidencia en la siguiente tabla.
Las tropas soviéticas que desarrollaron la grandiosa
ofensiva desde el mar de Barents hasta el mar Negro en un frente de 4 500 km, contaban con 6
600 000 hombres, 98 100 cañones y morteros, 7 100 tanques y cañones de asalto,
y alrededor de 12 900 aviones de combate.1 Además, formaban
parte de ellas grandes y pequeñas unidades polacas, checoslovacas, rumanas y
yugoslavas y el regimiento aéreo francés “Normandía-Niemen”.2
El Ejército Soviético controlaba
con firmeza la iniciativa estratégica y se iba acercando a los centros vitalmente importantes del
enemigo. La retaguardia abastecía al frente de todo lo necesario para la
ulterior ofensiva. Ya a fines de marzo de 1944, las tropas del 2o Frente de Ucrania,
bajo el mando del Mariscal de la Unión Soviética I. Kónev, irrumpieron en el
territorio de Rumanía. A comienzos de junio, el Ejército Soviético llegó a los
accesos de Polonia y Checoslovaquia.
Como resultado de las operaciones de mayor envergadura
de 1944 y 1945, brillantes por su concepción y realización (operaciones de
Bielorrusia, Lvov-Sandomierz, Iasi-Kishiniov, Vístula-Oder, Pétsamo Kirkenes,
Budapest, Belgrado, Praga, Berlín y, después que la URSS entró en guerra con
Japón, la operación de Manchuria y otras), el Ejército Soviético liberó, total
o parcialmente, los territorios de Rumanía, Polonia, Checoslovaquia, Bulgaria,
Yugoslavia, Hungría, Austria, Finlandia, Noruega, Dinamarca, Alemania, China y
Corea.
En su enfrentamiento a un enemigo fuerte y astuto, el
Ejército Soviético sufrió, cumpliendo su misión liberadora, grandes bajas: más
de 3 millones de hombres, de los cuales más de un millón fueron muertos. Los
combatientes soviéticos consideraban un deber internacional ayudar a los pueblos
de otros países y, a pesar del gran número de víctimas, cumplían sin
vacilaciones ese deber. Los pueblos de las naciones liberadas por el Ejército
Soviético recibían calurosamente y expresaban su agradecimiento a los
combatientes soviéticos, les manifestaban su profundo respeto y gratitud".
Podeis consultar y descargar el libro completo y las fotografías en los siguientes enlaces: La Segunda Guerra Mundial: Mito y Realidad y Fotos
Las fotos de esta entrada son de la obra citada.
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